Corrían las 18 horas del lunes y los teléfonos de los fueguinos comenzaban a llenarse de notificaciones y mensajes de familiares, amigos y compañeros de trabajo. Del tema se había hablado durante todo el fin de semana, pero la noticia de todas formas sorprendió. Era 16 de marzo y Tierra del Fuego entraba en cuarentena.
El gobernador Gustavo Melella transformaba así a nuestra provincia en el primer distrito en utilizar esta medida para contener el avance del COVID-19, que ponía contra las cuerdas al sistema sanitario mundial y amenazaba con hacer lo mismo en suelo fueguino.
Es que ya para esa fecha se registraban los dos primeros contagios, ambos pertenecientes a la ciudad de Ushuaia y parte de un «cluster» que terminaría expandiéndose: eran trabajadores de la PSA que realizaban, de forma conjunta, tareas en el Aeropuerto y en el puerto de la capital.
Los restaurantes, los bares, los boliches, los comercios en general y hasta las fábricas se verían paralizados de un momento para el otro.
Así comenzaría una primera etapa de cuarentena que se acentuaría días después, con la entrada en vigencia del Decreto de Necesidad y Urgencia del presidente Alberto Fernández, que imitaba lo ocurrido en Tierra del Fuego pero que lo hacía extensivo para todo el país.
Hoy se cumplen 100 días de ese momento y, si bien la preocupación sigue latente, ya no tienen lugar esos paisajes por momentos irreconocibles: calles prácticamente desiertas, controles policiales por doquier y un clima social que oscilaba entre el respeto comprensivo y el impaciente enojo.
De a poco, Tierra del Fuego fue relajando su cuarentena hasta llegar, junto a gran parte del país, a la etapa vigente que fue denominada por el Gobierno nacional como de «distanciamiento».
Hoy las fábricas producen al 100%, el transporte público no está restringido, la circulación de los vecinos es libre, los gimnasios están abiertos y hasta se puede ir a comer a los restaurant en familia. Incluso, está permitido viajar entre ciudades. Apenas quedan algunas restricciones, como lo es la prohibición de realizar prácticas deportivas o utilizar hoteles, y se espera con ansias la aprobación para el regreso de la administración pública y la vuelta a clases.
Cuando se mira hacia atrás, vuelve a quedar de manifiesto el esfuerzo que realizaron los fueguinos para que hoy no queden casos activos a nivel provincial, cuando en un principio éramos (por tasa poblacional) uno de los distritos «rojos» en el mapa de Nación. Ese sacrificio tuvo su resultado y si bien aún no es momento de dar por ganada la batalla, quizás sí sea tiempo de celebrar lo obtenido en estos 100 días.
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