La implementación de un nuevo protocolo de ingreso a las escuelas de Tierra del Fuego busca dar respuesta a los recientes episodios de violencia que preocupan a toda la comunidad educativa.
Sin embargo, reducir el problema a un control de accesos es mirar solo una parte del cuadro. La violencia en las aulas -y en torno a ellas- no se origina en la puerta de una escuela, sino en una trama social mucho más amplia: desigualdad, falta de acompañamiento familiar, carencias emocionales, ausencia de espacios de contención y diálogo, forman parte del menú de factores que es dable analizar con rigurosidad.
El protocolo puede ordenar y prevenir situaciones puntuales, ciertamente, pero no reemplaza la responsabilidad del Estado, de las familias y de la propia sociedad en general, de trabajar sobre las causas profundas.
A ello se suma la remanida actitud del gremio docente SUTEF (Sindicato Unificado de Trabajadores de la Educación Fueguina), que con sus reiteradas medidas de fuerza contribuye al deterioro del vínculo escolar y termina perjudicando a los propios alumnos y a toda la comunidad educativa. Demostrando una vez más, a su vez, la carencia absoluta -intrínseca o autoimpuesta- de la más mínima dosis de creatividad para sostener una lucha por la defensa de sus pretendidos derechos, que no sea a fuerza de parar, de afectar a sus alumnos.
El Gobierno provincial, por su parte, no debería seguir delegando el tratamiento de un problema tan delicado en un gremio cuyo interés, por naturaleza, es sectorial. Aquí está en juego algo mucho más amplio: se trata del bienestar y de la seguridad de toda la sociedad fueguina, no tan sólo de una corporación sindical.
Se habla de conformar un «comité mixto» para debatir el flagelo de la violencia. Pero en ese comité han dejado del lado de afuera a los dos sectores más afectados y que más tienen que aportar al debate: los alumnos y sus familias.
Las escuelas necesitan seguridad, sí, pero también compromiso, diálogo y políticas integrales que fortalezcan los lazos sociales y el sentido de comunidad. Y esto involucra y obliga a todos los sectores y actores involucrados. De otra forma, nada cambiará.
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