El avance de la inteligencia artificial (IA) está redefiniendo los procesos productivos, los mercados laborales y los modelos operativos en economías de todo el mundo. Este cambio profundo y duradero exige respuestas coordinadas que equilibren innovación, equidad y gobernanza.
El impacto global de la IA en la economía
La IA impulsa mayor productividad en sectores como manufactura, logística y finanzas. Organismos como la OCDE alertan sobre la necesidad de políticas que canalicen los beneficios hacia trabajadores, empresas y Estados.
Un ejemplo claro: estudios indican que la IA está cambiando la demanda de habilidades laborales. En entornos altamente automatizados, crece la necesidad de capacidades cognitivas, lingüísticas, sociales y digitales, aunque la demanda de habilidades administrativas y de negocio podría disminuir ligeramente.
IA y empleo: automatización y nuevos perfiles laborales
Según la OCDE, alrededor del 27 % de los empleos podrían verse afectados por la automatización, lo que refuerza la urgencia de políticas activas de formación y reconversión.
Por otro lado, encuestas en sectores como manufactura y finanzas revelan que tanto empleadores como colaboradores ven en la IA una oportunidad para mejorar condiciones laborales y desempeño.
Inteligencia artificial en las finanzas y el mundo digital
La IA ya está presente en sistemas de trading algorítmico, detección de fraudes, scoring crediticio y pagos digitales. En este contexto, la relación con los criptoactivos es directa: desde qué es Bitcoin y cómo funciona hasta fenómenos más recientes como las meme coins o el hecho de que Bitcoin superara los 120 mil dólares.
La concentración tecnológica, sin embargo, genera riesgos: cuanto más dependan las finanzas de algoritmos, mayor es la vulnerabilidad frente a fallos o sesgos.
Desafíos regulatorios y éticos de la IA
La IA plantea riesgos como sesgos algorítmicos, invasión a la privacidad y opacidad en decisiones automatizadas. La UNESCO ha publicado recomendaciones para asegurar que el desarrollo de la IA respete derechos humanos, diversidad cultural y sostenibilidad.
En América Latina, la tensión entre regulación y dependencia tecnológica es palpable. Mientras países como Brasil buscan marcos normativos responsables, la región en su conjunto enfrenta la disyuntiva entre adoptar tecnologías importadas y construir reglas propias.
IA y economía argentina: desafíos propios
Argentina se posiciona como líder regional en IA, ocupando el segundo lugar en América Latina según el Índice Global de IA. Se proyecta que el mercado local moverá USD 1.600 millones en 2025, con potencial de alcanzar los USD 6.470 millones para 2031.
No obstante, el país enfrenta obstáculos: baja inversión en I+D, dificultad para retener talento y brechas en capacitaciones (Universidad Austral).
Ese potencial se conecta con la necesidad de resolver desequilibrios macroeconómicos, como la inflación que en julio de 2025 subió 1,9%. Sin estabilidad, los avances de productividad que trae la IA podrían verse neutralizados.
Además, experiencias locales como Prometea, un sistema de IA aplicado en el Poder Judicial, muestran cómo la innovación puede mejorar la eficiencia sin generar despidos masivos.
Aplicaciones cotidianas y percepción social de la IA
Un estudio internacional revela que en Argentina el 52 % de la población expresa una visión positiva sobre el desarrollo de la IA, lo que la coloca entre las sociedades más optimistas de la región.
La tecnología ya se percibe en la vida diaria: desde aplicaciones en salud y educación hasta herramientas de uso cotidiano, como la mejora de imágenes con inteligencia artificial.
Lo que se juega en la próxima década
Las proyecciones internacionales muestran que el impacto de la IA en el PIB global será notable, siempre que se combinen inversión, innovación y formación.
Argentina puede aprovechar sus fortalezas —ecosistema tecnológico, talento creativo, experiencias pioneras— si logra reforzar la inversión en I+D, retener profesionales y consolidar una regulación transparente. El país tiene la oportunidad de convertirse en un nodo regional de innovación que combine desarrollo económico con inclusión social.
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