El calendario electoral argentino entra en una fase decisiva: el 7 de agosto vence el plazo para registrar alianzas de cara a las elecciones legislativas y, en Tierra del Fuego como en el resto del país, las negociaciones están teñidas de una polarización que trasciende lo local.
Con el espectro político dividido entre adherentes y opositores a Javier Milei, los partidos intermedios -como la UCR y el Movimiento Popular Fueguino- enfrentan una disyuntiva estratégica: definir su posicionamiento no solo para esta contienda, sino para el futuro inmediato de la política nacional.
Hasta ahora, solo dos fuerzas han concretado anuncios. Por un lado, el Frente de Izquierda, que mantiene su tradicional rechazo a coaliciones con otras fuerzas y prepara una lista encabezada por María Meza como candidata a diputada nacional. Por otro, la Unión Cívica Radical, cuyo precario escenario de negociaciones refleja la fragmentación provincial. El partido, debilitado a nivel nacional, explora acuerdos con el PRO, el Movimiento Popular Fueguino (Mopof) o incluso Provincia Grande, aunque sin consensos firmes. La posibilidad de un frente anti-Milei liderado por el radical Pablo Blanco -con la expresa condición de excluir al kirchnerismo de Walter Vuoto- añade otra capa de complejidad.
En ese marco, el kirchnerismo de Walter Vuoto parece ser el límite para casi todos a la hora de imaginar acuerdos. La última posibilidad de convencer a Martín Perez de no romper la imaginaria «unidad» del disperso peronismo fueguino se esfumó luego de que la diputada Freites (fracasada en su intento de persuadir al intendente de Río Grande y sus referentes) cometiera la torpeza de llamar «partido chico» al Provincia Grande de Perez.
La incertidumbre se agudiza por el cálculo especulativo de los actores locales. El Mopof y Somos Fueguinos, actores clave en la provincia, evitan definiciones públicas, conscientes de que cualquier alianza los ubicará en un bando de la «grieta» renovada. Esta presión se replica a escala nacional, donde el PRO vacila entre acercarse al radicalismo o a La Libertad Avanza.
Tanto el partido provincial como el liderado por Chispita Fadul dudan entre buscar sus chances como partido o aliarse entre sí y hasta con algún tercero como puede ser Provincia Grande, cuyo potencial en votos alcanzaría para completar una propuesta más que optimista.
Como telón de fondo, una variable particular fueguina parece irrelevante para las negociaciones: la reforma constitucional impulsada por el gobernador Gustavo Melella. A diferencia de la adhesión o rechazo a Milei, el tema no opera como divisor de aguas en las tratativas, como lo demuestra el tímido acercamiento entre Blanco y el intendente de Río Grande Martín Perez, partidarios de posturas opuestas sobre la reforma pero potenciales aliados.
El cierre de inscripciones dejará al descubierto no solo las cartas para octubre, sino los primeros esbozos de la geometría política de 2027. En Tierra del Fuego, donde el oficialismo provincial es oposición nacional, las definiciones de esta semana podrían reconfigurar el mapa electoral. Por ahora, la única certeza es que, tras el 7 de agosto, ya no habrá espacio para ambigüedades.
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