Presión, decisión, las subidas de Moreira por la derecha y la inquietante presencia arriba de los grandotes Pereyra y Gigliotti, mostraron en buen nivel al conjunto que conduce Chiche Sosa. Un desborde de Moreira que no resolvió Gigliotti y aquel violento disparo de Sarría que obligó a Migliore a una estupenda tapada certificaron el mejor momento del Decano.
Hasta que Leiva se plantó en la zona del círculo central, por los costados empezaron a partir el paraguayo Aureliano Torres y el moreno uruguayo Pintos y así San Lorenzo equilibró el desarrollo. Un zurdazo del pibe Sebastián González (17 años) por arriba estableció, también, que los de Simeone habían empezado a pensar en el arco de Ischuk.
Hasta que a los 24, hubo grito del visitante. Con el recurso de la pelota parada, como le gusta a su entrenador. El Kily González la movió para Gómez, el zurdazo de Papu rebotó en un palo y a continuación, en el medio del área Bordagaray resolvió primero que los que defendían y los que atacaban.
En el cuarto de hora final de la etapa inicial, San Lorenzo pudo definirlo y Atlético estuvo cerca de empatarlo. Porque Pintos no definió bien mano a mano con Ischuk y porque a Pereyra le quedó alto un centro desde la derecha.
Para el complemento, en 15 minutos Sosa realizó dos cambios para fortalecer el ataque. Longo por Montiglio, en el arranque, y Escobar por Sarría un ratito después. La respuesta táctica de Simeone fue un cambio de esquema: con Nelson Benítez por Sebastián González, pasó del 4-3-1-
Igualmente, la escenografía del partido cambió poco. A los tucumanos les faltó chispa para la creación y, sobre todo, precisión en el último pase. Atlético fue y fue pero todo lo hizo de modo friccionado, con más esfuerzo que claridad.
San Lorenzo, en tanto, se fue acomodando a la realidad del juego. Y con seguridad en el fondo, abundante lucha en la mitad y las dosis necesarias de contraataques, dispuso de chances como para ganar por mayo diferencia.
Y la muestra final la dio el debutante Rusculleda, a poco del cierre, estrelló un tiro libre en el travesaño. Así, el Ciclón cerró la noche cantándole su felicidad a