La misión académica llevó a un escenario que obligó a reorganizar la movilidad entre bases. El vicecomodoro Juan Gómez describe la situación y añade que “son docentes que vinieron por una misión académica”, que pertenecen al instituto universitario River Plate y que trabajan en la Antártida, entre base Esperanza y base Carlín.
También señala que “hay dos chicas que estudian a distancia” y que “tenemos una muy buena conexión a internet” lo que facilita la docencia remota hacia el continente, por lo cual se invirtió el rol y se transmitieron clases desde la Antartida.
La mirada técnica sobre los obstáculos apunta a un retraso por cuestiones operativas y meteorológicas. Gómez explica que “lo que fue es una cuestión técnica del avión Hércules C130” y enfatiza que “no es nada que haya que asustarse”.
Añade que “muchas veces surgen cuestiones técnicas que siempre es preferible atenderlas antes de continuar con los vuelos” y que “la seguridad es prioritaria en las operaciones aéreas”; si “hay algo que pueda afectar la seguridad se suspende el vuelo” y se revisan todos los procedimientos antes de proseguir.

La experiencia humana detrás de la pausa la aporta Ricardo Rivas, docente y corresponsal, quien recuerda la llegada de la tripulación educativa y el ánimo que sostienen.
Melina Rodríguez, llegada desde Esperanza, recibió un afectuoso abrazo por no haberse conocido personalmente hasta ahora, y Rivas comenta que “acá con el Vice comodoro todos los días tomábamos algún cafecito, charlamos”.
Menciona también la camaradería: “una cocinera fantástica” y “un panadero que hace un pan y unos bizcochos fantásticos” enriquecen la vida cotidiana en la base.
La evaluación profesional de la ruta revela resiliencia y planificación. Rivas comparte su trayectoria como corresponsal extranjero para enfatizar la experiencia personal: “este año solito tengo 146.000 millas acumuladas en aerolíneas” y afirma que “el vuelo acá fue muy bueno” pese a la espera.
“Esto es una espera un poquito más larga que en cualquier aeropuerto.” Aun así, insiste en la idea central, ya que dice que “no estamos varados, no estamos atrapados” y subraya que la situación es una oportunidad de aprendizaje.
El docente comenta que tiene cinco hijos e hijas y nueve nietos; ya les dijo que si no hay para cobrar, “iremos en el rompehielos Irízar que va a llegar antes que el día de Reyes”.
La situación se enmarca en un aeropuerto civil gestionado por la Administración Nacional de Aviación Civil y no es un entorno militar. Rivas enfatiza que “esto no es un aeropuerto militar” y que “las mismas cosas que hay en Ushuaia se tienen acá”, destacando la continuidad de servicios y la normalidad relativa dentro de la excepcionalidad de la Antártida. Ambos señalan que la contingencia debe verse como aprendizaje y adaptación.
“Yo soy corresponsal extranjero desde el año 2002 y desde el año 96 he trabajado en todos lados, en Brasil, en Italia, en China, yo me he quedado tres días varado, y ahí sí varado, en el aeropuerto Kennedy porque había una tormenta de nieve de aquellas”, recalcó el docente.
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