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Un iceberg de 30 kilómetros se parte en dos en el Atlántico

El espectacular fenómeno, que va a dar lugar a dos enormes «islas de hielo», fue fotografiado por el satélite europeo Envisat partido por la mitad.

En el extremo sur del océano Atlántico, casi a mitad de camino entre la Antártida y el cabo de Hornos, un enorme bloque de hielo de 30 kilómetros de longitud, conocido únicamente por las siglas A53A, está a punto de partirse por la mitad.

Lo hará frente a las costas de Georgia del Sur, isla cuyo tamaño ronda los 180 kilómetros y que se considera una de las regiones más inhóspitas del planeta.

Los vaivenes del gigantesco iceberg, que se desprendió de la plataforma Larsen en 2005, han sido seguidos con la máxima atención por investigadores y satélites de observación de todo el mundo. Entre ellos el Envisat, el ingenio europeo que ha proporcionado las imágenes de la espectacular rotura que está a punto de producirse. Y es que no todos los días es posible presenciar la fractura de una isla que tiene la mitad de la superficie de Manhattan.

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Una grieta profunda

Una profunda fisura en el iceberg fue detectada hace ya dos semanas por un equipo canadiense de investigación polar, que se sorprendió al descubrir la gran grieta en las imágenes del satélite.

Los datos del radar indicaban claramente que la gran plataforma helada se había vuelto inestable, hasta el punto de estar muy cerca del punto de ruptura. Apenas unos días después, otro de los instrumentos del Envisat obtuvo imágenes «en vivo» del fenómeno.

El proceso sufrido por A53A está sucediendo en aguas relativamente cálidas, si se comparan con las de su lugar de procedencia. Y eso es lo mismo, o casi, que sucede con los icebergs «normales». Excepto por el hecho que ninguno de ellos puede dividirse en fragmentos de varios kilómetros de largo. Los investigadores quieren aprovechar el inusual fenómeno para comprender mejor el modo en que se forman los icebergs.

Se sabe, por ejemplo, que una de las causas para la fractura de grandes bloques de hielo tiene que ver con el deterioro que provocan la radiación solar, la acción del viento, las olas y las eventuales colisiones con otros icebergs.

A este respecto, a partir de ahora será necesario vigilar los dos fragmentos de A53A. A ningún habitante de la costa le gustaría despertar una mañana y ver cómo una mole así se acerca a la orilla.

FUENTE: www.ideal.es