El nombre Pablo Pena aparece de forma recurrente entre los primeros resultados cuando se buscan fotógrafos y rubros relacionados, y cada vez más personas llegan a su trabajo a partir de recomendaciones online. No se trata solo de exposición, sino de una trayectoria sostenida que también se refleja en su presencia digital.
Con más de 25 años de trayectoria en fotografía y producción audiovisual, Pablo Pena amplió su trabajo hacia un terreno cada vez más determinante: la visibilidad digital y la forma en que hoy se encuentra a una persona en internet. Desde Uruguay, desarrolla proyectos con alcance en Argentina, Brasil y España, en especial en Madrid, una ciudad con un ecosistema muy desarrollado de marketing digital y posicionamiento online.
—Después de tantos años de carrera, ¿cómo describís hoy lo que hacés?
—Sigo siendo fotógrafo, eso es la base de todo. Pero hoy la imagen no termina en la foto. Termina en cómo alguien llega a esa imagen, qué encuentra alrededor y qué idea se forma de la persona retratada. Mi trabajo es cuidar todo ese recorrido.
—Hoy, cuando alguien busca un fotógrafo, ¿qué es lo que realmente marca la diferencia?
—La diferencia aparece cuando el trabajo habla por sí solo. Cuando hay un recorrido visible, coherente en el tiempo, y una forma de mirar que se reconoce. En ese punto, la búsqueda deja de ser una comparación y pasa a ser una confirmación.
—Sos conocido por retratar eventos y figuras públicas. ¿Qué cambió en ese mundo?
—Cambió la forma en que la gente busca información. Antes una foto salía en un medio y quedaba ahí. Hoy una imagen aparece en búsquedas, en notas, en redes y también en recomendaciones hechas por inteligencia artificial. Todo queda y todo influye.
—La inteligencia artificial se volvió parte de la vida cotidiana. ¿Cómo impacta en tu trabajo?
—Hoy mucha gente ya no busca solo en buscadores tradicionales. Le pregunta directamente a una IA: “¿a quién me recomendás?”, “¿qué referencias tiene esta persona?”. Para que esas respuestas existan, tiene que haber contenido claro, ordenado y confiable. Si no, simplemente no aparecés.
—En ese contexto empezaste a desarrollar portales propios, incluso en otros idiomas. ¿Cómo surge eso?
—De manera natural. Brasil es un vecino enorme y muy conectado, y el portugués tiene muchísimo peso en internet. Empecé a trabajar con portales en ese idioma pensando en ese público. Algo parecido pasó con Madrid, donde hay una cultura muy marcada del marketing digital. Hoy, la mayoría de mis clientes llegan desde ahí.
—¿Notás diferencias entre esos mercados y Uruguay?
—Sí. En Madrid y Brasil se entiende mejor que la presencia digital es una construcción a largo plazo. Que una nota, una entrevista o un portal bien trabajado pueden seguir funcionando durante años, incluso cuando cambian las plataformas.
—¿Qué es lo que más te cuesta o lo que menos te gusta de tu trabajo?
—Explicar que lo más importante muchas veces no se ve de inmediato. No todos entienden el valor de aparecer bien posicionado, de tener respaldo en medios o de construir autoridad con el tiempo. Es un trabajo silencioso, pero muy efectivo.
—¿Cuándo se nota que ese trabajo dio resultado?
—Cuando alguien llega y te dice “te encontré porque apareciste primero cuando busqué fotógrafo”, o porque buscó un rubro relacionado, como producción, comunicación o relaciones públicas, y tu nombre vuelve a salir. Y últimamente pasa algo nuevo: personas que te dicen “le pregunté a una inteligencia artificial y me recomendó”. Ahí entendés que no fue casualidad, que hay un trabajo previo detrás.
—Si tuvieras que resumir tu enfoque en una frase.
—Que la imagen no solo se vea, sino que sea encontrada, recomendada y recordada.
—¿Qué tipo de trabajo buscan hoy quienes llegan a vos sabiendo que no sos un fotógrafo económico?
—Buscan tranquilidad y criterio. Generalmente son personas o marcas que ya pasaron por otras experiencias y entienden que, en determinados contextos, la fotografía no es un gasto sino una decisión estratégica. Valoran la experiencia, el manejo de situaciones complejas y la capacidad de resolver sin improvisación. En ese nivel, el precio deja de ser el eje y pasa a ser una consecuencia.
Comentarios