Familias y niños en un parque urbano de una ciudad española al atardecer
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Mínimos históricos

La natalidad en crisis: entre la ciencia, la economía y la incertidumbre social

España registra mínimos históricos de nacimientos. Cómo la ciencia, la economía y los cambios sociales marcan la natalidad y el futuro del país.

En España nacen cada vez menos niños. Los últimos datos del Instituto Nacional de Estadística confirman una tendencia que ya no sorprende: la tasa de natalidad se sitúa en mínimos históricos. En 2024 apenas se registraron 322.000 nacimientos, lo que supone un 25% menos que hace una década. Y aunque este fenómeno se repite en buena parte de Europa, el debate sobre el futuro demográfico ya no es exclusivo de los economistas o sociólogos: también involucra a la medicina, la política y la ética.

“Estamos ante una tormenta perfecta”, resume la demógrafa Laura Gómez, profesora de la Universidad Autónoma de Madrid. “Por un lado, la precariedad y la falta de conciliación familiar, y por otro, el retraso de la maternidad. El resultado es un desplome sostenido de los nacimientos que amenaza la sostenibilidad de nuestro modelo social”.

La ciencia como aliada de la fertilidad

El retraso en la edad para tener el primer hijo —que ya supera los 32 años en España— ha convertido a la medicina reproductiva en una pieza clave. Las clínicas de fertilidad viven un auge sin precedentes. Según datos de la Sociedad Española de Fertilidad, uno de cada diez bebés nace hoy gracias a técnicas de reproducción asistida.

Médica revisando muestras en un laboratorio de fertilidad junto a una pareja que consulta sobre reproducción asistida

Entre las herramientas habituales en estos tratamientos se encuentra la gonadotropina coriónica, una hormona empleada para inducir la ovulación o apoyar el desarrollo temprano del embarazo. Su uso, en manos de especialistas, resulta fundamental en procesos como la fecundación in vitro.

El problema surge cuando, fuera del ámbito médico, aparecen búsquedas en foros y buscadores como “gonadotropina coriónica donde comprar”. Ese interés refleja una peligrosa confusión: se trata de un medicamento que requiere control estricto, no de un suplemento accesible en cualquier farmacia online. “Es un error pensar que estas hormonas pueden usarse sin supervisión. Un mal manejo no solo frustra el deseo de concebir, sino que puede causar problemas de salud serios”, advierte la endocrinóloga Carmen Ruiz.

Nuevos actores: compuestos en investigación

El mercado digital añade otro ingrediente al debate. En comunidades especializadas circulan referencias a los llamados research chemicals, compuestos creados para investigación científica y no para el consumo humano. Entre ellos figuran los productos Deus Chem, conocidos en foros de biomedicina y en espacios donde se discuten posibles aplicaciones en fertilidad o rendimiento físico.

Estos compuestos suelen estar acompañados de etiquetas como “solo para investigación” o “no apto para consumo humano”, pero aun así despiertan el interés de usuarios que buscan soluciones rápidas. “Se está abriendo una brecha entre lo que la ciencia oficial aprueba y lo que algunos consumidores buscan experimentar”, explica el bioeticista Javier Martín. “El riesgo es que la presión social por revertir la baja natalidad alimente un mercado paralelo sin garantías de seguridad”.

El peso de la economía y la cultura

Sin embargo, el descenso de la natalidad no se explica solo por razones médicas. Los factores sociales y económicos pesan igual o más que la biología. Los altos precios de la vivienda, la incertidumbre laboral y la dificultad para conciliar vida personal y profesional han retrasado la edad de la maternidad y reducido el número de hijos deseados.

Personas mayores paseando y sentadas en una plaza urbana de una ciudad española al atardecer

“Quería tener dos hijos, pero con la hipoteca y el trabajo inestable lo veo imposible”, cuenta Marta, una madrileña de 34 años que acaba de tener a su primera hija mediante reproducción asistida. Su testimonio refleja lo que muestran las encuestas: las familias españolas quieren más hijos de los que realmente tienen, pero las condiciones no lo permiten.

Políticas públicas con resultados limitados

Los gobiernos llevan años ensayando medidas para revertir esta tendencia: ayudas por hijo a cargo, ampliación de permisos de maternidad y paternidad, bonificaciones fiscales o programas autonómicos de apoyo a la natalidad. Sin embargo, los resultados han sido escasos.

“La natalidad no responde solo a incentivos económicos. Hay un cambio cultural profundo en la manera en que las personas entienden la familia y la maternidad”, apunta la socióloga Ana Beltrán. “El Estado puede ayudar, pero no puede imponer decisiones vitales”.

Una cuestión ética

El cruce entre ciencia y natalidad plantea además dilemas éticos. Desde la investigación con embriones hasta la posibilidad de manipulación genética, la frontera entre lo técnicamente posible y lo socialmente aceptable se mueve con rapidez.

El ejemplo de las búsquedas sobre gonadotropina coriónica o el interés por los productos Deus Chem muestra que la demanda social muchas veces corre más rápido que la regulación. ¿Debe la ciencia adelantarse a las necesidades o esperar a que exista consenso social? “Estamos en un terreno muy delicado”, reconoce el bioeticista Martín. “El deseo de tener hijos es comprensible, pero no podemos convertirlo en un laboratorio sin normas”.

¿Un futuro distinto?

El debate sobre la natalidad es, en última instancia, un debate sobre el futuro de nuestras sociedades. Una natalidad baja significa una población envejecida, menos trabajadores activos y más presión sobre el sistema de pensiones. Pero también refleja un cambio en las aspiraciones individuales: la maternidad y la paternidad ya no se asumen como inevitables, sino como una opción entre muchas.

Mientras la ciencia avanza con nuevas técnicas y la política busca fórmulas para incentivar los nacimientos, la realidad es que las decisiones personales siguen marcadas por factores económicos, culturales y emocionales.

La gran pregunta sigue abierta: ¿podrán la biotecnología y las políticas públicas revertir el descenso de la natalidad, o estamos ante un cambio estructural que transformará de raíz nuestra manera de entender la familia?

Lo que está claro es que el debate trasciende lo individual. La conversación sobre natalidad no solo habla de bebés que nacen o dejan de nacer, sino del modelo de sociedad que queremos construir en las próximas décadas.

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