En un mercado provincial dominado por productos traídos desde el continente y por grandes volúmenes importados, RGA Alimentos —la unidad productiva de RGA Activa— avanza con una ambiciosa hoja de ruta: consolidar producción local de pollo fresco, profesionalizar procesos, sumar clientes de gran escala y, a la vez, sostener una oferta accesible para las familias. Para este fin de semana la firma lanzó una promoción concreta y cuantificable: la segunda unidad de pollo con un 30% de descuento en su punto de venta del Paseo Canto del Viento, con un precio de referencia por kilo de $5.190.
“Es una promo para acercar el producto al vecino”, explicó el Lic. Juan Pablo Deluca, responsable de RGA Activa. Pero la promoción es apenas un capítulo de una historia más amplia que combina producción, logística, acuerdos institucionales y un plan comercial que busca subir de escala.
Producción y magnitud: cifras que marcan el desafío
Deluca detalló que el emprendimiento, iniciado formalmente en 2022, acumula más de 50.000 pollos producidos desde su puesta en marcha. Para el año en curso estiman cerrar con una producción cercana a 20.000 pollos, equivalente —según la propia empresa— a unas 50 toneladas de carne.
Pese a ese crecimiento, el volumen local aún es reducido frente al mercado: según cálculo que dio por válidos en la entrevista, la ciudad de Río Grande demanda alrededor de 4.600 toneladas de pollo al año, mientras que la provincia en su conjunto consume unas 8.700 toneladas anuales. En esos términos, la producción proyectada por RGA para este año representa aproximadamente el 1% del consumo local. Los números ponen en perspectiva el enorme recorrido que todavía resta para sustituir importaciones o cubrir la demanda interprovincial.
“Producimos cerca de 20.000 pollos este año —dijo Deluca—; son alrededor de 50 toneladas. Es mucho esfuerzo, pero respecto al consumo de la ciudad es apenas una fracción. Allí está el desafío.”
Esa diferencia de escala explica por qué la estrategia del proyecto combina venta minorista directa (punto propio), comercio adherido (más de 15 locales en la provincia) y la búsqueda de contratos con clientes mayores: supermercados, cadenas, restaurantes y empresas proveedoras de cruceros antárticos. “La exportación ya está presente en la práctica: la venta a cruceros en el puerto es exportación. Estamos trabajando para cerrar más acuerdos con clientes grandes”, señaló.

Calidad, agroecología y ventaja competitiva
La propuesta de valor de RGA se apoya en la calidad: pollos agroecológicos, sin aditivos ni agregado de agua, lo que, según Deluca, reduce las pérdidas por descongelado o cocción que sufren los pollos importados que vienen congelados. “Cuando viene el pollo con agua agregada pierde 20% por descongelado y otro 20% al cocinarse. Nuestro pollo rinde más en el plato”, explicó el responsable, quien puntualizó además que, en términos netos, el kilogramo local resulta competitivo en costo final.
En paralelo, la empresa trabaja mano a mano con la Bromatología municipal para garantizar estándares sanitarios y se prepara para certificaciones adicionales que exigen grandes clientes. “Los grandes clientes piden más: trazabilidad, certificaciones de proceso. Estamos en ese camino”, afirmó.
Logística y procesos: cómo se produce hoy
La logística del ciclo productivo combina insumos externos y procesos locales. Actualmente RGA trae los pollitos (polluelos) desde un proveedor de Entre Ríos; la logística de traslado opera a través de la empresa Mirgor, socia en el proceso. Una vez en Río Grande, los ejemplares son criados y engordados en naves productivas recuperadas y puestas a punto por el propio proyecto; posteriormente se realiza la faena local y la distribución provincial.
Deluca subrayó que los primeros días de vida del pollito son “decisivos” para el rendimiento final, por lo que hay un fuerte foco en transporte, alimentación y manejo iniciales. Además, el emprendimiento firmó un convenio de cooperación con la UTN fueguina para pasantías y asistencia técnica —por ejemplo, para la puesta en marcha de incubadoras— lo que constituye un eslabón clave para profesionalizar procesos.
Misión Salesiana: recuperar capacidad instalada
Uno de los capítulos más concretos del proyecto fue la recuperación de instalaciones pertenecientes a la Misión Salesiana, que permanecían inactivas por más de una década. “Las naves estaban muy venidas abajo; las pusimos a punto y las usamos para producción. Quedan aún naves por recuperar, pero la capacidad instalada es una ventaja competitiva si logramos la inversión necesaria”, contó Deluca.
El acuerdo con la Misión contempla además una relación económica: La Misión percibe un porcentaje sobre la producción, lo que hace sostenible la puesta en valor del predio, según detalló el responsable.
Financiamiento, estructura societaria y un aporte municipal que no llegó
RGA Activa opera como sociedad del Estado con la Municipalidad de Río Grande como principal accionista; sin embargo, por la normativa vigente —citada por Deluca— las sociedades del Estado hoy se rigen con parámetros similares a sociedades anónimas. La estructura incluye directorio, síndico y facultades para celebrar acuerdos comerciales.
No obstante, la compañía enfrenta limitaciones de capital para las inversiones estratégicas: Deluca admitió que un aporte municipal comprometido por $70 millones no pudo ejecutarse en el período previsto, lo que obligó a que el emprendimiento funcionara este año “sin aporte de capital del municipio en el 2025”, sosteniéndose con flujo de caja y ventas. Esa restricción condensa el principal desafío: para instalar incubadoras propias, certificar procesos y poner a punto más naves se requiere inversión significativa.
“Funcionamos sin el aporte comprometido para el 2025 —dijo Deluca—. Esto hace que tengamos que negociar con proveedores, buscar socios, negociar con grandes clientes y administrar el crecimiento con lo que el mercado nos deja”.

Hacia la incubación propia y el agregado de valor
Una de las metas de mediano plazo es montar incubadoras propias y avanzar en la cría desde el huevo, evitando la dependencia de polluelos traídos de Entre Ríos. Para ello la UTN y pasantías técnicas son parte de la hoja de ruta; pero el salto exige capital para instalaciones anexas —tratamiento, salas, condiciones de bioseguridad— y certificaciones que permitan el acceso a clientes mayores y al mercado gastronómico.
Mercado y competencia: la presión de las importaciones
El contexto nacional también juega en contra: Deluca señaló que el mercado argentino registró un fuerte incremento de importaciones de pollo —especialmente desde Brasil— que presionan precios y volúmenes. En su relato apuntó a un crecimiento en 2025 que, a su juicio, impacta de forma directa sobre pequeños y medianos productores. Aun así, sostiene que la propuesta local tiene un diferencial valorado por consumidores y restaurantes.
Ampliar la canasta: ajo violeta, ajíes y frutillas
RGA Activa no se limita al pollo: anunció planes para diversificar la oferta con ajo violeta (disponible a partir de diciembre), ajíes y frutillas (en temporada). El ajo violeta —según Deluca— se cultiva al aire libre, con riego por goteo, y conserva una genética que la empresa se propuso mantener cuando otros productores se retiraban del mercado. Esa diversificación busca agregar valor a la “marca” local y ofrecer productos diferenciados a restaurantes y consumidores.
Estrategia comercial: minorista, cadenas y cruceros
La estrategia comercial combina canales: venta directa en el punto propio del Paseo Canto del Viento, red de comercios adheridos (más de 15 locales en la provincia), y negociaciones con clientes institucionales y corporativos. Deluca comentó avances con restaurantes en Ushuaia y con proveedores de cruceros antárticos, un nicho especialmente atractivo por volumen y exigencia de calidad.
Promoción inmediata y consumo doméstico
La promoción anunciada (segunda unidad con 30% de descuento) busca empujar ventas y visibilizar la oferta en la comunidad local. El kilo del producto se comercializa a $5.190 y la rebaja en la segunda unidad constituye un estímulo tangible para el consumo hogareño y para mostrar la diferencia del producto fresco frente al importado congelado.
En paralelo, Deluca destacó una tendencia de consumo que favorece proteínas alternativas: “Hoy el consumo per cápita de pollo y de carne vacuna se ha emparejado; el consumo histórico de pollo aumentó y la población modifica sus hábitos alimentarios”, contextualizó durante la nota.
Empleo, huella de carbono y soberanía alimentaria
Más allá del negocio, RGA Alimentos es presentado por sus responsables como un proyecto de interés público: genera empleo local —mano de obra riograndense en diferentes eslabones—, reduce la huella de carbono al acortar la cadena logística (menos transporte de miles de kilómetros) y promueve la soberanía alimentaria al producir kilómetro cero. “Que el consumo del vecino quede dentro de la ciudad tiene un efecto multiplicador en la economía local”, sostuvo Deluca.
Escenario crítico y expectativas
La lectura honesta del responsable de RGA reconoce ventajas y limitaciones: producto apreciado, acuerdos en marcha, capacidad instalada para crecer, pero también la necesidad de capital, certificaciones y acuerdos comerciales de mayor escala. En sus palabras: “Seguimos trabajando, negociando acuerdos, buscando socios y avanzando en certificaciones. La demanda existe, pero la escala del mercado es enorme; tenemos que crecer sin perder calidad”.
Conclusión: una apuesta local con trayecto internacional
La iniciativa de RGA Alimentos sintetiza la tensión típica de proyectos de producción local: calidad y arraigo frente a la presión del mercado global; vocación pública combinada con la necesidad de operar con reglas privadas; crecimiento con restricciones financieras. La promo del 30% en la segunda unidad no es entonces solo una acción comercial: es un gesto para consolidar clientela, una herramienta de política pública industrial local y un paso operativo en un plan que apunta a incorporar restaurantes, supermercados y cruceros en la cadena de clientes.
Si RGA logra convertir su capacidad instalada en una plataforma de incubación propia, cerrar acuerdos con grandes compradores y acceder a la inversión necesaria, la producción regional de alimentos frescos podría expandirse con impacto económico, social y ambiental. Pero ese salto dependerá —en buena medida— de inversiones, alianzas y políticas públicas que acompañen un emprendimiento que ya demostró que puede producir, certificar y vender: 20.000 pollos al año y más de 50.000 ejemplares producidos desde 2022, son cifras que hablan de un proyecto en marcha, con ambición y con deberes por delante.
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