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Río Grande

Día del Almacenero: Despensa “El Sol”, casi 70 años de historia

((La 97)) Radio entrevista a Rosa, propietaria de la despensa “El Sol”, quien comparte la historia de casi 70 años de servicio en la ciudad. Las tradiciones que quedaron atás y los desafíos actuales.

Este 16 de septiembre se conmemora el Día del Almacenero, una fecha que celebra la trayectoria de oficios tradicionales y el vínculo cercano entre comercios de barrio y comunidades.

En Río Grande, la despensa “El Sol” se erige como un cruce de historia y servicio diario. Con casi 70 años en la ciudad, es conocida entre los vecinos por su emblemática oferta y, en particular, por vender algunas de las milanesas de pollo y de carne más solicitadas de la zona.

En el programa “Un gran día” de ((La 97)) Radio Fueguina, la propietaria de la despensa “El Sol”, ofreció a la audiencia una mirada personal sobre la realidad del comercio minorista en tiempos complejos y la continuidad de un legado familiar que ha pasado de generación en generación.

En palabras de Rosa, la historia de la despensa se entrelaza con la memoria colectiva. “Uno a veces no se da cuenta; antes éramos una población más chica y nosotros continuamos con el legado de los antiguos dueños; nosotros hace muchos años que estamos en el almacén”.

La continuidad y la resiliencia son ejes centrales en la visión de Rosa. “La sensación es hermosa; porque todavía perduramos; todavía continuamos de pie; porque estamos en un año muy difícil y hay que continuar nomás con nuestra gente, con nuestros vecinos; tenemos muchos clientes de distintos lugares; también acá en el barrio nos siguen los vecinos; así que estamos contentos”.

En su relato, la comerciante subraya la conexión con la comunidad y la diversidad de clientela que acompaña a la despensa desde hace décadas.

La evolución del negocio, desde sus orígenes, también forma parte del relato. Rosa recuerda que “la despensa nace en el año 54 con sus antiguos dueños y después en el año 88 lo alquilamos mi marido y yo y de ahí continuamos el legado”.

La continuidad de la marca, insiste, es producto de decisiones y gestos que fueron dejando huellas en la memoria de los vecinos.

Sobre los comienzos, la propietaria describe una transformación gradual. “Empieza como Ramos generales, porque era todo campo; así que comienza como un almacén muy chiquito de Ramos generales y después con el tiempo se hace despensa; y después cuando nosotros llegamos acá pusimos carnes, pusimos otras cosas”.

Rememora una época en la que la tienda ofrecía productos en lata y, con el tiempo, incorporó carnes y otros rubros, adaptándose a las necesidades de la comunidad.

El contexto económico actual aparece con claridad en el testimonio de Rosa. “Hoy la situación está difícil, muy difícil, pero todavía esperamos que mejore; porque uno acá también se maneja por el resto del país; Tierra del Fuego siempre dependemos mucho de Nación; entonces cuando los gobiernos están bien a nosotros también nos ha ido bien”.

En su análisis de consumo, Rosa señala cambios en los hábitos de compra. “Hoy la gente prioriza cosas; la gente ya busca precios; si le sirve el precio que nosotros tenemos, sí compra; pero miran y controlan todo; con esto de los precios están todos buscando mucho; porque está difícil; hay mucha gente que no tiene trabajo”.

Añade que “ya no se hace lo del fiado como antes; tiene que ser muy conocido y por ahí tampoco se puede, porque no se puede soportar; porque todos los días hay que comprar para reponer el stock; y eso del fiado como que se cortó”.

Entre recuerdos de época, Rosa comparte imágenes de un pasado más artesanal. “Acá Don José tuvo mucho cliente; muy bueno; gente muy antigua; y algunos ya no están; y él sí daba créditos y les pagaban; eran súper responsables”.

Describe también prácticas de venta que hoy resultan nostálgicas. “En una época cuando vendíamos a granel, teníamos una pared completa de galletas; vendíamos galletas, vendíamos azúcar, harina y el aceite; vendíamos bombones que venían en cajita; a veces los terminábamos vendiendo sueltos; el arroz también; hubo una época en la que vendíamos vino en cuartos y medio litro”.

“Hubo una época que se vendía suelto el vino, lo fraccionábamos en cuartos, que venía la gente con su pingüino o su jarrita, y medio litro también, entonces así se vendía para almorzar y venían a buscar el vino, eran muy bonitas épocas”, expresó Rosa.

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