Emilia Gandolfi, una niña que ha convertido su historia de amor por las Islas Malvinas en un proyecto familiar, se ha convertido en un símbolo de esperanza para una ciudad que mira al archipiélago con memoria histórica.
Sus padres, comprometidos con hacer realidad el viaje que Emilia sueña desde pequeña, trabajan con comunidades, artistas y colegas para reunir los recursos necesarios y gestionar los trámites que permitan que la menor pueda conocer ese territorio argentino ocupado ilegalmente por el imperialismo británico.
La historia de Emilia nace en casa, según explica María Janez, la madre de la niña, en una entrevista realizada por el programa Radio Noticias de ((La 97)) Radio Fueguina. “El tema empezó en casa, cuando empezó el jardín, que conoció la marcha de Malvinas, empezó a preguntar y empezamos a hablar de Dónde quedan las Malvinas, que eran argentinas y que ahora viven ahí los ingleses”, relata Janez.
El relato de Janez continúa con la decisión de intentar hacer posible el viaje. “Definitivamente sí se puede con pasaportes; no se necesita ningún permiso extra, nada, pero es bastante costoso ir”, señala.
Para la familia, el objetivo no es solo turístico, sino educativo y simbólico: “una manera de que Emilia, que tenía tres años cuando comenzó a interesarse, pueda conocer de primera mano lo que para muchos fue y sigue siendo parte de su historia”.
La planificación no se detiene en los trámites. Janez detalla cómo la familia ha buscado apoyo y colaboraciones para hacer realidad este proyecto, desde contactos con colegas y asociaciones locales hasta la ayuda de personas que ya trabajan visibilizando Malvinas desde distintas perspectivas.
“En internet no encontrábamos mucha información, y ahí surge la red de gente que nos pasó datos útiles: Franco Pereira con su documental, Aylen Mauricio que viaja con grupos argentinos, Daniela que corre maratones por la paz y que seguramente nos acompañará”, comenta.
En redes sociales, promueven la venta de escarapelas para financiar el viaje y piden apoyo a la comunidad para cubrir costos de pasajes y estancia mediante estas ventas del símbolo patrio.
Según Janez, estas acciones permiten a Emilia acercarse a la realidad histórica y cultural de Malvinas, al tiempo que involucran a vecinos y amigos en un proyecto de educación cívica y memoria, pero también de crecimiento personal y familiar.
La ruta hacia Malvinas, para una familia de Río Grande, no está exenta de obstáculos. Además de la barrera económica, el proyecto implica gestionar permisos de viaje y asegurarse de que la experiencia educativa sea significativa y respetuosa de un tema de alta sensibilidad histórica y política.
Sin embargo, para María Janez y su familia, el objetivo es claro: convertir lo personal en aprendizaje compartido y abrir un espacio de diálogo intergeneracional sobre Malvinas, la memoria y la identidad provincial.
Este caso, que ya comienza a resonar en la comunidad local, podría inspirar a otras familias a mirar la historia de Malvinas desde una perspectiva pedagógica y proactiva. Si Emilia logra viajar, su historia podría convertirse en un ejemplo de cómo la educación, la familia y la ciudadanía pueden converger para transformar un sueño en una experiencia educativa viva, en un territorio argentino marcado por cicatrices de la memoria.
Comentarios