Hans Mamprin, el joven abogado de Río Grande, presentó en el programa “Un gran día” de ((La 97)) Radio Fueguina una crónica personal que va más allá de los títulos y las funciones públicas.
Su relato revela cómo una infancia rodeada de leyes y un entorno familiar comprometido con la profesión moldearon una vocación que hoy da sus primeros frutos en la práctica legal y en la investigación.
Nacido y criado en Río Grande, Mamprin rememora su origen con una mirada clara: “nací en Río Grande en la clínica CEMEP y viví toda mi vida acá; fui a la primaria en el EMEI y el secundario en el CIERG. Tengo 22 años los cumplí en marzo.”
Esa base local, cargada de experiencias cotidianas, constituye el escenario en el que se despliegan sus primeros sueños. “Me recibí hace muy poquito hace una semana. Así que es muy reciente.”
Según comentó, su familia jugó un rol decisivo en esa construcción. “Mis papás los dos son abogados; mi papá prácticamente no ejerció pero mi mamá sí y cuando era chico, como no tenía con quién dejarnos, nos llevaban a su estudio jurídico y si bien uno no entiende nada de leyes a los 7 años siempre estaba por ahí deambulando y cuando me preguntaban yo decía que quería hacer abogado”, señaló el profesional fueguino.
La trayectoria educativa de Mamprin no se limitó a las aulas, su curiosidad insaciable y su amor por la lectura lo empujaron hacia la investigación académica. Sobre la propia tesis, compartió que se centró en un tema controversial y actual: la eutanasia en el sistema argentino.
“Mi tesis se trataba sobre la eutanasia en el derecho argentino. Planteo la posibilidad de que puede aplicarse en base al artículo 19 de la Constitución nacional, y una solución que es básicamente una ley, porque sin una ley es prácticamente inviable”, mencionó Mamprin.
Su ingreso al mundo profesional se ha dado con rapidez, pero de manera deliberada. Mamprin describe su inicio en la administración pública local, trabajando en la Subsecretaría de Hábitat, en el área legal del Municipio, donde se ocupa del armado de dictámenes y otros aspectos jurídicos.
Este paso, afirma, es parte de una construcción gradual: “el derecho como tal exige que uno se capacite constantemente.” Y, a la par, su interés por la tecnología legal asoma con fuerza, por lo cual comentó que “me interesa algo quizás vinculado con lo que es la Inteligencia artificial… me gustaría ver la forma de incorporarlo.”
La historia personal de Mamprin no está exenta de dudas ni de desafíos. Explica que la vida universitaria y el desarrollo profesional implican un aprendizaje continuo y, a veces, la necesidad de asumir responsabilidades significativas a una edad temprana.
Sobre ese balance entre juventud y compromiso profesional, su testimonio ofrece una mirada de resiliencia: “no soy de pedir ayuda, me da vergüenza un poco, entonces lo hice solo. Igualmente tenía ayuda de las tutoras de mi tesis… de alguna forma no la hice 100% solo.”
Entre el pasado que lo formó y el futuro que imagina, Mamprin coloca su visión de la justicia en un marco moderno y tecnológico. Explicita que la inteligencia artificial puede ser una aliada poderosa para la práctica jurídica, siempre que se utilice con ética y responsabilidad.
“La Inteligencia artificial bien utilizada es fabulosa, pero también hay gente que lo utiliza para cosas no tan agradables -sostuvo el letrado-. Mi idea es utilizarlo en lo que yo estudié y con la idea de hacer el bien… seguramente va a llegar al ámbito judicial.”
Este retrato de vida de Hans Mamprin, contado por él mismo, ofrece una mirada íntima sobre la concatenación de experiencias: la crianza en un entorno legal, la formación académica rigurosa, la incursión en la administración pública y la apertura hacia tecnologías emergentes.
Es la historia de un joven que, con raíces firmes en la comunidad de Río Grande, se propone construir una carrera que combine servicio público, rigor jurídico y una conversación constante con la innovación.
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