En Río Grande, Nora Raquel Yaccuzzi, vecina ligada a la comunidad celíaca, ofrece una visión cercana sobre la realidad de quienes deben convivir con una alergia e intolerancia alimentaria que impone restricciones diarias y costos que no todos están dispuestos a assumir.
En el marco de su intervención en el programa “Un gran día”, transmitido por ((La 97)) Radio Fueguina, describe con claridad los desafíos que enfrentan las personas celíacas para vivir y consumir sin exponer su salud.
“Lo que nos complica es en lo que tiene que ver con harinas específicamente, porque gracias a Dios con lácteos carnes, verduras y frutas no tenemos problemas; el tema nuestro es específicamente harinas”, resume, y amplía que “para hacer una comparación, si un producto por ejemplo fideos, de los que son de trigo, que son los normales que consume todo el mundo, tiene un precio de 1.000 o 1.200, los nuestros van de 3.000 para arriba, hay diferencia; también las galletitas son carísimas, y básicamente todo lo que tenga como base de preparación o elaboración harina de trigo, harina de cebada y centeno”.
Según su relato, “la celíaca específicamente son los cuatro productos contienen trigo, avena, cebada, centeno, así se detecta, no hay medicación gracias a Dios, simplemente hay que hacer una dieta estricta, no consumir nada que tenga esa cuestión”.
La dieta obligatoria implica revisar etiquetas minuciosamente para evitar el gluten y, cuando no hay trazabilidad clara, enfrentan reacciones que pueden ser dolorosas y peligrosas.
Uno de los aspectos más críticos señalados por la vecina es la contaminación cruzada: “el problema es la trazabilidad que tienen los alimentos y siempre tenemos que ver las siete etiquetas o ver que tenga el logo, porque si no enseguida empiezan las reacciones de lo que se llama contaminación cruzada, que es cuando tenemos o estamos en algún lugar donde por ejemplo vamos a comer y ponen los pancitos en la parrilla”.
En estas situaciones, los celíacos suelen llevar consigo su propio plato para evitar que la cocción de alimentos con gluten contamine lo que consumen, una precaución que ha pasado a formar parte de la vida diaria de muchas familias afectadas.
“Yo por ejemplo cuando salgo no comparto mate, porque si la otra persona está comiendo una galletita o alguna factura también es contaminación cruzada”, señaló.
Otro frente relevante es el costo económico. La experiencia compartida por Yaccuzzi muestra una diferencia notable entre productos con gluten y sus alternativas sin gluten. La realidad del sistema de Salud y los reintegros también emerge en el relato.
“Las obras sociales privadas te hacen los reintegros sobre las harinas”, lo que sugiere que, si bien existen mecanismos de devolución, el proceso puede ser complejo y no siempre suficiente para cubrir la totalidad de los gastos. Esto refuerza la necesidad de políticas públicas que faciliten el acceso a productos seguros y asequibles para personas con celiaquía.
Sobre su caso personal comentó que “a mí en el 2012 me detectaron, que en realidad fue de casualidad porque en realidad yo venía con un periodo de seis meses de mucha anemia, tomando incluso hierro y tomaba también medicación, porque me sentía muy hinchada como decimos todos tengo la panza hinchada, esa era la sensación y de casualidad me hicieron una endoscopia”.
“Cuando me desperté de la anestesia me preguntaron si era celíaca, en el 2012 más o menos, era esa época, y no sabía, así que me dijeron que creían que podía ser celíaca”, mencionó la vecina, y añadió que “el diagnóstico era por sangre y cuando hay algunos valores que se disparan se hace una biopsia del intestino delgado”.
La narración de Yaccuzzi no se limita a describir dificultades; también revela prácticas de convivencia y organización familiar para afrontar la situación. “Acá en mi casa todos los productos que tenemos son para celíacos. Lo único que por ahí sí compramos son facturas que yo no puedo comer pero tampoco los puedo privar entonces eso lo dejamos en una habitación en el quincho y de ahí van consumiendo ellos”, comparte, destacando la organización práctica que permite asegurar la seguridad alimentaria sin renunciar por completo a ciertos gustos o tradiciones familiares.
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