En una entrevista en ((La 97)) Radio Fueguina, el ministro de Educación de Tierra del Fuego, Pablo López Silva, profundizó sobre la transformación educativa impulsada por el gobernador Gustavo Melella, cuyo anuncio formal se realizó esta semana con la firma de un documento que involucra a «docentes, estudiantes y toda la comunidad». López Silva admitió que el proceso «va a ser incómodo» porque exige cuestionar estructuras vigentes «desde la época de nuestros abuelos», pero insistió en que es urgente adaptar la escuela a las necesidades laborales y productivas de la provincia.
El ministro retomó las tres preguntas centrales que el gobernador planteó como eje del debate: «¿Qué enseñamos, cómo enseñamos y para qué enseñamos lo que enseñamos?. Si realmente nuestros estudiantes lo que reciben es lo que necesitan para insertarse en el mundo del trabajo», cuestionó, y señaló que los diseños curriculares actuales deben revisarse junto con «los formatos de escuela, los tiempos de clase y hasta el sistema de calificación». Puso como ejemplo la resistencia inicial al uso de celulares en las aulas: «Era todo un escándalo, y es una herramienta valiosa. Los chicos tienen el mundo en sus manos desde los tres años».
López Silva fue enfático: «Nada de esto se hará sin una inversión real y permanente. Sin eso, será una utopía». Reconoció que los salarios docentes son insuficientes –«sobre todo en Ushuaia, con el problema de los alquileres»– y que la crisis provincial limita las acciones.
Sin embargo, adelantó que trabajan en un «proyecto de ley de financiamiento educativo y sanitario», junto al sindicato SUTEF, para garantizar recursos. «Tenemos claro para qué los queremos: infraestructura, tecnología y la mochila pedagógica», explicó. Este último concepto incluye no solo útiles, sino también «alimentación, deporte y acceso a tecnología» para los estudiantes.
El ministro destacó un dato alentador: «Hoy llegan más estudiantes al último año de la escolaridad obligatoria; bajó el desgranamiento». No obstante, remarcó que el sistema aún no logra que los egresados tengan «un proyecto de vida claro». Para abordar estas contradicciones, el gobierno iniciará foros participativos en escuelas de Río Grande y Ushuaia, coordinados con supervisores, directivos y otros ministerios. «Todos deben aportar: industrias, comercios, clubes, iglesias. La escuela es responsabilidad social», concluyó.
La implementación, admitió, será gradual y requerirá consensos. Pero insistió en que el statu quo ya no es opción: «Si los formatos actuales sirvieran, no tendríamos chicos que terminan el secundario sin saber qué hacer con su vida».
Comentarios