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Palabra experta

Incidencia de trastornos del lenguaje en niños de Río Grande 

La fonoaudióloga Ana Canaviri reveló que el 80% de los casos locales se vinculan a retrasos y dificultades articulatorias, enfatizando controles preventivos y estimulación temprana.

En diálogo con ((La 97)) Radio Fueguina, la licenciada en Fonoaudiología Ana Canaviri alertó sobre la prevalencia de trastornos del lenguaje en la población infantil de Río Grande: «De todos los pacientes que ingresan con solicitud de terapia de lenguaje, te podría decir que el 80% es el lenguaje, el retraso del habla y el trastorno de los sonidos del lenguaje, lo que antes llamábamos dislalia»

Canaviri explicó que el retraso del habla ocurre «cuando el habla no aparece. El niño tiene un año, dos años, dos años y medio y no aparece el habla», mientras los trastornos de sonidos implican que «sustituyen u omiten diferentes sonidos, como la rr, sustituyen la rr por la l, omiten algunos o hay una deformación».

La profesional vinculó esta problemática a múltiples factores: «El lenguaje va a aparecer cuando está todo orgánicamente bien, cuando las etapas evolutivas se vienen cumpliendo en tiempo y en forma y cuando el estímulo familiar y la interacción familiar y el entorno que rodea ese niño es acorde»

Destacó que, pese a la maduración genética, «se necesita de la interrelación, estimular el lenguaje» mediante estrategias como «rondas infantiles, canciones, estimular el balbuceo, leer cuentos cortos con imágenes, utilizar lenguaje simple y recitar rimas». Advirtió sobre riesgos en la escolarización, «cuando ya empieza la lectoescritura, cómo hablo, escribo», lo que agrava las dificultades si no hay intervención temprana.

Canaviri insistió en la urgencia de evaluaciones audiológicas y controles evolutivos fonobiológicos preventivos: «Si un niño tiene un año, dos años y no tiene un sonido, sí o sí hay que consultar al pediatra (…) para ver realmente si el input de la entrada del sonido está bien». Subrayó que estos controles abarcan no solo el habla, sino también «respiración, oclusión dental, deglución, cómo mastica, cómo posiciona la lengua», ya que malos hábitos «deforman la pieza dentaria, el paladar y el mismo órgano que usamos para alimentarnos lo usamos para hablar». Ante casos complejos, recalcó: «No perdemos tiempomse pide interconsulta con el neurólogo infantil» para un diagnóstico certero.

Pese a la gravedad, la fonoaudióloga manifestó optimismo: «Siempre hay posibilidad» de mejorar con trabajo conjunto entre familias, escuelas y profesionales. Concluyó enfatizando que el objetivo central es que «ese niño pueda comunicarse, contar sus emociones y sentimientos», garantizando así su desarrollo integral en sociedad.

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