El Gobierno de Javier Milei dio un paso más en su política de liberalización del mercado al confirmar la eliminación total de los aranceles a la importación de teléfonos celulares, actualmente gravados con un 16%.
La medida, anunciada por el vocero presidencial Manuel Adorni, se implementará en dos etapas: primero se reducirá al 8% mediante un decreto que entrará en vigencia esta semana, y a partir del 15 de enero de 2026, la tasa llegará a 0%.
Además, se reducirán los impuestos internos para televisores y aires acondicionados, tanto importados como aquellos fabricados en Tierra del Fuego.
La decisión, presentada como un alivio para los consumidores ante los altos precios de la electrónica en el país, generó inmediata preocupación en la provincia más austral, donde el régimen de promoción industrial ha sido históricamente un pilar económico.
Adorni justificó la medida señalando que «hoy un celular en Argentina cuesta el doble que en Brasil o Estados Unidos», y argumentó que la reducción impositiva no solo abaratará los productos, sino que también desincentivará el contrabando y el robo de dispositivos.
Sin embargo, es claro que la apertura indiscriminada debilitará la producción local, que opera bajo beneficios fiscales para compensar los costos logísticos y climáticos extremos de la región.
Mientras el Gobierno celebra que los precios de los productos importados podrían caer hasta un 30%, en Tierra del Fuego crece el temor por el futuro de las fábricas radicadas en la provincia.
El anuncio llega en un contexto ya crítico para la industria electrónica nacional, que enfrenta una creciente competencia con bienes extranjeros y una demanda interna debilitada.
La baja de impuestos para los productos que se fabrican en Tierra del Fuego, aunque aparentemente favorable, podría no ser suficiente para compensar el impacto de la apertura arancelaria, especialmente si no se implementan políticas complementarias que protejan la competitividad local.
La medida, enmarcada en la filosofía de «devolver el dinero al bolsillo de los argentinos», plantea un dilema entre el beneficio inmediato al consumidor y la sostenibilidad de un modelo industrial clave para nuestra provincia, alejada geográficamente de los grandes centros urbanos.
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