melisa urdapilleta
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Chicos Que Crecen

Melisa, socióloga interesada en las políticas públicas como motor de cambio

El segmento radial del programa “Un Gran Día” propone la historia de una joven profesional de la Sociología con una mirada hacia las políticas públicas.

Melisa Urdapilleta es licenciada en Socióloga egresada de la UBA. Previamente, durante su escolaridad en Río Grande pasó, por las salitas verde y naranja en el jardín Calesita Encantada. La primaria la transitó en la antigua Escuela N° 8, y la secundaria la dividió en dos etapas. Comenzó en el Colegio «Soberanía Nacional», antiguamente conocida como «Comercio 2».

Finalizó el secundario en lo que fue la antesala del actual CIERG, como primera cohorte de esa nueva institución educativa. Entre sus recuerdos de su cursada en este colegio, resaltó que «tampoco fue tan común. Fue un bachiller con orientaciones económicas», sin embargo, en los inicios en el que el CIERG buscaba su identidad «pasamos por un montón de materias, de conocimientos, de contenidos. Tuvimos una formación atípica», añadió la licenciada.

“Fue muy interesante -agregó-, porque si bien me acuerdo que, en su momento, nos quejábamos bastante, o pedíamos reuniones, porque eran muchas materias, pudimos hacer muchas cosas, desde un taller tecnológico, hasta dibujo técnico, que no es muy común» en los colegios convencionales. En diálogo con Marita Romero durante el programa “Un Gran Día”, Melisa Indicó que el trabajo del sociólogo es la tarea de “preguntarse, hacerse preguntas, hacerle preguntas a la sociedad, tratar de comprender”.

A su vez, relató que existe un dilema interno dentro de la profesión para definir el enfoque que cada uno le dará a su trabajo: “Está la discusión eterna, entre esta cosa de este país que es Boca-River, la dicotomía siempre, lo discuto en clases. Si somos o nos formamos como sociólogos para la vida académica, para la vida científica y para estar separados de la sociedad y mirar desde afuera, y ofrecer esas preguntas para que la sociedad se pueda pensar en su tiempo; o si somos sociólogos más para la intervención, no solamente preguntar y decir vi esto, me parece que pasa esto, sino además intervenir en la realidad y propiciar o colaborar en transformarla, por eso que a veces todavía consideramos que son injusticias que no deberían existir”.

En este sentido, amplió que la segunda opción tiene que ver con el análisis de las medidas que se pueden tomar desde el Estado. “Hay una rama muy grande que se dedica al campo de las políticas públicas -subrayó-; es pensar para proyectarlas siempre mirando desde el Estado, desde la sociedad, o colaborar con organizaciones de la sociedad civil para comprender y pensar, propiciar, motorizar espacios de mejora, ya sea desde la palabra o ya sea pensando proyectos específicos”.

Entrevistada por Marita Romero, en el aire de ((La 97)) Radio Fueguina, Melisa además nos regaló la intimidad de conocer cómo descubrió su vocación. La socióloga entendió que se podría decir que en su interior tenía planificado desde siempre ser profesional en el estudio de los hechos humanos, aunque dejó algo de toda esa búsqueda y destino a la interpretación de los sucesos casuales.

Resaltó que su elección con la Sociología fue «una causalidad que ocurrió muy rápida». Con 15 años se encontraba en su tercer año de secundaria. Su madre había viajado a Buenos Aires, y en su retorno a Río Grande, regresó con folletos de universidades, para su hermana mayor, que en ese entonces viajaría a la capital de la nación para estudiar. Aquel día se encontraba acompañada también por una amiga de su madre, Lili, quien entre los folletos le indicó que tenía que estudiar Sociología, desconcertada le preguntó el porqué, a lo que Lili enfatizó con que le iba a encantar.

«Se ve que había algo de la sociología y algo de mi personalidad que era, como dicen algunos jóvenes, un match», destacando que tras la sugerencia de Lili, «automáticamente me puse a estudiar» sobre el tema. Su madre apoyó la idea: Viajaron a CABA, para dirigirse a la antigua sede donde se dictaba la carrera. «Mi mamá entró, vio la facultad, los pasillos y dijo ‘este es tu lugar’. Yo seguí ese instinto familiar colectivo y fui; y sí, era mí lugar«.

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