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Alarma

Advierten que los glaciares de Tierra del Fuego podrían desaparecer en 60 años

Los especialistas sostienen que los “glaciares de circo”, característicos de la provincia, se encuentran en retroceso por el cambio climático.

En un diagnóstico desolador, los científicos advierten que a los glaciares de Tierra del Fuego les restan entre 40 y 60 años antes de desaparecer. Los especialistas sostienen que los “glaciares de circo”, característicos de aquella provincia, se encuentran en retroceso por el cambio climático. Las altas temperaturas –como efecto del calentamiento global– están acelerando los deshielos y redujeron un tercio de su masa en los últimos 20 años.

El fenómeno afecta en especial al Martial, un emblema natural de Ushuaia que se partió en tres fragmentos. La ciudad depende casi en su totalidad del glaciar para el suministro de agua potable y, de continuar la tendencia, podría entrar en estado de emergencia. El pronóstico es pesimista, pero no irreversible si se adoptan acciones inmediatas. La posibilidad de recuperarlos, según consignan, será un proceso lento en el que tengan que registrarse varias décadas con temperaturas por debajo de las actuales que permitan una acumulación de capas de nieve para nutrir nuevamente a los cuerpos de hielo.

El problema fue advertido con crudeza en Hostil, un documental de producción argentina enfocado en los glaciares del archipiélago fueguino y su relación directa con las turberas, que son humedales milenarios que dependen del agua dulce para que su ecosistema no colapse. El documental contó con la colaboración y los estudios de científicos del Centro Austral de Investigaciones Científicas (Cadic) del Conicet. Además colaboró la empresa tecnológica Google, que aportó una cámara especial que permitió a los realizadores mapear los rincones más inhóspitos de la provincia del sur argentino y registrar en una expedición osada cómo el hielo cede por la intensidad solar y el impacto de la actividad humana.

Los especialistas destacan la necesidad de que a futuro se declare a la Península Mitre área protegida. El sitio alberga glaciares, una fauna y flora diversas, y contiene el 84% de las turberas del país, un activo natural que es clave para evitar la liberación de carbono en la atmósfera.

“Si se mantiene la tendencia climática, de temperaturas elevadas y cada vez menos precipitaciones, los glaciares de circo de Tierra del Fuego van a desaparecer en los próximos 40 a 60 años. La mayoría están retrocediendo de forma muy acelerada, sobre todo en los últimos cinco años, que coinciden con el incremento alto de las temperaturas registradas en ese período. Revertir la situación climática va a ser muy difícil”, dice a LA NACION Juan Federico Ponce, geólogo investigador del Conicet y profesor de la Universidad Nacional de Tierra del Fuego.

Los glaciares de circo son un tipo más pequeño de estas formaciones. Se ubican en las cabeceras de los valles recluidos en los picos de las montañas. Al no tener una altura muy elevada respecto del nivel del mar, son muy sensibles al aumento de las temperaturas en el planeta. Son los que predominan en la provincia y hay relevados alrededor de 110 en la cordillera fueguina, aunque el número es actualizado cada año por los investigadores, con una tendencia descendente.

El fenómeno de retroceso es explícito en el glaciar Martial, que está ubicado en Ushuaia y puede ser avistado desde casi cualquier punto de la ciudad. Por el adelgazamiento de su masa terminó por fragmentarse. “Con el correr del tiempo, por reducción de la superficie se dividió en tres cuerpos más pequeños”, dice el glaciólogo. Y agrega: “La posibilidad de recuperar los glaciares es un proceso lento. Tienen que haber varias décadas con una temperatura por debajo de la actual para que se estabilicen primero y dejen de retroceder. La formación de hielo se hace a través de la acumulación de nieve en la superficie. Los glaciares se alimentan de nieve que queda allí, y tiene que aguantar todo un verano sin derretirse para que sobre ella caiga más nieve y se forme el hielo”.

La problemática no se limita a los glaciares toda vez que, como cuerpos de agua, están asociados a los arroyos que alimentan ríos y lagos. También de ellos dependen las turberas, que son ecosistemas sensibles con abundante vegetación en los valles de Tierra del Fuego. Estos ambientes formados hace más de 19.000 años funcionan como “aspiradoras de carbono” y necesitan de mucha humedad y frío para seguir existiendo. “La desaparición de los glaciares corta el suministro de agua que les llega. Son humedales que sirven de reservorios de carbono porque evitan que los gases de la descomposición orgánica se libere en la atmósfera”, detalla Ponce.

Las turberas de Tierra del Fuego son lugares prácticamente vírgenes y únicos en el mundo. En la antigüedad las tribus yámanas habitaron esas regiones, pero mantuvieron una relación con la naturaleza que no dejó huellas en el ecosistema y se mantienen en la forma natural que fueron generadas. Tienen una superficie con vegetación viva, principalmente musgos y a medida que la flora muere se acumula en su fondo. Tienen una estructura fibrosa y retienen mucha agua. Alcanzan hasta 16 metros de profundidad y sirven, a la vez, de archivo geológico vivo porque con el estudio de sus capas se puede conocer cuál era el clima en la época de cada una de ellas.

Antes de que se tomara conciencia, se explotaban por su gran poder calorífico. Los panes de turba eran extraídos por el hombre, se drenaba el agua y se usaban para calentar salamandras y chimeneas. La actividad aprovechaba la energía de las turberas, pero paralelamente aceleraba la liberación de carbono en la atmósfera, por lo que comenzó a limitarse.

Fuente: La Nación

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