Hacía tiempo que se advertía el mal estado de conservación de la estructura del puente colgante sobre el río Grande, que databa del año 1922. El fuerte viento y las mareas altas que trajeron bloques de hielo por el río fue la mezcla ideal para que terminara de colapsar el histórico puente colgante de sobre el río Grande.
Caía así un verdadero ícono de la ciudad, que previamente había provocado que se levantaran voces, pero nadie las escuchó: ni siquiera alguien sabía decir quién era el responsable del mantenimiento de la monumental obra de ingeniería.
La naturaleza hizo lo suyo; un río crecido y embravecido dañó primero y derrumbó después casi la totalidad del armazón. El viejo puente parecía un gigante herido, hasta que los tensores cedieron y con ellos lo que quedaba de la estructura.

Final y después, la desidia
El final del puente se había comenzado a escribir el 13 de diciembre del 2010 cuando se rompieron varios tensores del puente, también producto de fuertes vientos. Desde esa fecha fueron muchos los funcionarios que hablaron de su restauración pero nada se hizo hasta que, finalmente, se selló su final un 5 de agosto de 2011.
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