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El gobierno nacional reactiva el conflicto con el campo: todo el pasado por delante

La cadena de maíz en Argentina es una compleja máquina de crear riqueza, empleo y divisas. Cerrar la exportación de maíz trae aún más complicaciones al interior productivo con consecuencias imprevisibles.

Por: Fernando Gliubich (*)

 

El presidente Alberto Fernández se preguntaba en los medios ¿por qué los argentinos pagan el kilo de asado igual que lo paga un alemán?

Podríamos escribir por horas argumentando las malas políticas de este gobierno, pero para empezar hay que decir que parte de una premisa falsa. La carne vacuna es mucho más barata aquí (y siempre lo ha sido) que en países como Alemania.

Desconocer sobre temas vinculados a la actividad no es ningún delito, si quien lo hace no es el presidente de Argentina, que depende del campo para subsistir, más en un momento de falta de divisas, caída de la actividad industrial, aumento de presión fiscal, aumento de combustibles, aumento de costos por flete, protocolos COVID-19, insumos, en definitiva, de recesión generalizada.

Las entidades agropecuarias a través de la Mesa de Enlace, menos CONINAGRO, han decretado un paro por 72 hs. durante los cuales no habrá liquidación de granos. Las malas políticas del kirchnerismo con el campo no son ninguna novedad: de la 125 hasta hoy, las medidas que adoptaron primero con Cristina Fernández de Kirchner y después con Alberto Fernández no sólo están basadas en el desconocimiento sino también en la irracionalidad. El campo y la cadena agroindustrial son dos sectores estratégicos, que necesitan oxígeno para seguir impulsando una locomotora a la cual todas las semanas se añaden vagones, pero no incentivos para seguir traccionando.

Está demostrado que aquellas políticas tendientes al control de precios en la Argentina, nunca dieron resultados. El precio al consumidor no baja y, lo que es peor, quita previsibilidad a los sistemas productivos y resta confianza en los mercados internacionales.

Cerrar las exportaciones, como acaban de hacer con el maíz, creará siempre el efecto adverso al buscado, caerán las inversiones, y pone de nuevo al campo en las rutas generando de nuevo preocupación y rechazo de parte de un sector que es motor para el crecimiento de la economía del país.

En resumen, el camino es resolver la causa del problema argentino, la estructura del Estado y sus obligaciones, que debe recaudar cada vez más y presiona por ende al sector primario, uno de los pocos ingresos genuinos de divisas en este contexto, sin turismo y pocas certezas.

 

 

(*) Expresidente de la Asociación Rural de Tierra del Fuego

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