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Uno de los últimos restos de los años fundacionales de Río Grande: Se desmorona el histórico muelle del frigorífico CAP

La centenaria estructura de madera comenzó a colapsar, por la falta de mantenimiento. Los restos de lo que fue el muelle están siendo arrastrados por las aguas del río Grande.

El 7 de agosto de 2012, el Centro de Antiguos Pobladores de Río Grande emitía un comunicado crítico, al respecto del primer aniversario (que se cumplía ese día) de la caída del histórico puente colgante sobre el río Grande.

En la solicitada, titulada “El día de la desidia”, señalan que, frente al deterioro del puente (que llevaba unos meses dando evidencias que se encontraba a punto de colapsar) “los responsables haciendo uso de sus recursos, esos que no se pusieron en favor del mantenimiento del puente, argumentaron excusas para desligarse de la pérdida irreparable que ha sufrido el patrimonio de la ciudad”.

“El antiguo puente colgante, no es la primera víctima de esta desidia –lamentan- por el contrario, es una más que cada tanto nos recuerdan el desapego que existe por nuestra cultura, nuestros predecesores y por nuestros símbolos.

“La desidia mostrada por los gobernantes en el cuidado del patrimonio histórico riograndense es una constante”, reprochan los pioneros riograndenses, advirtiendo más adelante que “lugares históricos a los cuales el tiempo y clima embate sin protección como el Barrio CAP… sólo falta que su viejo muelle entregue su historia a las frías aguas del río ante la falta de cuidado”.

Fatídicamente, 7 años más tarde, la profecía se cumple. El viejo –histórico- muelle del barrio CAP ha comenzado a colapsar. Sus maderos podridos, abandonados de toda protección, comienzan a ser arrastrados por las aguas del río.

Como arrastra esos restos de tiempos gloriosos, el agua se ha llevado miles de discursos políticos pletóricos de sandeces al respecto de cuidar el patrimonio cultural, pero nada se hizo al respecto en favor de la historia de una ciudad a punto de cumplir 100 años.

Un siglo en los papeles, porque la historia de Río Grande comenzó a escribirse mucho antes. En lo económico, cuando la Compañía Frigorífica Argentina de Tierra del Fuego se instaló en la margen sur del río para desarrollar una prolífica actividad exportadora de carnes, que fue continuada desde 1940 por la Corporacion Argentina de Productores de Carnes (CAP).

Fue el 30 de septiembre de 1916 cuando el Congreso Nacional sanciona la ley 10.171 que autorizó la instalación, en la margen sur del río Grande, de «un frigorífico y fábrica de carnes con capacidad de un faeneo diario de 2.000 animales lanares y hasta 200 cerdos». La autorización fue otorgada a Alejandro Menéndez Behety, quien quedaba facultado a construir un puente metálico sobre el mencionado río, el cual después de 15 años quedaría como propiedad del Estado.

Todas las estancias de la isla tenían así un modo de faenar y exportar la carne procesada de sus animales de cría.  En la siguiente década, de 1921 a 1930, el faenamiento alcanzó a 2.340.200 lanares, cuyas carnes procesadas se exportaron, principalmente a Inglaterra.

Toda esa producción era subida a barcos frigoríficos desde el muelle de madera, construido en 1916. Pasaron desde entonces 103 años. Demasiado tiempo, demasiada historia, demasiada desidia. Hoy las aguas comienzan a llevarse las últimas huellas de esa historia de sacrificio y esfuerzo fundacional.

 

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