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Se venden 70 alfajores por segundo en Argentina

Esta golosina es un fenómeno nacional, con variedades regionales. Hay una venta de 6 millones de unidades diarias.

En Argentina se consumen 6.000.000 de alfajores al día, a promedio de 70 unidades por segundo, y es el mayor productor mundial de este dulce cuya historia se remonta a la época colonial, cuando era parte de la venta ambulante que luego llegó a las pulperías y confiterías hasta su aparición en los kioscos, hacia 1940.

Para celebrar este auténtico fenómeno popular, este jueves se inauguró la primera muestra sobre el alfajor en el Museo de la Ciudad de Buenos Aires (Defensa 187), con entrada libre y gratuita, donde los visitantes se encontrarán con una exposición sobre la historia de este producto gastronómico en el país, pasando por sus recetas, rellenos y publicidades que lo llevaron al lugar que actualmente ocupa.

La primera receta «de la que hay registro es de la hija de Juan Martín de Pueyrredón, un manuscrito que se estima de 1840, y que lo planteaba sin masa: tenía queso, membrillo y jerez», dijo a Télam Jorge D’Agostini, diseñador de muestra basada en un libro de su autoría: «Alfajor argentino, historia de un ícono».

«A tal punto el alfajor está ligado con la historia argentina que en 1853 José Benjamín Gorostiaga, uno de los autores principales de la Constitución Nacional, se alojó durante la convención constituyente en una alfajorería en Santa Fe, donde trabajó en sus escritos», aseguró D’Agostini.

 

Alfajores en San Telmo

Curiosamente, la primera imagen de la venta de un alfajor en el país es de una litografía de 1844, donde se ve a una mujer negra ofreciéndoselo a un niño frente a la Basílica de San Francisco, en la esquina opuesta de donde hoy está montada la muestra.

Quienes visiten la exposición podrán recorrer cuatro secciones: una «Parte antigua», donde hay envoltorios de más de 80 años y pueden leerse fragmentos de libros de escritores argentinos -Lucio Mansilla, entre otros- que hablan de su demanda cotidiana; «La Ruta del Alfajor», que muestra la evolución del consumo en la sociedad; una parte audiovisual que repasa las publicidades y una última con distintas recetas.

El objetivo de la muestra es «sacar al alfajor de los kioscos» y exhibirlo como una auténtica parte de la cultura gastronómica nacional que trascendió la venta callejera para ser un fenómeno que, para D’Agostini, lo transformó en «el souvenir por excelencia de Argentina» y un producto que, pese a ser dulce, triunfa tanto en verano como invierno.

El éxito del alfajor en el país es tan grande que las 6 millones de unidades al día no incluyen las ventas de masas caseras hechas en panaderías o pastelerías.

«En los 80 hubo un boom del alfajor y desde entonces su consumo se disparó un 600 por ciento. Sin embargo, es un producto que nunca para de crecer: cada año aumentan sus ventas entre un cinco y un diez por ciento», afirmó D’Agostini, quien hizo una investigación de varios años para su libro.

 

Los primeros alfajores

Las primeras recetas de alfajor se remontan al sur de España, donde los árabes que invadieron la región de Andalucía entre el 700 y el 1.400 D.C. llevaron su «al-hasú» (el relleno, en castellano), un dulce más parecido a un turrón blando que como lo conocemos en la actualidad.

«En España se sigue haciendo este alfajor, pero tiene características que se usan para fiestas navideñas y denominación de origen. Es decir, que no se puede vender si no se aplica la misma fórmula de producción», explicó.

Aquí comenzó como parte de la venta ambulante a principios del siglo XIX, pero encontró su lugar en la mesa los argentinos luego de pasar por pulperías y confiterías, para llegar a los quioscos hacia 1940.

 

 

 

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