El comandante del buque, capitán de fragata Diego Sánchez, explicó que «el Irízar fue sometido a un proceso general de reparación y modernización que, en realidad, ya estaba previsto antes del incendio de 2007, puesto que para ese entonces se proyectaba realizarle una actualización de ‘media vida’. Así se aprovecharon sus satisfactorias condiciones generales y el remanente de vida útil que tenía por delante, lo que justificaba la inversión».
Y agregó: «A partir del contratiempo del incendio, que prácticamente destruyó el sistema de propulsión, y como ya por entonces se preveía cambiarle radares y otros equipos electrónicos, se tomó la decisión de planificar una modernización integral de la planta propulsora, los sistemas de navegación, y casi todos los sistemas auxiliares».
También detalló que al Irízar se le modificó su función general. Es decir, antes del siniestro era mayormente logística, pero cuando se establecieron los requerimientos para la actualización del buque se le dio especial preponderancia al incremento de sus capacidades de investigación científica.
El marino informó que «el astillero Tandanor sigue avanzando en la puesta en servicio de cada uno de los sistemas y equipos instalados, un proceso necesario que permitirá certificar que el rompehielos cumple con la totalidad de requisitos y especificaciones previstos».
«En breve deberían comenzar las pruebas de puerto, las que una vez finalizadas darán lugar a las posteriores pruebas en el mar. Y si todo sale bien podría hallarse en condiciones de participar en la Campaña Antártica de Verano (CAV) 2016-2017», afirmó.
De acuerdo a un informe difundido el año pasado por el Ministerio de Defensa, los trabajos de reparación y modernización del Irízar permitieron ampliar de unos 70 metros cuadrados a más de 400 la superficie destinada a laboratorios, de 76 a 83 la cantidad de camarotes y de 350 metros cúbicos a 650 la capacidad de trasladar combustible antártico.