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Francisco se despidió de Sudamérica con un llamado a la hospitalidad

El Papa celebró misa ante medio millón de personas. Recorrió barrios humildes e hizo un llamado por “un nuevo orden económico”.

El papa Francisco reclamó hoy una mayor «hospitalidad» con quienes piensan distinto, con los desocupados y con los pueblos originarios durante una misa multitudinaria en Asunción de la que participaron la presidenta Cristina Fernández de Kichner y el mandatario de Paraguay, Horacio Cartes.

El pontífice exhortó a pasar de la lógica de «la división», «la superioridad», «el dominio», «de aplastar» y «de manipular» a la lógica de la hospitalidad y de la fraternidad.

«No se convence con los argumentos, las estrategias y las tácticas sino aprendiendo a hospedar», advirtió e insistió delante de la mandataria argentina en su llamado a «abrir las puertas» al hambriento, al desempleado, a las culturas diferentes y a quien «no piensa como nosotros».

«No se convence con los argumentos, las estrategias y las tácticas sino aprendiendo a hospedar»

La misa del Papa en el campo grande de Ñu Guazú fue la última de la gira sudamericana que incluyó también a Bolivia y Ecuador, antes de despedirse esta tarde del pueblo paraguayo.

Miles de peregrinos argentinos participaron de la celebración eucarística después de una noche de vigilia difícil debido a las lluvias y el barrizal que se generó en las vías de acceso al lugar donde se levantó un magnífico altar compuesto por unas 32.000 mazorcas de maíz, cocos, zapallos y miles de semillas.

Francisco hizo en su homilía un fuerte llamado a la fraternidad y aunque dirigida especialmente a los cristianos tuvo connotaciones políticas.

Esa fue la segunda vez en cinco días que la primera mandataria escucha reclamos desde la Iglesia sobre la necesidad de escuchar y dialogar con quienes piensa distinto.

El arzobispo de Tucumán, monseñor Alfredo Zecca, lo había hecho el miércoles durante el tedeum del 9 de Julio, cuando criticó «discurso único y excluyente que convierte automáticamente en enemigo al que con todo derecho discrepa».

Ayer Fernández de Kirchner se quejó por la cobertura periodística que recibió el telegrama que el Papa le envió el viernes cuando sobrevolaba el espacio aéreo argentino.

En su cuenta de Twitter, aseguró que fue tergiversado el mensaje de salutación en el que el pontífice abogó por un crecimiento de la Nación en los valores humanos y espirituales y un mayor compromiso de los argentinos con la justicia y la paz.

De todas formas, la jefa de estado saludó al papa cuando al terminar la misa se subió al atrio, donde pudo estrechar su mano y le regaló un cuadro con un recorte de un diario de cuando el pontífice Juan XXIII rezó por la salud de Eva Perón.

Tras la ceremonia, Fernández saludó a los argentinos que habían viajado hasta Paraguay y se dirigió directamente al aeropuerto de Asunción para emprender su regreso a Buenos Aires.

En el marco de la visita apostólica al Paraguay, el Papa bendijo ayer dos imágenes de la Virgen que el cura villero José María «Pepe» Di Paola llevó junto con un grupo de vecinos y que serán entronizadas en dos templos de la Villa La Cárcova, de la localidad bonaerense de José León Suárez.

«Estábamos viendo al Papa desde la parte de atrás de la plaza cuando me llegó un llamado y nos invitaron a compartir la misa desde el altar. La gente estaba con mucha expectativa y, gracias a Dios, cumplimos uno de los objetivos que teníamos», dijo el sacerdote.

En otro encuentro fuera de agenda, Francisco se reunió ayer con Ana María y Mabel Careaga, hijas de Esther Ballestrino, quien fue la primera jefa de Jorge Bergoglio en un laboratorio de Buenos Aires en 1953.

El Papa les reconoció a estas mujeres que su madre, una exiliada paraguaya y militante del Partido Revolucionario Febrerista, fue quien le «enseñó a pensar».

Larga jornada en Paraguay

El papa Francisco puso en práctica hoy su reiterada afirmación de que los pobres no deben quedarse marginados en la sociedad, al visitar una barriada a las afueras de Asunción en el último día de su gira por tres países latinoamericanos.

Francisco ha pasado buena parte de la última semana -y antes de eso, gran parte de su pontificado- denunciando las injusticias del sistema capitalista global que, afirma, idealiza al dinero por encima de la gente. El papa ha pedido que se instaure un nuevo modelo económico en el que los recursos del planeta se distribuyan entre todos por igual.

El papa ha pedido que se instaure un nuevo modelo económico

En  Bañado Norte, Francisco vio a gente que vive en chabolas de tablones y láminas de metal, y posiblemente cerdos que buscan sobras entre la comida. Las autoridades paraguayas estiman que unas 15.000 familias viven allí en la extrema pobreza, que se ve agravada de forma periódica cuando las fuertes lluvias desbordan el cercano río Paraguay y convierten las carreteras de tierra en impracticables tramos de lodo.

Los vecinos y las autoridades llevan semanas preparando la visita, con tareas que van desde drenar algunas carreteras a fabricar rosarios que obsequiar al papa.

En un encuentro con empresarios, políticos, sindicalistas y otros grupos civiles, Francisco dijo que poner pan en la mesa y techo sobre los niños, proporcionar sanidad y educación a las familias resulta vital para la dignidad humana, y esto debe plantear un reto a hombres y mujeres, políticos y economistas. Y les llamó a evitar «un modelo económico idolátrico que necesita sacrificar vidas humanas en el altar del dinero y de la rentabilidad».

Tras visitar Bañado Norte, Francisco celebró una misa al aire libre en un campo tropical a las afueras de Asunción y se reunió con jóvenes antes de regresar a Roma. La presidenta participó del cierre oficial de la gira sudamericana de Francisco. Fue el sexto encuentro entre ambos.

Durante una misa el sábado en Caacupé, Francisco elogió el fervor religioso y la fortaleza de las mujeres paraguayas, en uno de los lugares de peregrinación más importantes del país.

«Estar aquí con ustedes es sentirme en casa», dijo el papa en su homilía. Después habló con afecto de las mujeres de esta pequeña nación empobrecida y sin acceso al mar, y las elogió por reconstruir el país tras la devastadora guerra en la década de 1860 que acabó con más de la mitad de la población, en especial con los varones.

«Dios bendiga a la mujer paraguaya, la más gloriosa de América», dijo Francisco, tras afirmar que en el pasado y en la actualidad, las paraguayas mantuvieron al país en marcha.

«Dios bendiga a la mujer paraguaya, la más gloriosa de América»

Miles de personas abarrotaron la plaza principal y las calles aledañas en Caacupé, unos 64 kilómetros al este de Asunción.

Raquel Amarilla, de 39 años, lloró tras escuchar al papa. «Es maravilloso que nos tome tanto en cuenta a las mujeres. Somos nosotras en la iglesia todos los domingos. Nosotras rezamos todos los días, mucho más que los hombres», dijo la mujer, que acudió con su hija de 13 años.

En el encuentro en el santuario de la virgen de Caacupé se hizo eviten el afecto especial de Francisco por el lugar. Francisco declaró la iglesia sencilla, que alberga una pequeña figura de madera de la virgen, como la basílica más nueva del mundo.

Cuando era arzobispo de Buenos Aires, el ex cardenal Jorge Mario Bergoglio visitaba con frecuencia la barriada Villa 21, donde viven muchos migrantes paraguayos, para acudir a sus procesiones religiosas y celebrar bautismos en su iglesia, Nuestra Señora de los Milagros de Caacupé.

En un guiño simbólico a los indígenas de la región, Francisco lideró la plegaria del «Padre Nuestro» en guaraní. Con los brazos extendidos sobre el altar, Francisco leyó el texto mientras los asistentes entonaban la oración.

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