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SEMBLANZAS: El sexo de los ángeles

Por Jorge Daniel Amena (*)

Cae en mis manos un olvidado (por mí) cuento de Mario Benedetti, que lleva, precisamente, el título de la presente.

Y  dice: “Una de las más lamentables carencias de información que han padecido los hombres y mujeres en todas las épocas, se relaciona con el sexo de los ángeles. El dato nunca confirmado de que los ángeles no hacen el amor quizás signifique que no lo hacen de la misma manera que los mortales”.

O ni tan siquiera lo hacen.

Quien lo sabe, puede ser que sea  ése el meollo de la discusión  que atormenta a príncipes y a  plebeyos. A comerciantes prósperos y ampulosos y a aquellos  que deambulan ofreciendo su mercancía de ultramar, tan rancia como los cangrejales abandonados.

Que tal vez alteren con tamaña incógnita y (como diría Galeano) de un modo inesperado la computadora, que alarma al banquero que alerta al embajador, que cena con el Ministro, que amenaza al director general, que humilla al gerente, que le grita al jefe, que prepotea al empleado, que maltrata a la mujer, que golpea al hijo, que patea entonces al perro.

Cosa seria el tema, dicen que en el Paraíso no existe la memoria, y que uno está hecho de barro, pero también de tiempo.

El sexo de los ángeles, de ser,  ¿es eterno? ¿Se puede vivir cada día como si fuera el primero?

Los príncipes y los legisladores fatigan ante las definiciones respecto  de que los ángeles son seres espirituales, por lo que no tienen ninguna forma física fundamental, y aún más, se ha leído para estupor (Hebreos 1.14) que los ángeles suelen aparecer con forma humana, y a hasta llegan al almorzar con Abraham, para peor, voces más que autorizadas, rotundamente afirman que los ángeles se presentan  a menudo como hombres, nunca como mujeres (Joshue 5.13-14).

Ni hablar de la situación que generó tamaña y discriminatoria revelación. No existieron sin embargo cuestiones de privilegio, ni se exhalaron fueros descomedidamente.

No hubo gestos ampulosos,  ni  enojos visibles; sí, más preguntas sin respuesta.

Si complicó el sustrato del debate porque si de sexo hablaban, y solo de hombres la cuestión adquirió ribetes de extremos donde se tensaron los rostros y las posturas-

Quedaron pues para días mejores discusiones menores atinentes a los  hombres  y mujeres de pie y sus días de rutina vulgar, con la promesa – eso sí- de tratar los temas urgentemente, saldada la espinosa cuestión planteada.

Eso sí,  se pactó  un estudio profundo de la cuestión en las comisiones, con el problema de  no existir ninguna prevista, por lo que se trataría en un  Plenario abarcativo y amplio.

Luego los príncipes  con sus pulgares determinarían en la forma que fuera conveniente a los intereses de quien sabe quién, para quien sabe qué cosa..

Mientras tanto la gente de las calles, las praderas y los mares, por no decir todos en general se preguntan cuál será el preciso instante del orgasmo ultraterreno,- si es que lo hay- hay quien dice “que los cirros y los cúmulos se estremecen, estallan y tremolan”

También hay quienes opinan que llueve copiosamente sobre el mundo como manifestación terrena.

Dicen que desde las profundidades, los querubines otrora expulsados, arrojan cenizas y lava sobre la superficie del planeta.

Por otra parte no pocas voces para nada eruditas, afirman que lo que se derrama desde el cielo son lágrimas. Ni más ni menos.

(*) Escritor, Abogado Constitucionalista – Ex Juez Nacional – ex Legislador provincial y Convencional Constituyente Nacional –Miembro permanente de la UNV(United Nations Volunteers) de la ONU.

(Se autoriza la reproducción, citando la fuente. Rogamos informar acerca de su publicación.)

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