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La interna nacional le cayó encima a Bertone que sigue sin candidato a vice

Pelea sin cuartel en el Frente para la Victoria, a horas del cierre de listas. La Cámpora, Randazzo y Manfredotti quieren imponerle los nombres a Bertone.

Víctima de sus propios errores estratégicos y de la feroz interna nacional que desembarcó en la provincia, Rosana Bertone no logra cerrar las listas que respaldarán su candidatura a gobernadora por el Frente para la Victoria y menos aún definir su compañero de fórmula.

“Bertone se despegó de Cristina, para correr detrás de Scioli, justo cuando el gobernador de Buenos Aires empezaba a rendir pleitesía a la Presidenta, Rosana apostó, perdió y éstas son las consecuencias”, lo explican desde la Cámpora.

“Las consecuencias“ vendrían a ser una pérdida importante de poder y capacidad de manejo que a la senadora le está costando muy caro, llevándola a tener que armar finalmente una fórmula que muy lejos estará de satisfacer sus deseos.

Lo cierto es que en los últimos días Bertone fue perdiendo aliados y a la vez ganado presiones, con todo el manfredottismo jugado a armarle las listas, la Cámpora peleándole hasta los primerísimos lugares (que ya Rosana tenía prometidos a sus aliados) y hasta algún discapacitado político apadrinado por Randazzo animándose a llamarla “perdedora” y a sugerir que el liderazgo podría ser compartido entre ambos.

A río revuelto, ganancia de pescadores, las tribulaciones de Bertone hicieron el milagro de la resurrección de cadáveres políticos que se creía lejos podrían estar de comandar las acciones. Así se vio reaparecer en los últimos días a Mario Daniele (misteriosamente convertido en “dirigente” del PJ), el ex senador Palacios jugando de operador vip, y hasta el eterno Ricardo Furlan reclamando un lugar expectante.

Por estos días (después de la presentación de listas) se sabrá oficialmente que Carlos Manfredotti puso en juego toda la chapa de presidente del partido para autorizar al FpV a utilizar en estas elecciones todos los emblemas, identidad e imágenes del Justicialismo (y seguramente, también el sello de goma al que aludió alguna vez la senadora)

A cambio, el manfredottismo se metió de lleno en la pelea y aspira a poner al menos dos nombres en lugares expectantes.

Pero el dolor de cabeza más grande lo tiene Bertone con La Cámpora que, esgrimiendo instrucciones expresas de la Presidenta (ni falta hizo que “bajara Máximo”) viene dispuesta a apropiarse de por lo menos los dos primeros renglones en las listas de concejales de las tres ciudades. Lugares que Bertone ya tenía prometidos a sus pocos aliados, entre ellos la actual legisladora Susana Siracusa que en apenas diez minutos de discusión bajó del segundo al quinto lugar en el borrador de la lista riograndense.

Para peor, el ahijado de Randazzo sigue jugado a meter a algún familiar debutante en la lista, para ampliar su espacio de poder y así seguir sumando ñoquis a su entorno.

Así las cosas, una Bertone rodeada por una multitud, ha perdido demasiado tiempo en no dejar escapar lo poco atesorado en meses de operar en soledad y el tiempo le juega ahora en contra. A horas de vencer el plazo, no encuentra un compañero de fórmula que sostenga con solvencia su candidatura y que no le signifique el más tóxico de todos los sapos que se ha visto obligada a digerir.

Circularon nombres como el de Martín Pérez (lo quiere la Cámpora, no lo quiere Bertone), Nato Ojeda (lo quiere Bertone, no lo quiere la Cámpora), Adrián De Antueno (lo quiere Chiquito, lo repudia Manfredotti), el mismo Furlan (lo quiere Arcando y un poquito Manfredotti).

Todos en carrera, ninguno definido. Todos aprovechándose de los incontables errores de la senadora que, dueña de un caudal de votos que todavía la sostiene a la cabeza del FpV en Tierra del Fuego, cuenta con pocas horas más para definir el rompecabezas en el que la han metido su “soberbia” (según los camporistas) y la feroz interna nacional que se metió casi sin querer en la provincia.

Este jueves todas estas especulaciones serán historia. Las listas estarán cerradas. Lo que no cerrará fácilmente serán las heridas de una disputa propia de un “juego de las sillas” con demasiados jugadores para tan pocos espacios en juego.

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