Fue la frutilla del postre. El italiano Nicola Rizzoli coronó con su actuación del que probablemente haya sido el Mundial peor arbitrado de la historia. De principio al fin. Desde aquella presentación en la apertura con el japonés Yuichi Nishimura, al cierre de ayer en el Maracaná.
Todo sobre el Mundial de Brasil
Rizzoli terminó de integrar el podio de “indeseables” que los hinchas argentinos maldecirán invariablemente a la hora de repasar las grandes amarguras de la selección nacional y se sumó al alemán Rudolf Kreitlein y al uruguayo-mejicano Edgardo Codesal.
Eso sí, la sensación de que Rizzoli se “tragó el silbato” cuando el arquero alemán Manuel Neuer atropelló violentamente a Gonzalo Higuaín, no admite discusiones. En lo de Codesal, en cambio, algunos –los menos– juran ver un roce de Roberto Sensini sobre Rudi Voeller, mientras que la sanción de Kreitlein (fallecido en 2012 a los 92 años) sólo puede ser cuestionada por Antonio Rattín, que asegura hasta hoy que lo echaron por pedir un intérprete.
Codesal, con competencia
Si la polémica que envolvió a la tarea de Codesal en la final de 1990 necesitaba un “granito” más, éste lo puso Jorge Rojano, expresidente de la Asociación de Árbitros de México, quien en 2007 le aseguró al diario azteca La Jornada que la Fifa “le impuso como condición” a Codesal que, en la final “no podía ganar Argentina”.Rojano señaló que la decisión de favorecer a Alemania respondió, en parte, a las diferencias existentes entre Diego Maradona y el entonces titular del ente rector, el brasileño João Havelange.
De aquel juego, definido a los 85m con la conversión del penal por parte de Andreas Brehme, se recuerda además, un supuesto penal no sancionado contra Gabriel Calderón.
Codesal era yerno del presidente de la Comisión de Árbitros de la Fifa (Javier Arreaga) y su labor tuvo varios puntos en común con lo hecho ayer por Rizzoli. Porque fue en una final, el rival fue el mismo, hubo polémica con penales, el encuentro se definió en los minutos finales y su labor tuvo incidencia directa en el desarrollo del cotejo.
Desde ayer, y gracias a Rizzoli, aquella bronca del ’90 puede quedar opacada.
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