Cuando la calma parece estar cercana para la mitad de Avellaneda, los nervios se vuelven a poner de punta. Independiente sintió el cimbronazo después de la renuncia de Omar De Felippe, quien disconforme por la falta de incorporaciones en un plantel que necesita ser reestructurado con urgencia, pegó el portazo. Él mismo fue el que se encargó de señalar al que sería el sucesor más potable: Gabriel Milito. Estaba encaminado su debut como técnico profesional, pero no es su momento.
Con carácter de urgencia, miembros fuertes de la Comisión Directiva (incluidos los Moyano) mantuvieron un cónclave ayer con el «Mariscal». Quedó en dar la respuesta definitiva hoy mismo: hasta dirigentes le confiaron a este medio que la firma estaba al caer y se formalizaría en horas de la tarde. Uno de los últimos ídolos futbolísticos del «Rojo», quien realiza tareas con el Selectivo del club, iba a vivir su primera experiencia con el plantel profesional, pero a última hora, optó por la negativa.
Todavía no hay motivos ‘oficiales’ y seguramente Milito los esgrimirá próximamente, aunque es seguro que continuará al mando del Selectivo y la CD tendrá que solucionar este inconveniente cuanto antes, ya que el arranque de la temporada está a la vuelta de la esquina. Los candidatos a quedarse con el buzo de DT que dejó vacante De Felippe son inicialmente tres, aunque uno de ellos parece haber aventajado bastante a sus competidores en la consideración de los directivos. Se trata de Jorge Almirón, quien acaba de desvincularse de Godoy Cruz. ¿Los otros candidatos? Leonardo Astrada (ofrecido por el padre del «Kun» Agüero, hoy vocal) y Juan Antonio Pizzi.
Otra carta que parece tener menos fuerza es la de Jorge Burruchaga, mientras que no sería de extrañar que apareciera un nombre tapado. Se presumía que «Gaby» iba a exigir la renovación del vínculo con el «Rolfi» Montenegro, la permanencia de Federico Insúa y elevar la petición de Esteban Cambiasso. Todo queda congelado por el momento, al igual que el arribo de posibles refuerzos: César Meli, Mariano Echeverría y Julio Furch. ¿Quién apaga el incendio?
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