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Homenaje: Emilia Bonifetti en primera persona

Fue una permanente protagonista de las primeras décadas de historia de Río Grande. En esta entrevista concedida al periodista Miguel Vazquez en el año 2000 relata la dureza de aquellos años y deja ver la pasión con que vivió toda su vida.

Emilia Bonifetti

N. de R.: Reportaje publicado en diario El Sureño del 2 de julio de 2000.

Con la fuerza de los pioneros

Franca Susic o Emilia Susic de Bonifetti, es una antigua pobladora que rescata las raíces de un Río Grande del que se siente hacedora y responsable de su presente. Soportó la dureza de una época donde se hacía todo con visión de futuro, no con las apetencias personales y consumistas de los tiempos actuales. A pesar de haber recorrido un largo camino todavía encuentra la fuerza para seguir trabajando en pos de ayudar al prójimo.

–        ¿Cuál es el por qué de un nombre que parece no corresponderle?

– En el tiempo de mi nacimiento todos eran una familia, y el Jefe del Registro Civil era padrino de bodas por iglesia de mis viejos y cuando mi padre va a anotarme le dijo que me registrara como Emilia, pero le contestó: ¡Qué Emilia ni Emilia, Franca como la madre!, pero recién nos enteramos que yo no me llamaba Emilia cuando terminé el 6to. grado en el Colegio María Auxiliadora en Porvenir, donde estaba interna, siempre había dicho que mi nombre era Emilia Susic, pero cuando pasé a la secundaria me dan el certificado de pase a Punta Arenas, porque Porvenir no tenía colegio y las monjas pidieron mi partida de nacimiento, entonces mi madre fue a pedirla aquí en Río Grande, ella pidió la de Emilia Susic, habían pasado como trece años de mi nacimiento, el hombre que la atendió empezó a buscar en todos los libros y en esa fecha aparecía una Franca Susic, allí nos enteramos que el Jefe del Registro me había anotado como Franca.

En la época de su nacimiento por lo general las madres viajaban a Río Gallegos o Punta Arenas para el momento del parto, pero usted nació en Río Grande.

Mi madre era una mujer muy fuerte, una mujer de aquí estoy yo, aunque eso nos costó el perder un hermanito, porque si el parto venía bien no había problema, pero cuando nació mi hermano fue más complicado y a los 45 días falleció en Punta Arenas.

–        ¿El motivo por el que usted tuvo que estudiar en Porvenir y en Punta Arenas fue porque aquí no había escuelas?

– No había escuelas aquí, cuando uno dice que ahora en esta mi tierra hay como 39 ó 40 escuelas y que yo haya tenido que ir a otro país a aprender me parece imposible, y no sólo eso, sino que tardábamos como 8 días para llegar a Porvenir, y dormíamos en el lugar de la última empantanada del día, allí poníamos una carpita, unas mantitas, nos arrimábamos el uno contra el otro y poníamos mantas, otra lona y a esperar la madrugada para salir del pantano y continuar camino. Nos íbamos en el mes de marzo y volvíamos en diciembre, nos traía un chofer, un español en una catramina del año 21, un Ford a bigote, el gallego Ross era como nuestro padre.

– Por haber estudiado en Chile siempre tuvo una enseñanza, en cuanto a la historia y a la geografía, de ese país.

– Sí, a mí si me preguntan de la historia de Chile les puedo decir todo, la historia Argentina me cuesta aunque uno va leyendo, pero lo que uno aprende de chico no lo olvida nunca.

– Mucha gente vino de afuera a habitar esta tierra, ¿estima que ellos entienden el sufrimiento de los pioneros?

– Nadie, hay muy poca gente que conoce eso, es como que los descendientes de los viejos pobladores somos una ínfima minoría, es como que estamos en casa ajena, se impone más lo de la mayoría, su ritmo, ellos son la mayoría, nosotros somos la minoría, entre los cuales hay mucha gente modesta y muy humilde que se siente como que les pasaron por encima, nos avasallaron, nos sentimos invadidos, pero de todas maneras en lo que respeta a mí yo quiero rescatar las raíces para lo cual hace unos cinco años se fundó el Centro de Antiguos Pobladores, se ha escrito un libro ‘A hacha, puño y golpe’, que son 26 relatos de vida de distintas personas, luego con una parte histórica en cuanto a la población y su origen, porque esto no lo hicimos los argentinos, lo hicieron los chilenos, los que a veces no queremos nombrar, esos la hicieron, todo se hizo a pala y pico.

– ¿Cuál era la principal fuente de sustento de la época?

– El campo, las estancias, en ese tiempo se estaban montando los grandes establecimientos ganaderos, en María Behety había 400 operarios, en José Menéndez había 300, ahora no sé si hay 15 empleados en esos establecimientos, pero en ese tiempo había que hacer todo, desde los alambrados, había que hacer las fosas para colocar los postes, cortar los postes, todo a mano. Había que luchar contra el clima, la geografía, las carencias, no había absolutamente nada.

Nosotros vivimos un tiempo en El Tropezón, allí mi padre puso un boliche de ramos generales. El había venido de Yugoslavia escapando de la guerra y del hambre, en la bodega de un buque carbonero, porque allá había llegado la leyenda de Popper y del oro, entonces supuestamente venía con la idea de salir con la bolsa y la pala y vamos andando, cuando llegó Popper ya no estaba, y el oro había que sacarlo de a pepitas, Popper tenía toda una industria montada, pero luego era todo un trabajo manual y no era lo mismo, no valía la pena venirse a sacrificar con la nieve, con el clima duro y la famosa veda invernal, no como ahora que se hace cemento en el invierno. Había venido a Buenos Aires, luego en el buque de los Menéndez a Punta Arenas y de allí pasó a Porvenir, para llegar a Punta Páramo, desde Porvenir a Punta Páramo lo hizo caminando porque no tenía plata ni para comprar un caballo, trabajó y volvió a pasar el invierno a Punta Arenas y allí en un hotel de la colectividad conoció a mi madre que venía de Europa, allí en Europa la querían casar por poder con una persona que vivía en EEUU y ella dijo que no, que se iba a casar con el hombre que ella amara, por eso se vino a la casa de una tía en Punta Arenas. Luego con mi padre se vinieron a Río Grande, no había oro y aquí sólo estaban los grandes establecimientos que se estaban haciendo, como Sara, Cullen, Viamonte, Montes, no había otro trabajo, y él trabajó por 17 años en Estancia Sara, tenía a Mauricio Abraham de jefe, él fue quien lo ayudó para que abra su negocio en El Tropezón, porque por allí estaban las estancias José Menéndez y María Behety, que en ese tiempo se llamaban Primera y Segunda Argentina, con ese negocio la pudo traer a mi madre en el año 1921.

–        ¿Siempre ha trabajado por el bienestar de la comunidad?

– Sí. Yo recuerdo cuando integraba la Cooperadora del Hospital, cuando era ‘miseria espantosa’, y ahora nos quejamos, si hubieran sabido cuando comenzó, demoraron 20 años para terminar ese edificio que estamos usando ahora, comenzaron junto con la construcción del Banco Nación, este se inauguró en 1942, y el Hospital en 1958, venían las autoridades enviadas de Buenos Aires y no les gustaba el proyecto y lo tiraban abajo, empezaban de nuevo, luego no nos alcanzaban los recursos, venía otro, abajo y lo mismo, a la cuarta vez salió, ocurrió cuando yo estaba en el Consejo Territorial y estaba en la Cooperadora del Hospital y me lo entregaron sin nada, tuvimos que llorarle a la comunidad para que colaborara, en ese tiempo estaba la Tennessee y ellos soldaron los flejes de las camas que estaban rotos, René Díaz las pintó, otro puso la pintura, otro los vasos, los colchones y así se montó, hasta el lavarropas petit hotel fue pedido, en esa época había prostíbulos, había dos muy conocidos, uno de Olga y otro de Coca, a Olga le pedí una máquina de escribir y al otro día apareció en el Hospital la máquina más grande que había en La Anónima, y a Coca le pedí el lavarropas y me dio uno que tenía en Gallegos y que iba a enviar a Mar del Plata, todo se montó con la voluntad del pueblo, el Estado estuvo ausente.

Ahora cuando veo las actitudes de la gente, me gustaría tirarlos para atrás en el tiempo, no mucho, solamente 30 años y verían lo que era cuando no había escuelas, o cuando había y lo que no había eran maestros, y había dos maestras para 6 grados, una era mi hermana, la Sra. Wilson y la Sra. Bilbao, y trabajaban en su turno y después lo hacían en el otro, pero sin cobrar un peso, lo hacían por vocación de servicio y no un mes o dos, lo hicieron por años.

–        ¿Conforme con el Río Grande de hoy?

– Yo estoy orgullosa del Río Grande de hoy, porque veo otras ciudades que no avanzaron y yo aquí nací en una pampa, donde era la desolación absoluta y hoy me encuentro con esto de última generación, pero es el precio del otro, de los pioneros.

Ficha personal

Franca Susic o Emilia Susic de Bonifetti nació el 3 de noviembre de 1923 en la ciudad de Río Grande, es viuda, tiene 2 hijos, 7 nietos -dos de los cuales ella los denomina postizos, pero que reciben el mismo cariño- y 5 bisnietos.

Vive con la pensión que le dejó su esposo. No se pudo jubilar, porque a pesar de haber trabajado siempre muchos de sus aportes se perdieron y nadie responde por ellos. Es Traductora de Inglés. Fue fundadora del Colegio Don Bosco. Integró una de las primeras Comisiones de la Biblioteca Eduardo Smith. Integró la Cooperadora de la Escuela Nº 2. Fue vicepresidente de la Cámara de Comercio de Río Grande y secretaria por muchos años, ya que tenía un negocio. También fue Secretaria de la Cooperativa Eléctrica, cuando todo era ad honoren. Fue miembro del Consejo Territorial, del ex Territorio Nacional de Tierra del Fuego con la gobernación del capitán Campos y la presidencia de la Nación del Dr. Arturo Frondizi. Durante 12 años integró la Cooperadora del Hospital Regional. Fundó el Centro de Antiguos Pobladores. Actualmente dirige un Ropero Comunitario con personas de planes de trabajo, pero ella provee el lugar, las máquinas y los gastos de funcionamiento, el Ropero atiende a personas carenciadas, escuelas rurales, familiares de detenidos, etc.

Emilia Bonifetti_archivo

(Fuente: Gentileza Miguel Elías Vazquez)

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