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A 32 años del hundimiento del Crucero Belgrano

Este viernes se desarrolló el acto en el monumento emplazado en su memoria. Al mismo asistieron autoridades de la provincia, municipales, legisladores y veteranos de guerra.

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El acto se realizó éste viernes a las 16 horas frente al monumento que lleva su nombre,  ubicado en calle Santa Fe entre calle Ushuaia y Houssay del barrio Mutual.

El acto fue encabezado por el Comandante de la Fuerza de Infantería de Marina Austral, Capitán de Navío de IM Gustavo Cordero, quien fue secundado en la formación por el concejal Esteban ‘Chiquito’ Martínez; los secretarios de Gobierno y de Asuntos Sociales, contador Paulino Rossi y la profesora Gabriela Castillo, respectivamente; la Legisladora provincial Myriam Martínez y la secretaria de Derechos Humanos de la provincia, Nélida Belous, además de otras autoridades.

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El crucero General Belgrano hizo honor a su lema: irse a pique antes de arriar el pabellón nacional.

La bandera fue lo último que se vio. Luego en la balsa en la que me encontraba, mis conscriptos entonaron el himno nacional, con ellos pasé 36 horas de supervivencia», relató el comandante de la nave, capitán de navío Héctor Bonzo, a los pocos días del rescate.

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El hundimiento del crucero General Belgrano, en el marco del conflicto de Malvinas, es considerado por muchos como un crimen de guerra porque la nave fue atacada cuando se encontraba fuera del área de exclusión de 150 millas alrededor de las islas, que había sido impuesta unilateralmente por los ingleses.

Aquel 2 de mayo, Margaret Thatcher ordenó al ministro de Defensa inglés, John Nott, que transmitiera al Almirantazgo inglés la directiva dirigida al comandante del submarino nuclear británico `Conqueror`, capitán de fragata Christhopher Wreford-Brown, de torpedear y hundir al Crucero General Belgrano.

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En cumplimiento de esa orden, a las 15.57 de ese 2 de mayo, Wreford-Brown, a una distancia de aproximadamente 1.400 yardas, hizo disparar dos torpedos MK-8, con una carga explosiva de 365 Kg-Tórpex cada uno de ellos, contra el crucero.

Diez minutos más tarde, el comandante del Crucero decidió que no se podía hacer otra cosa que dar la orden de abandonar el barco. Entonces se lanzaron 70 balsas autoinflables, que podían contener veinte hombres cada una. Los techos anaranjados de las balsas parecían un collar rodeando al buque para protejerlo.

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Un hora después de haber sido tocado, el Belgrano se dio vuelta y se hundió.

De los 1.093 tripulantes del buque, sólo 740 fueron rescatados con vida luego de permanecer casi tres días en sus balsas, a la deriva, en las heladas aguas del Atlántico sur.

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