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Restituirán restos óseos de sus ancestros a la comunidad ona

Pertenecen a miembros de la etnia Shelknam, que son exhibidos como objetos en el Museo de La Plata. La devolución obedece a una tendencia mundial `para que los museos no ostenten restos óseos humanos.

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Los restos óseos de cuatro integrantes del pueblo selknam (u ona) serán restituidos próximamente por el Museo de Ciencias Naturales de La Plata a sus descendientes fueguinos, informó Silvia Ametrano, directora de la institución.

«El siglo XXI está abandonando los preceptos de la ciencia del siglo XIX, que consideraba al indígena como un objeto y hoy se propicia la restitución de restos óseos humanos guardados o exhibidos en museos, en un marco de procedimientos respetuosos de sus rituales mortuorios», afirmó Ametrano.

Argentina es el país más avanzado de América Latina en la materia y el Museo de La Plata es el que más restituciones ha hecho En esa línea, restos humanos encontrados en las inmediaciones de «El Shincal», un sitio ceremonial del imperio inca ubicado en Catamarca, fueron retirados de las vitrinas del museo de la provincia norteña por respeto a esas comunidades originarias.

Carlos Fernández Balboa, a cargo de la puesta en valor de ese museo y del sitio, dijo que «más allá de lo que establece la ley» 25.517, «la no exhibición tiene que ver con ponerse en el lugar de las comunidades, de lo que para ellas representa ver a sus antepasados allí­, puestos como objetos».

El museo platense ya restituyó los restos óseos de Inacayal, Mariano Rosas y Damiana, de la comunidad aché paraguaya.

Ahora siguen «cuatro individuos selknam u onas que llegaron al Museo en el marco de la Campaña del Desierto, y estamos esperando que su comunidad de Tierra de Fuego nos fije la fecha y modalidades de la restitución», detalló Ametrano.

El museo de la capital bonaerense tiene un catálogo que data de 1910, en el que ya estaban identificados los restos de estos selknam, como se los denomina en el idioma yagán.

En general, en las ceremonias de restitución el protagonismo lo tienen las comunidades, que despliegan sus ritos de homenaje y despedida a través de cantos, banderas y atuendos, con una muy breve intervención de las autoridades de la institución que los devuelve.

Esta ceremonia empieza en el Museo y concluye con el entierro propiamente dicho en el lugar de origen de la comunidad.

Ametrano destacó que Argentina es el país más avanzado de América Latina en la materia y el Museo de La Plata es el que más restituciones ha hecho.

Esta semana realizó el IV Taller de Restituciones de Restos Oseos humanos, con el fin de debatir la legislación que la rige y sus as modalidades.

«También se debatió la práctica actual de los antropológos y arqueolólogos cuando deben realizar excavaciones en sitios donde pueden hallarse restos óseos humanos», detalló.

Ametrano explicó que «hoy hay a nivel mundial un marco ético por el cual los museos no exhiben más restos óseos humanos».

«Y con respecto a las excavaciones, actualmente se realizan en el marco de un vínculo con la comunidad» indígena, que da su «consentimiento para esa práctica», destacó.

Incluso precisó que se busca el consentimiento para exhibir cualquier soporte de imagen, sea foto o audiovisual, en las que se muestren restos de aborígenes.

«Con imágenes de la restitución de los restos de Damiana se armó un material con fines educativos, pero antes de emplearlo se buscó y obtuvo el consentimiento de la comunidad aché», apuntó Ametrano.

La funcionaria dijo que el Museo de Ciencias Naturales de La Plata continúa relevando restos óseos humanos allí guardados para poder identificarlos, un proceso que suele demorar casi 10 meses.

Un viejo reclamo

El reclamo por la restitución de los restos óseos lleva años de insistencia y han sido expuestos en obras literarias que hablan del tema.

En 2011, Karina Oldani, antropóloga y presidenta del colectivo GUIAS (Grupo Universitario de Investigación en Antropología Social), explicaba a la agencia Télam que «La restitución de estos restos es de gran importancia” en el marco de la Ley Nacional 25.571.

GUIAS realizó durante dos años en el Museo de La Plata una exhaustiva investigación e identificación de los restos de personas de pueblos originarios que se encontraban en la institución.

Como parte de esa tarea de investigación y divulgación, el colectivo publicó en 2009 el libro «Fueguinos en el Museo de la Plata, 112 años de ignominia», trabajo que reeditaron en 2011.

En esta publicación, los investigadores muestran que identificaron restos de al menos nueve originarios fueguinos: dos del pueblo selk`nam, dos del alakaluf, y cinco del yamana.

La ley 25.571 fue sancionada en 2001 y establece que «los restos mortales aborígenes (…) deberán ser puestos a disposición de los pueblos indígenas y/o comunidades que los reclamen».

A la vez que menciona que si permanecen en los museos «deben ser tratados con el respeto y consideración que se brinda a todos los cadáveres humanos».

A pesar de los numerosos pedidos por parte de los pueblos originarios, fue recién a partir del trabajo del colectivo GUIAS que en 2006 se logró que los restos dejaran de ser exhibidos en las vitrinas del Museo.

«Hubo un proceso de cosificación de las personas por el cual se las fue convirtiendo en objetos: en un cráneo, en un cuero cabelludo, en un esqueleto, etc. Nuestro trabajo consiste en descosificarlos, devolverles sus identidades como sujetos de derecho para que puedan ser devueltos a sus comunidades y enterrados, o lo que su pueblo disponga», indicó Fernando Miguel Pepe, coordinador del colectivo GUIAS.

El Museo de La Plata realizó tres restituciones hasta el 2010: en 1994 los restos del cacique mapuche Inakayal; en 2001 del cacique ranquel Panguitruz Guor (Mariano Rosas), y en 2010 de la niña Aché Kryygi (Damiana), junto el cráneo de un hombre Aché N.N.

En mayo de 2010, la presidenta Cristina Fernández de Kirchner reglamentó la Ley 25.217 mediante el decreto 701/10 y dispuso que el Instituto Nacional de Asuntos Indígenas (INAI) sea el encargado de «coordinar, articular y asistir» las restituciones de los restos.

A raíz de esto, en diciembre de ese año la comunidad indígena Rafaela Ishton, del pueblo selk`nam comenzó la gestión de restitución de «Capello o Seriot y un NN femenino que se encuentran identificados en el Museo de La Plata», desde donde se comprometieron a cumplir con la ley.

Si bien la historia de la mujer ona no se pudo reconstruir, de Capello se investigó que fue bautizado así por uno de los sacerdotes que estaba en la zona, el padre Beauvoir, quien en la lengua selkman lo llamó «seriot» y tradujo como «mancha a un lado».

En el libro «Fueguinos…» de GUIAS se cuenta que Capello fue llevado a Buenos Aires por el subprefecto de la Bahía del Buen Suceso y, a su regreso, su esposa había desaparecido.

A partir de ese momento, los reportes de la época lo señalan como el líder de un grupo de indios que realizaban ataques, motivo por el cual hubo quienes lo apodaron como el «ona guerrillero».

Sobre su muerte se sabe que fue fusilado en Haberton en 1897 por un pelotón de policías a cargo del comisario Cortés, y sus restos fueron entregados un año después al Museo de La Plata por el Coronel Godoy, quien luego fuera gobernador de esa provincia.

Desde 1992, cada 25 de noviembre se conmemora el Día del Indígena Fueguino para recordar la matanza que se realizó en 1886 en la Bahía de San Sebastián por una expedición a cargo de Ramón Lista.

Los sobrevivientes de la masacre fueron tomados prisioneros y enviados a Buenos Aires a excepción de tres selk’nam que Lista decidió que lo siguieran acompañando en su travesía en tanto muchos de los cadáveres fueron diseccionados en el mismo lugar por un médico que acompañaba la expedición.

«Si uno analiza las fotos que se toman, la secuencia es que primero se los retrata en grupo, vestidos como estaban, pero después los van fotografiando de a uno, sacándolos de contexto, desnudándolos, para mostrarlos como primitivos”, explicó Miguel Añon Suárez, otro integrante de GUIAS.

El especialista destacó que “de esta manera se va construyendo la mirada del ‘otro’, del diferente y esto es el racismo, no como algo individual de una persona que puede decir: ‘aquel no me gusta’, sino como una herramienta teórica de la antropología para la opresión”.

Y concluyó: “como son ‘primitivos’ y ‘salvajes’ se les puede sacar los territorios, exponer en las vitrinas a sus muertos, hacerlos trabajar como esclavos; todas éstas fueron, en definitiva, las justificaciones pseudo-teóricas que la ciencia le aportó al genocidio”.

(con información de Télam)

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