Publicado en

Una proeza matemática permitió saber qué pasó con el avión malasio

El papel de una red de tres satélites que cubre el 90 por ciento de la superficie terrestre. El efecto “Doppler”, como herramienta para determinar la ruta del avión antes de caer.

avion malasia

El efecto Doppler, el mismo que hace percibir un cambio en el tono de la sirena de una ambulancia cuando se acerca o se aleja, permitió a especialistas del Reino Unido determinar con «un alto grado de certeza» que el avión de Malaysian Airlines que desapareció el 8 de marzo voló hacia el sur, lejos de su curso previsto y hacia su trágico fin en aguas del océano Índico.

El proceso técnico que permitió llegar a esa conclusión se basa en el sistema Inmarsat, una red de tres satélites de cuarta generación que cubre el 90 por ciento de la superficie terrestre. Uno de esos satélites captó una señal de audio: un ‘ping’ enviado de manera automática por el Boeing 777-200 después de que se apagaran sus sistemas de rastreo. Un colosal sistema de procesamiento de datos permitió inferir la ruta que debió seguir el vuelo siniestrado.

Obtener datos confiables a partir de este ‘ping’ es una tarea increíblemente compleja, pues se trata de una señal muy débil, que se emite una vez cada hora, y que no contiene en sí misma ninguna información.

Sin embargo, al analizar la distancia de cada ‘ping’ con respecto a un satélite geoestacionario, los técnicos de Inmarsat pudieron determinar si el avión se alejaba o se acercaba. Las diferencias (medidas en cienmilésimas de segundo), debido a la expansión de la señal por cuenta del efecto Doppler, aportaron datos sobre la distancia. Los expertos conocían, además, el ángulo del satélite (64,5 grados). Quedaba por determinar si iba hacia el norte o hacia el sur.

Los especialistas concluyeron que, de haber seguido un rumbo norte, el avión debería haber entrado en las zonas cubiertas por los radares paquistaníes. Dado que ese país confirmó no haber detectado al vuelo desaparecido, un curso hacia el norte parecía menos probable. Los datos terminaron por confirmar, basados en sutiles diferencias en la curvatura de la Tierra, que el avión volaba hacia el sur. En palabras de Chris McLaughlin, vicepresidente de Inmarsat, «no hay manera en que haya podido ir al norte».

Armando el rompecabezas

La compañía compartió sus datos con la Oficina de Investigación de Accidentes Aéreos del Reino Unido (AAIB, por su sigla en inglés). A ellos se sumaron expertos de Boeing. Un proceso que las tres entidades describen como «sin precedentes», permitió trazar una ruta probable.

A pesar de todo, los expertos de Inmarsat son los primeros en aclarar que definir la ruta que siguió el avión no esclarece los pormenores de lo ocurrido a bordo, y que algunos misterios persistirán en tanto no sean halladas las cajas negras. Con el avión cayó al fondo del Índico, un océano con fosas de hasta 7.000 metros, las posibilidades de encontrarlo antes de los 30 días que, en teoría, puede transmitir la señal automática de la caja negra son minúsculas.

Otra victoria matemática

Antes del misterio del vuelo 370, las matemáticas ayudaron a conocer la suerte de otro avión siniestrado. En 2009, cuando un Airbus A330 que viajaba de Río de Janeiro a París desapareció sobre el Atlántico, un grupo de estadísticos se dio a la tarea de desarrollar un modelo matemático que guiara a los investigadores a las zonas en las que era más probable hallar restos de la nave, basados en el lugar en el que se vieron las primeras partes del avión, cinco días después del accidente.

La búsqueda, que originalmente cubría un área con un radio de 65 kilómetros, fue precisada gracias a los cálculos, que permitieron trazar un ‘mapa de probabilidades’ que, eventualmente, llevó a hallar los restos del aparato.​

Comentarios