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Colón cortó su mala racha

Tras 15 partidos sin victorias y 540 minutos sin convertir, derrotó 1-0 a Argentinos y lo superó en los promedios al igual que a Godoy Cruz.

Colon Celeste AJ 14

En busca de la mística de otros tiempos, esa que perdió también por los malos manejos institucionales, Colón se encontró con un destello en la oscuridad: luego de 15 partidos en los que había sumado apenas dos puntos, finalmente ganó. Se impuso 1-0 ante Argentinos, convirtió un gol tras 540 minutos de sequía y superó a su vencido y a Godoy Cruz en la tabla de los promedio. Y consiguió algo más grande: recuperó el viejo espíritu de equipo luchador, guapo.

De todos modos, no es casualidad el lugar en el que los muestra la temida tabla paralea: los dos llegaron a esta cita en la zona de descenso. Por eso, la relevancia del encuentro entre ambos. Esta vez, el nombre del estadio de Colón no podía asustar a nadie: no había elefantes en el duelo. Es cierto, había una diferencia: la llegada de Claudio Borghi y la victoria en el debut en este torneo Final (2-1 ante Godoy Cruz, en el Diego Maradona) lo posicionaban de otro modo a Argentinos. Lo de El Negro era y es otra cosa: la espera de un milagro que recién anoche asomó en Santa Fe.

Argentinos comenzó con una saludable osadía: asumió el partido como si estuviera jugando en La Paternal. Trató de tener la pelota, de sumar gente en ataque, de sorprender. Pero no duró mucho ese impulso. Colón -ese león herido- emparejó el desarrollo a puro coraje. Con el liderazgo del incansable Ezequiel Videla, una de las recientes incorporación. Y apoyándose en su lucha, Colón se fue animando a más. Por primera vez en mucho tiempo sintió que podía ganar. Entonces, el equipo de Diego Osella fue, quiso, intentó, hasta llegó a acorralar a Argentinos muy cerca del arco de Pablo Migliore.

Pero no pudo convertir en esa primera mitad. Y hasta regresaron los fantasmas del gol ausente. Quedaba muy lejos aquel grito de Sebastián Prediger en aquel 2-2 frente a Newell’s, como local. Casi tanto como el destino del mediocampista, que -en malos términos- partió al Baniyas, de Abu Dabi, en los Emiratos Arabes. Y para colmo, a los 41 minutos, Facundo Curuchet se perdió un gol increíble desde adentro del área chica. Cabeceó por arriba. La sensación, a esa altura, era devastadora: todo Colón empezaba a creer que el gol nunca llegaría.

Ya en el segundo tiempo, el local se comportó como tal. Como si hubiera recuperado la autoestima, tuvo continuidad en el ataque, se animó, empujó al rival a defenderse. Generó tres situaciones de peligro en cuatro minutos. Y a los 9 minutos, rompió la racha imposible con la astucia de Gabriel Graciani, quien -con una corrida y un cabezazo- aprovechó una pésima salida de Migliore.

Le dio ímpetu a Colón. No retrocedió, siguió firme en su idea de meter y meter, de no regalar resquicio. De luchar hasta el último de los suspiros. Incluso, así, estuvo más cerca de ampliar la ventaja que de sufrir el empate. En suma, mereció este desahogo. Fue una batalla, pero todos lo saben, la guerra continúa: el miércoles enfrentará a Quilmes, otro rival directo por la permanencia. Viajará con una certeza: Colón está vivo.

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