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Homenaje a San Juan Bosco a 126 años de su partida

Recorriendo el tomo 2 del Diario de Sesiones de la Convención Constituyente, encontramos en la página 268 que Néstor Nogar rendía homenaje a San Juan Bosco, Patrono de Tierra del Fuego. Fue el 31 de enero de 1991, en aquellas jornadas trascendentales en la vida institucional del entonces Territorio Nacional. Compartimos la transcripción textual de su discurso.

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Recorriendo el tomo 2 del Diario de Sesiones de la Convención Constituyente encontramos en la página 268 que Néstor Nogar rendía homenaje a San Juan Bosco, Patrono de Tierra del Fuego. Fue el 31 de enero de 1991, en aquellas hornadas trascendentales en la vida institucional del entonces Territorio Nacional.

A continuación, la transcripción textual de su discurso.

Sr. Nogar: Decir quién fue San Juan Bosco sería redundante. Por suerte, pocos son los que ignoran su obra su personalidad. Querer explicar y repetir que gracias a San Juan Bosco llegaron los salesianos a la Patagonia y con ellos su formidable acción evangelizadora sería también innecesario.

Quiero recordar que Don Bosco había nacido el 16 de agosto de 1815, en un pueblito de Italia y que sus padres fueron campesinos ellos, Francisco Bosco y Margarita Gochinea.

En 1835 fue ungido diácono, luego de culminar en forma brillante sus estudios y fue ordenado sacerdote en 1841.

Solo quiero detenerme en un día como hoy, 31 de enero hace ciento tres años, o sea, el 31 de enero de 1888: a la 1:45 de la madrugada Don Bosco entra en agonía. Don Rúa, quien era su vicario, se pone la estola ritual y continúa rezando la oración por los agonizantes, que había comenzado y suspendido dos horas antes. Se llama con urgencia a los otros superiores y la habitación de Don Bosco se llena velozmente con unas treinta personas. Todos están de rodillas.  Llega Monseñor Cagliero y se pone a la derecha de Don Bosco, se inclina y hablándole al oído le dice con voz quebrada por el dolor: “Don Bosco, estamos aquí nosotros, sus hijos, le pedims perdón por todos los disgustos que le hemos dado y en señal de perdón y de paterna benevolencia, le pedimos que nos dé, una vez más, su bendición. Yo le guiaré la mano y pronunciaré la fórmula de la bendición”. Todas las frentes se inclinan y Don Rúa, sacando energías del ánimo quebrado por el dolor, pronunciado las palabras de la bendición, alza la mano paralizada de Don Bosco e invoca la protección de María Auxiliadora sobre los salesianos presentes y sobre todos los demás ausentes, diseminados por todo el mundo.

A las tres de la mañana, llegaba de Roma un telegrama que decía: “El Santo Padre imparte cordialmente la bendición apostólica a Don Bosco, gravemente enfermo”. Lo firma el Cardenal Rampollo.

Monseñor Cagliero ya había leído la oración de los agonizantes. A las cuatro y media de la mañana, las campanas de María Auxiliadora tocaban el Ave María. Todos los reunidos alrededor de Don Bosco, rezaban.

Don Bonetti, entonces, le susurró a Don Bosco lo que desde el día antes repetía: “Viva María”. Durante unos instantes más, la respiración de Don Bosco fue normal y tranquila, pero de repente falló. “Don Bosco se muere”, exclamó Don Belmonte.

Don Rúa, vicario de Don Bosco y los demás superiores, directores, sacerdotes y laicos, hacían corona a Don Bosco y agonizaban con él, con el Padre que los dejaba en la tierra para volver a verlos en el cielo.

Cagliero bendijo el cuerpo inmóvil, rogando a Dios que le concediera descanso eterno, colocándole la estola sacerdotal que estaba usando y entre sus manos entrelazadas, un crucifijo, el que tantas veces había besado en su vida.

Eran las cuatro y cuarenta y cinco de la mañana, tenía setenta y dos años. Moría en Turín un Santo práctico, que por el amor de Dios trabajó por el hombre y fundamentalmente por la juventud.

Dijo que fue un Santo práctico ya que dio muy poco trabajo a los “abogados del diablo”. Recordemos que fue declarado venerable por el Papa Pío X en 1906 y canonizado por Pío XI en 1934, en un proceso rápido, que dio poco tiempo a discusiones o dudas.

Su inmensa obra, a través de sus beneméritos sacardotes salesianos y las hermanas de María Auxiliadora, está presente en nuestra Isla desde los albores mismos de la fundación. Antes, con su importante tarea evangélica y ahora, educando y formando a nuestros hijos.

Que sea siempre San Juan Bosco, patrono de Tierra del Fuego. Gracias.

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