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Un empate de primera entre Talleres e Independiente

De otra categoría. El marco, los goleadores, el buen fútbol y el mismo resultado que en la final del ’78, hicieron que el cruce no pareciera uno de la B Nacional.

Independiente Talleres B13

Fue un empate con sabor a Primera División. Y no sólo por el resultado final, ese 2 a 2 que remite a aquella final entre ambos del 25 de enero de 1978, en la que Ricardo Bochini le arruinó el grito de campeón del Nacional ’77 a Talleres en la Boutique e impidió que Talleres se subiera al Olimpo de la historia del fútbol grande de Argentina.

El marco multitudinario, unas 40 mil personas, hizo recordar a aquellos duelos que se cortaron hace casi 10 años, cuando se enfrentaron por última vez en forma oficial. Sin du­das, el Kempes se hubiera replegado si hubiera podido acceder la hinchada visitante.

En semejante contexto, el Matador y el Diablo protagonizaron, también en lo futbolístico, un partido de Primera y que lejos estuvo de parecer uno de la B Nacional. Con dominio alternado, muchos momentos de buen juego, rápido y asociado, brindándose por completo al espectáculo y con varias situaciones de gol que no son frecuentes en cotejos de la categoría.

Y para refrendar esta sensación, que seguramente sintieron los que lo siguieron por televisión, basta con señalar que los autores de los goles son jugadores con antecedentes probados en Primera División, como Daniel Montenegro, quien también jugó en la selección nacional.

Lo del “Rolfi” pareció, por momentos, sublime. Fue el protagonista de cinco jugadas clave, dos de las cuales terminaron en gol, con dos zapatazos tremen­dos, inatajables, de otra jerarquía. Le quemó las manos a Santillo en tres ocasiones más.

Nada fue casualidad

Fue el misionero Elvio Fre­drich, otro jugador con ras­tros de fútbol mayor –jugó en Pri­mera en Gimnasia (LP), Manta de Ecuador y All Boys, entre otros clubes– quien de tiro  libre puso en ventaja al equipo  de Sialle, cuando el partido amanecía.

Después llegaron esos dos botinazos del “Rolfi”, cuando el primer tiempo se moría y en el arranque del complemento, para poner arriba al “Rey de Copas” 2 a 1. El mismo resultado, pero a la inversa, que en aquella calurosa noche del ‘78 dejaba a Talleres, con dos jugadores más y a siete minutos del final, al borde de conseguir esa consagración que “el Bocha” Bochini, finalmente, frustró.

Y fue otro jugador con experiencia en Primera, Sánchez Sotelo, exdelantero de Racing Club de Avellaneda, el ­clásico rival de Independiente, el ­que consiguió, a 15 ­minutos de la conclusión del encuentro, la igualdad albiazul. ¿Habrá sido por ese antecedente que “el Lobo” jugó anoche un gran partido, torturando cuantas veces se propuso encararla, a la defensa del Diablo?

Si hasta la presencia de un árbitro internacional (Sergio Pezzotta) y de dos exjugadores de Belgrano, Zapata y Mancuello, también con experiencia en Primera, colaboraron para que la popular Willington se encendiera, ilusionándose con la vuelta d ellos clásicos frente al Pirata en la divisional superior.

Talleres, volvió a sentirse de Primera, tras más de nueve años de transitar la B Nacional y el tenebroso Argentino A. E Independiente sintió reminiscencias de un pasado de máxima categoría muy cercano. Los dos, maltrechos por tantos golpes recibidos, hicieron méritos para semejante reencuentro.

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