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De Ushuaia a Alaska con el corazón en Córdoba

Una pareja cordobesa viajó dos años y medio por toda América a bordo de un Renault 18. La semana pasada cruzaron la frontera canadiense y llegaron a Alaska.

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Una pareja enamorada (Juli y Guille), un vehículo de aquellos (El Mañoso), recorriendo el continente americano de punta a punta, y haciendo todas las escalas que hagan falta para disfrutar la travesía a full.

Palabras más, palabras menos, esa fue la “carta de viaje” que dos jóvenes cordobeses diagramaron hace tres años cuando partieron desde Ushuaia, la ciudad más austral del mundo, con destino a Alaska, en el mismísimo Polo Norte.

Y la semana pasada, aquel cronograma algo antojadizo fue felizmente completado: Julieta Conci, de 27 años, oriunda de Colonia Tirolesa, y Guillermo Marianacci, de 30 y cordobés de pura cepa, cruzaron la frontera canadiense por la Historic Alaska Highway.

“Después de tanto andar, te escribimos desde Alaska con la inmensa alegría de haber logrado un sueño. Recorrer América nos permitió ver muchas realidades, innumerables formas de vivir la vida. Hoy sentimos que somos un poquito de todo ello”, le cuentan Juli y Guille, vía mail, a Día a Día.

40 mil km más tarde. “Hace cuatro años Guille me confesó que tenía un sueño, el deseo de un largo viaje. Yo cursaba el último año en la universidad, y me enamoré de ese viaje tanto como de Guille y empezamos prepararlo”, recuerda hoy Julieta. Un año y medio después, el 3 de marzo de 2011, comenzaron a vivir su “vida sobre ruedas”.

A bordo de un Renault 18 break modelo 1993, con algo de ropa, un colchón, una cocinita y algunas herramientas, iniciaron su recorrido por América. El punto de partida: Tierra del Fuego.

Poco a poco, los paisajes se fueron sucediendo, con escalas que duraron lo que hiciera falta para reunir dinero y continuar viaje. Así, largando por la mítica ruta 40 de nuestro país, pasaron por innumerables ciudades de Bolivia, Perú, Ecuador, Colombia, Venezuela, Panamá, Costa Rica, Nicaragua, Honduras, Guatemala, Cuba, México, Estados Unidos y Canadá. Casi 40 mil kilómetros en total.

“Éramos conscientes de que con nuestros pocos ahorros, llegaría pronto el momento de ponerse en acción, haciendo lo que sea para conseguir dinero y continuar camino al norte. Así fue que empezamos a hacer jornadas de recreación en escuelas, después surgieron las artesanías para vender en lugares turísticos, y hasta pintamos remeras con el recorrido del viaje”, explican los jóvenes desde el punto de llegada.

El Mañoso, más que un simple auto, fue su casa durante meses. En su interior comieron, durmieron, discutieron, se amigaron, compartieron. Cada parada al mecánico parecía la última y definitiva, pero el coche también era uno más del viaje, y siguió andando, y andando, y andando…

Cada parada se convirtió en una anécdota, y cada kilómetro recorrido en una experiencia de vida. Comidas, olores, paisajes, tonadas. Todo nuevo y por descubrir.

“Las situaciones iban moldeándonos, desestructurándonos, y empezamos a vivir el viaje ya no como una aventura, sino como una experiencia sumamente movilizadora. Todo cobró un sentido diferente: la soledad, los paisajes, las palabras, los silencios, los problemas. Comenzamos a entender que un viaje así, en una mezcla de austeridades, simplezas y bellezas, no hacía más que conectarnos con partes nuestras y de la vida que habían quedado olvidadas”, dice Guillermo, todavía emocionado.

Bitácora de viaje. Un blog en Internet (americaventura.blogspot.com.ar), que actualizaban cuando podían y tenían un cyber a mano, les permitió, no sólo contarles a familiares y amigos en qué andaban, sino también registrar para toda la vida su experiencia.

En el camino hicieron cientos de nuevos amigos que quedarán grabados a fuego en sus corazones. Algunos, argentinos, como ellos, dando vueltas por la “América Grande”; los más, residentes locales, con los cuales compartieron miles de charlas, noches y emociones. “Hay algo impagable que un viaje te da –escriben Juli y Guille–. No se palpa, no se ve. Esta particular forma de viajar te deposita en lugares que nunca imaginaste y te permite verte. Cada persona, cada historia es un espejo en el cual empiezan a reflejarse muchas de las verdades de la vida, de tu vida y la de otros”.

En unos días, luego de conocer Alaska todo lo que puedan, emprenderán el regreso hacia Argentina. “El lugar que seguimos eligiendo para plasmar todos nuestros aprendizajes, para vivir juntos y armar nuestra familia”, adelantan los jóvenes. Muchos afectos y otras tantas historias los estarán esperando.

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