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Ushuaiense cruza todo el continente en su motocicleta

Carlos Fabián Angera, tiene 50 años de edad. Un ataque al corazón lo llevó a montar una motocicleta para recorrer el mundo.

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Carlos se encuentra en México como parte de un recorrido de norte a sur por el continente americano. Empezó en Alaska en junio pasado y deberá finalizar en octubre en su natal Argentina.

A Yucatán llegó el miércoles 21 pasado. Tenía una ruta trazada: Mérida, Chichén Itzá-Cancún y Riviera Maya antes de ingresar a Belice y de allí seguir por Centroamérica, pero todo cambió cuando llevó a su moto a la agencia Kawasaki KLR para un servicio y le presentaron a un paisano, quien le dijo que no podría irse sin visitar Cobá, Uxmal, los cenotes… es más, le sugirieron que en lugar de salir por Belice sería mejor viajar a Palenque, visitar una parte de Chiapas y luego salir por Guatemala.

“Todo esto te cambia la vida”, dice Carlos, quien para poder realizar la ruta tuvo que comprarse una moto en Seattle, Estados Unidos, pues llevar la suya por avión le iba a salir más caro.

Todo comenzó hace cinco años cuando tuvo un ataque al corazón que le dejó pensando que no quería irse a la tumba trabajando, pero las cosas continuaron igual. Vino entonces otro ataque y ya no lo pensó, se decidió a disfrutar la vida, tomó entonces su moto y se fue manejando de Ushuaia a Machú Picchu, Perú.”Ese viaje me explotó la cabeza, el pecho y el corazón, me hizo pensar y recapacitar en toda mi vida pasada y programar mi vida futura”, dice Carlos, quien durante muchos años ejerció su profesión de mecánico dental hasta que renunció, guardó sus cosas en su laboratorio y se empleó como camarero en el restaurante Tante Sara de Ushuaia.Su trabajo en el restaurante le llevó a conocer a gente prácticamente de todos los rincones (Ushuaia es paso para viajar al Antártico), con quienes comenzó a recabar información para un viaje más largo y cuando por fin lo hubo planeado pidió permiso en su trabajo y se lanzó a la aventura.Salió de Ushuaia el 14 de junio y estuvo una semana en Santa Fe para despedirse de su familia, el 18 voló con su esposa a Toronto, visitó a una hermana y el día 1 de julio voló a Seattle donde compró una moto con ayuda de un residente brasileño. El 3 de julio salió para Alaska, atravesó Canadá, llegó a Estados Unidos por Washington. Recuerda que ese trayecto fue peligroso y por primera vez manejó como nunca lo había hecho alcanzando una velocidad de 130 kilómetros por hora.Pero los peligros pasan a un segundo plano cuando descubre paisajes interesantes que le han impactado, y que en algunos casos son motivo del cambio de ruta. Cuando visitó Yellowstone acabó perdido en su afán de ver explotar un géiser. Salió del parque a las 10 de la noche y manejó más de 100 kilómetros sin rumbo, unos policías tuvieron que auxiliarlo y al fin llegó a su hotel a la 1 de la madrugada.Su viaje continuó sin contra tiempo y estando en Tucson llevó su moto a un servicio donde conoció a un mexicano.

Destino

“México era uno de los lugares que me preocupaba, tal es así que tenía una hoja de ruta y tuve que ir fluctuando de acuerdo con los comentarios de tener cuidado con esto o con aquello, pero que me han mandado a lugares maravillosos”.

“Iba a entrar por Nogales pero el mecánico de Tucson me dijo que tiene una tía que tiene un hotel en un pueblito cercano. Antes de entrar a Nogales hay un letrerito que dice “Mariposas” y entré por allí. Nadie lo conocía, yo solo estaba. De allí fui a un pueblito que no me acuerdo el nombre, era un pueblo maravilloso y en la pileta del hotel me estaba bañando y tres chicos que habían pagado por entrar me dijeron: ‘eh, señor y usted anda en moto’; sí yo ando en moto; ‘y que tal el viaje ¿es lindo?’; sí, es lindo, es muy tranquilo, hay paz, que buena onda, ¿a que se dedican acá? le pregunto. “Entonces el chico me dice: la mayoría son sicarios. ¿cómo? vos me estás jodiendo; no, no, pero si usted no hace nada malo no pasa nada”.

De Sonora viajó a Baja California y de allí a Mazatlán donde se bañó en el mar y se quitó la ropa de motociclista por primera vez.

Su viaje lo llevó por otros pueblos donde tuvo problemas por el cambio de moneda, llegó al D.F., viajó más al sur hasta llegar a Yucatán.

“Yucatán es un párrafo aparte, me parece que tendré que volver, hay veces que ya no quiero hablar con la gente, porque me van diciendo tenés que conocer esto. Chichén maravilloso…”, señala sin dejar de emocionarse.

Ruta por seguir

Carlos seguirá por Centroamérica y Sudamérica antes de retornar a Ushuaia, donde espera recibir a toda la gente con la que se ha topado en Alaska, Canadá, Estados Unidos y México y “cuando vayan saldremos a motoquear y que coman nuestros asados y nuestras bebidas y que conozcan mis hijos: Lorenzo de 25 y Consuelo de 18. Ellos me acompañan siempre, me envían mensajes. Son la luz que tengo allá abajo, que me dice tengo que cuidarme porque tengo que llegar a verlos, ya quiero llegar. Se extraña”.-

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