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La CIA develó el misterio del «Área 51»: ni ovnis ni ETs

Nunca hubo extraterrestres ni platos voladores en el «Área 51». Aquel mítico paraje en el desierto estadounidense de Nevada, donde los amantes a las teorías conspirativas sospechaban que el ejército de los EE.UU. ocultaba la prueba de la existencia de seres de otros planetas, era en realidad la base de pruebas de los aviones-espía U2.

area 51

Según la leyenda, en el Área 51 el Gobierno estadounidense guarda nada menos que los restos de la nave extraterrestre (con sus tripulares) que supuestamente se habría estrellado en Roswell, Nuevo México. Además, se cree que allí se hicieron estudios de tolerancia a la radiación sobre prisioneros de guerra japoneses antes del lanzamiento de las bombas nucleares en 1945, experimentación con tecnología alienígena, viajes en el tiempo y hasta se experimenta con la teletransportación.

La CIA, sin embargo, afirma ahora que la Zona 51, de unos 51 kms de largo, era un viejo aeródromo y polígono federal que fue seleccionada en 1955 como terreno de pruebas de los aviones ultrasecretos U2, desarrollados para labores de espionaje a la Unión Soviética durante la Guerra Fría.

El origen del misterio. Los documentos federales publicados recientemente por la Universidad George Washington indican que esta base “secreta” fue creada por orden del entonces presidente Dwight Eisenhower, precisamente después de que un grupo de oficiales militares sobrevolaran (abril de 1955) el desierto en busca de un sitio adecuado para las pruebas secretas y avistaran lo que parecía ser una pista de aterrizaje en un salar llamadoGroom Lake. Desde entonces, cualquier mención al Área 51 fue sometida a una censura rigurosa oficial, lo que dio origen a toda clase de rumores.

Fue entonces cuando, según el reporte oficial, nacieron los supuestos avistamientos de Objetos Voladores No Identificados (OVNI) en una época en que todavía era increíble que un avión volara tan alto: «Nadie sospechaba entonces que fuera posible que alguien pudiera tripular un avión a 20.000 metros sobre el nivel del mar y, por consiguiente, ver a un objeto en el cielo a tanta altura».

Desde que se iniciaran los vuelos de práctica y entrenamiento, en julio de 1955, «la elevada altura alcanzada por los U2 produjo rápidamente un efecto secundario inesperado: el fenomenal aumento de los avistamientos de objetos voladores no identificados (OVNI)», dice la CIA. «Avistamientos como esos eran muy frecuentes de parte de pilotos comerciales que volaban de este a oeste».

Si un U2 volaba a elevada altura, el sol se reflejaba en sus alas plateadas, haciendo que desde un avión comercial, situado 12.000 metros más abajo, se tuviera la impresión de estar ante un objeto en llamas, fenómeno que podía verse igualmente desde tierra. Así explica oficialmente la CIA esas misteriosas apariciones de objetos brillantes sobrevolando la Tierra.

La historia del Área 51 -o, mejor dicho, su leyenda- alimentó historias todo tipo en el imaginario colectivo, teorías conspirativas relacionadas con la ufología, el tecnoocultismo, los «expedientes X», libros, novelas, comics y hasta películas como «Indiana Jones y el reino de la calavera de cristal» o «El día de la Independencia», cuyo ficticio presidente norteamericano se entera de la existencia de ese lugar justo cuando los extraterrestres estaban a punto de invadir el planeta Tierra.

«No existe ningún lugar llamado Área 51», aseguró en 1995 un abogado de la Fuerza Aérea luego de recibir varias demandas de empleados del complejo que denunciaron sufrir enfermedades respiratorias debido a su exposición a materiales tóxicos mientras trabajaban en la base ubicada en el desierto de Mojave, a 130 kilómetros al noroeste de Las Vegas, a la que sus empleados siempre llamaron “el rancho”.

Bob Lazar, físico estadounidense, fue uno de los primeros en hablar de lo que aparentemente sucede dentro del Área 51, pese a que al ser contratado por el Gobierno Federal para trabajar en la base aérea de Nevada, tuvo que firmar un contrato de silencio que establecía una pena de 10 años de cárcel y una multa de 10 mil dólares si revelaba cualquier detalle de lo que ocurría allí. En varias entrevistas contó que las instalaciones del S-4 (Sector Cuatro) se utilizaban para la investigación de la ingeniería inversa en nueve diferentes naves extraterrestres atesoradas allí. Pocos le creyeron.

Como no hay quien se atreva a refutar esa realidad paralela -y como ni un informe de la CIA es capaz de desmontar el fanatismo y el interés universal por los misterios del universo- enRachel, el pueblo más cercano a la base, los turistas más «freaks» pueden disfrutar hoy de estacionamientos exclusivos para platos voladores, moteles en donde los marcianos son bienvenidos e incluso una autopista extraterrestre -la Ruta 375, rebautizada «E.T. Highway»- que cuenta con sus propias señales de tránsito.

Muy cerca, el Área 51 permanece inconmovible, con tantos secretos como medidas de seguridad, cerrada al paso de peatones y protegida por sensores de movimiento, radares, helicópteros y guardias armados. En los alambrados electrificados que la rodean se leen advertencias: «Está estrictamente prohibido ingresar», bajo pena de seis meses de prisión. Está prohibido tomar fotos y, según se cuenta, cuando algún civil se acerca es interceptado por una patrulla armada con fusiles M16 que le recomienda retirarse amablemente.

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