Publicado en

Después de ver al Papa, fueguinos cuentan su alegría

El encuentro con el Papa Francisco fue una «mini experiencia de cielo», definió el párroco de Ushuaia, Marcelo Maciel. Recientemente volvieron de Brasil 150 jóvenes de Ushuaia y 50 de Río Grande.

 

Los 200 jóvenes que viajaron a Brasil tienen una edad promedio de 15 años.

 

El párroco de Ushuaia, Marcelo Maciel, definió como «una mini experiencia de cielo» a las Jornadas Mundiales de la Juventud (JMJ) en Río de Janeiro con el papa Francisco, a las que asistió con la delegación del fin del mundo.

«Tenemos una alegría inmensa y el asombro de haber vivido jornadas históricas, únicas e irrepetibles», dijo Maciel a Télam a poco de retornar a la capital fueguina.

Unos 150 jóvenes ushuaienses con un promedio de edad de 15 años, más otros 50 de Río Grande, integraron la comitiva que viajó a Brasil.

«Hicimos eventos, vendimos comidas, recibimos donaciones. Mucha gente colaboró para que pudiéramos ir. Y es un gran orgullo poder contarlo ahora», reflexionó el cura que conduce la Parroquia Sagrada Familia de Ushuaia.

El párroco destacó el espíritu de solidaridad que se vivió no solo entre los jóvenes que se dieron cita en Brasil, sino entre los visitantes y los anfitriones, fueran o no religiosos.

«Río de Janeiro fue en esos días la capital mundial de la fe juvenil. Todos los valores inherentes a la fe, como la paciencia, la piedad, la solidaridad, la caridad, todo estaba muy a flor de piel», contó Maciel, impactado todavía por «la magnitud de los gestos» que vio en esos días.

Mariano Blasen, coordinador de uno de los grupos que viajó desde Ushuaia, explicó que «los chicos fueron viviendo la experiencia de menor a mayor. Primero observaban, pero después se soltaron y entendieron que se trataba de transmitir un fuerte amor al prójimo».

Según Blasen, el punto más fuerte de las jornadas fue sin dudas la reunión de Francisco con los jóvenes argentinos: «les inspiró fuerza, rebeldía. Fue una charla en la que parecía hablarles como un amigo, más que como la máxima autoridad de la iglesia», dijo.

La mayoría de los jóvenes fueguinos que acudieron al encuentro están cursando la catequesis o la confirmación, es decir que realizan tareas puertas adentro de la parroquia.

«Este encuentro les sirvió para entender que también es necesario salir de la iglesia, que hay que ayudar al prójimo y misionar al lado de la gente», manifestó Blasen.

Una parte de la comitiva fueguina, compuesta por unos 40 jóvenes, se alojó en las afueras de Río, en un barrio pobre rodeado de una favela.

«Algunos asociaban Río de Janeiro con dormir al lado de la playa. Nosotros estábamos a casi dos horas del centro, en un barrio muy humilde, donde los voluntarios nos acompañaban por seguridad y donde a determinada hora sólo se podía entrar con escolta de la policía», apuntó el padre Maciel.

También describió que en una parroquia de ese barrio, que coordinó el alojamiento de unos 2.500 peregrinos, una familia de clase media, formada por un matrimonio e hijos, aceptó poner su casa a disposición para alojar a la comitiva del fin del mundo.

“Los dueños de la casa, José y Claudia, desarmaron todo: comedor, habitaciones, living. Vivimos 40 personas allí, descansando en bolsas de dormir una al lado de la otra, sin que entrara un alfiler. Jamás olvidaremos ese gesto», valoró el párroco.

También contó que para poder ver al Papa tuvieron que pernoctar frente a la basílica bajo la lluvia, pues la delegación argentina era de 40 mil personas y el lugar solo podía albergar 5 mil.

“Llovió toda la noche. Un frío terrible. Pasamos 36 horas sin dormir tapándonos la cabeza con plásticos, en una fila de 4 kilómetros de cada lado. Pero valió la pena. Tuvimos a Francisco a dos pasos de distancia. Gente sencilla que no va a tener otra oportunidad semejante», reflexionó.

Lo que derivó de la nacionalidad del Papa fue otra circunstancia que llamó la atención de los peregrinos del fin del mundo. Todo el mundo quería algo argentino: una bandera, una escarapela, una foto.

«Cantábamos que éramos de Argentina y de Ushuaia en todos lados. De alguna manera nos sentíamos embajadores de ese sentimiento mundial por Francisco», señaló Blasen.

Comentarios