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Caso Marita Verón: piden investigar al exgobernador Miranda

Durante su alegato, el abogado de Susana Trimarco también apuntó contra un juez de La Rioja, funcionarios y «la Chancha» Ale.

El alegato se extendió por 4 horas, pero el tiemopo pareció transcurrur más rápido. José Dantona se puso de pie y dio rienda suelta a una exposición amena, llena de ademanes y giros irónicos que hacía mudar los rostros de los imputados de la desazón a la bronca.

Cada gesto, cada mirada de los acusados hacia el cordobés destilaba odio. Incluso, uno de los principales imputados, José Fernando «Chenga» Gómez trató de distinguirse del resto y simuló bostezar en dos o tres oportunidades. «Algunos bostezan, pero sus víctimas no pueden dormir», comentó a viva voz el abogado. «Fue suficiente. Retírese de la sala», ordenó el presidente del tribunal Alberto César Piedrabuena. Y el «Chenga» abandonó la sala.

A lo largo de su alegato, el representante de Susana Trimarco, adhirió a los alegatos de su compañero, el civilista Carlos Vaerela y del fiscal Carlos Sale que el martesa reclamó 25 años de prisión para siete de los imputados y 12 años y seis meses para los otros seis.

Subrayó que no quería entrar en reiteraciones de los que otros habían dicho. Al comienzo de su extendo discurso, Dantona dijo que «son 13 los imputados, 13 es un número de mala suerte, y voy a enumerar 13 pistas falsas que dieron para desviar la investigación. Para demorar a los padres de Marita Verón que iban a ir a buscarla a Salta. Hoy el 13 les traerá mala suerte (dirigiéndose a los acusados)».

Cumplió su promesa y repartió mandobles para todas partes, incluído un cura al que recurrieron dos chicas que se fugaron de un prostíbulo de La Rioja y en vez de ayudarlas las devolvió a sus captores.

Contra Ale. En una segunda parte, Dantona arremetió contra Rubén «la Chancha» Ale, exmarido de María Jesús Rivero. Hoy la mujer vestía un impecable saco blanco, pantalón negro y lucía unos anteojos de sol que cubrían gran parte de su rostro. Con peinado de peluquería, zapatos marrones de enormes tacos y cartera al tono, por primera vez se pudo nerviosa en los casi 9 meses que van de juicio.

El penalista cordobès rescató su «inteligencia», que era la parte que le faltaba a Ale. No dejó pasar la oportunidad de aludir al «Malevo» Ferreyra, el policía pesado que en una masacre barrió con «Los Gardelitos» cumpliendo los deseos de «la Chancha» y el «Mono» Ale. El comisario que se suicidó ante las camáras de televisión para no ser detenido por gendarmes respondía a los hermanos Ale, como todo funcionario en Tucumán.

Por eso, al finalizar su alegato, además de pedir penas máss severas de las solicitadas por el fiscal, Dantona reclamó que se continúe con la investigación. En esa segunda etapa incluyó al exgobernador Julio Miranda; a su exsecretario de Seguridad, Julio Díax, al juez Daniel Moreno, de La Rioja; a Ernesto Raquini, secretario de la fiscal encargada de instruir la causa Verón; al comisario Vìctor Lisiardo; y a varios policía más.

Al final, el abogado pidió a los jueces que consideran las pruebas indiciarias en su conjunto y no por separado. «Cuando todo esto termine, cuando concluyan los alegatos, ustedes se van a quedar solos. Van a recibir dos llamados, uno de Salomón, otro de la Verdad, ustedes sabrán a qué llamado responder», concluyó.

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