«Ahora se va a ver mi Boca, éste sí va a ser mi equipo”.
Lo imaginó muchas veces. Lo pudo poner en la cancha en alguna oportunidad, pero siempre con la omnipresencia de Riquelme. Por eso el carácter ocasional de su formación ideal. Duraba lo que durara la ausencia del ídolo. Sólo eso. Después tenía que volver a engancharse. Contra sus ideales futboleros. Sin Riquelme, entonces, Julio César Falcioni siente que por fin podrá hacer lo que quiera. Permanentemente. Más allá de cualquier intento de retenerlo, ya sea de la dirigencia o de los hinchas a través de un banderazo en la Bombonera.
No hubo ninguna sonrisa pública del entrenador. La última aparición fue en la sala de conferencias de prensa del estadio Pacaembú, al mismo tiempo que detonaban las bombas de los festejos del Corinthians. Un Falcioni a la vista desmoronado por la derrota. Golpeado. Y consciente de lo que se vendría en un rato, con el anuncio de Román. Se atajó y prometió reencuentro el lunes 16 a las 10. Así y todo, ese Falcioni desmoronado tratará de cerrar un capítulo de su historia en el club y abrir otro. Distinto. Muy distinto. Ya con una sonrisa.
El Boca que imagina JC no tiene enganche. Es rápido, intenso y juega 4-4-2. Y podrá cumplir con esa máxima que unas cuentas veces analizó en la intimidad, hasta con papelitos sobre una mesa: “Con Riquelme vos atacás con el rival armado, sin sorpresa y en inferioridad numérica, dependiendo de lo que pueda hacer él. Cuando juega Chávez vos sorprendés al rival, podés salir rápido y lo agarrás desacomodado y con igualdad de hombres. Y no necesitás de sus pases”.
Tampoco aparecen Clamente, Erbes, Araujo ni Viatri en los planes. Menos una posible vuelta de Javier García. Es una forma de extirpar a los amigos de Román. En la charla que el DT tuvo con el presidente Angelici, antes de partir de vacaciones, avisó que necesita un marcador central, un lateral, un volante central (ofrecieron a Fabián Vargas, pero el cuerpo técnico aún no dio el ok) y, en caso de que se vaya alguno, un delantero.
El nuevo equipo debe ser acorde “al fútbol de hoy” que tanto elogia el DT. Erviti volverá a jugar como el que fueron a buscar a Banfield, sin tener que desdoblarse como doble 5 y volante izquierdo. La banda de ese lado la ocuparán, si no llega un lateral, Sánchez Miño y Colazo. Y por la derecha mantendrá a Ledesma. No está claro el acompañante de Silva. Cvitanich no está, ¿Mouche se queda o se va? Hay una vacante ahí.
El verano 2011 sin Román, el famoso partido ante All Boys para el que lo borró y la segunda parte del Apertura 11, cuando el 10 estuvo lesionado, son los modelos que ya plantó Falcioni bajo sus ideales. Si bien en el torneo del título no salió del 4-3-1-2, Pochi Chávez no es Riquelme y por eso siempre lo hizo jugar bajo el grito constante de “posicionate”. Es decir, sin la pelota tenía la obligación de pararse cerca de Somoza para armar una línea de cuatro volantes.
Ya no tendrá que romperse la cabeza para lograr su cometido. Falcioni, en la playa pero junto a su teléfono, imagina y diagrama su Boca. Su verdadero Boca. Sin enganche. Sin Riquelme.