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A 20 años del fallecimiento de Astor Piazzola

En 1992, murió el gran Piazzolla, denostado por los conservadores del tango pero que con los años recibió el merecido reconocimiento. Un repaso por su vida, frases célebres y opiniones.

Hoy se cumplen 20 años de la muerte de Astor Piazzolla, bandoneonista, compositor, una de las figuras más trascendentes de la música argentina de la segunda mitad del siglo XX. Popular e impopular con igual intensidad, Piazzolla fue el que a fuerza de talento y, sobre todo, de convicciones, supo darle una vuelta de página al tango, abrir sus ventanas al mundo, escribir otro capítulo e inventarle una nueva tradición.
Piazzolla nació en Mar del Plata el 11 de marzo de 1921 y pasó su infancia en Nueva York. A los 16 años regresó a la Argentina y en Buenos Aires comenzó a perseguir al músico que había comenzado a formarse en Estados Unidos. Sus fuentes estaban en la música ciudadana, cuyos arcanos perfeccionó trabajando en la orquesta de Aníbal Troilo. Pero en una capital curiosa y ambiciosa de la década de 1940, un músico curioso y ambicioso debía también indagar en los modernismos que delineaban las estéticas de la época, en las escuelas nacionales, en Alberto Ginastera, Bartok, Stravinsky, en la tradición de Johann Sebastian Bach y el contrapunto como instancia superior del conocimiento musical. También prestó atención al entonces creciente jazz comercial y más tarde al Cool Jazz, al Jazz-Rock, al rock progresivo. También a París y a Nadia Boulanger.

Desde una personal mirada sobre las circunstancias musicales de su tiempo, acaso sin profundizar demasiado ninguna de ellas, Piazzolla construyó su propio sonido, intenso e inconfundible. Una música que entraba y salía del tango con absoluta libertad, pero que inevitablemente respiraba aires ciudadanos. Entre pulsaciones rítmicas exasperadas, armonías que amplían los límites de la tonalidad, juegos contrapuntísticos y expansiones melódicas de amplio respiro, la música de Piazzolla sugiere la fiebre ciudadana de la modernidad. Más allá, ese sonido vive en el límite entre lo que está escrito y lo que realmente suena; en el espacio que queda entre el texto y su interpretación: hubo muchos Piazzolla y son numerosos los buenos intérpretes de su obra, pero Piazzolla tocado por Piazzolla es otra cosa, es la perfección de su idea. Murió en Buenos Aires, a los 71 años, tras una trombosis cerebral que dos años antes lo había atacado en París.

Misterio y fuga
Hace dos décadas moría Piazzolla y por entonces la noticia daba cuenta, por supuesto, de la partida de uno de los grandes músicos argentinos. La palabra «genio» abundaba en las alabanzas que, justas por cierto, se sumaban al panegírico de una despedida que reivindicaba de una vez por todas a una figura clave para la música argentina. A fin de cuentas, Piazzolla era el tipo que llevando el tango más allá del tango, lo había salvado. Hoy eso está claro.

Sin embargo, tuvieron que pasar muchas cosas durante la vida de Piazzolla para que por lo menos en el saludo final los elogios fueran unánimes. Denostado continuamente desde las parroquias de la conservación, sin motivos más fundados que atentar contra la «raíz» y la «esencia», Piazzolla llegó más de una vez a las manos para defender sus ideas. Pero su música era más fuerte que su cross de derecha y a las descalificaciones de los puristas Piazzolla respondió con más de sí mismo. Si obras como Tres minutos con la realidadirritaron a los ortodoxos que a mediados de la década de 1950 levantaban sus banderas de aplazo a lo nuevo, lejos de amilanarse, el compositor volvió después con Buenos Aires hora ceroTango para una ciudadSideralLo que vendrá, la serie del diablo, la serie del ángel, la serie PulsaciónMichelangelo 70, entre muchísimas obras que resultarán fundamentales a la hora de contar la historia de la música argentina. Obras que grabó al frente del octeto, del noneto o de las distintas formaciones del quinteto –acaso su mejor instrumento–, o en conjuntos de cámara y orquesta sinfónica.

Nadie como Piazzolla tocó lo que compuso, pero tampoco nadie como él supo defender lo que había creado y lo que pensaba crear. En la ecuación genio-convicción-carácter podría estar la fórmula del vigor y la personalidad de su música. No pudo ver en vida el éxito formidable de su obra en el mundo; en las pistas del tango y también en las salas de conciertos y los festivales de jazz. Si, como dicen, la de Piazzolla es hoy una de las músicas que no dejan de sonar ni un minuto alrededor del planeta, más que a la música en sí, posiblemente eso de deba al gesto que la contiene y que sugiere su continuidad: el de la revolución permanente.

Frases
«Adiós, Nonino es un tango religioso, arrancado desde el dolor. Un réquiem tanguero».

«La música es más que una mujer, porque de la mujer te podés divorciar, pero de la música, no».

«Mi principal estilo es haber estudiado. todos creen que hacer un tango moderno es hacer ruidos, es hacer cosas raras, y no».

«El que no tiene un poco de locura es un idiota. Los cuerdos son muy aburridos».

Opinión: Fue el más importante
Por Osvaldo Piro

Astor Piazzolla fue el artista nacional más importante del siglo 20, aunque le costó mucho imponer la evolucionada línea que cultivó durante años. Europa nos devolvió un Astor absolutamente maduro, lleno de ideas brillantes, totalmente desprejuiciado. Es famosa la anécdota con su maestra Nadia Boulanger, ante quien le daba vergüenza decir que tocaba el bandoneón y hacía tango. Pero cuando lo hizo, ella le dijo “ahí está Piazzolla, ésa es la música, lo que tiene que realizar en su vida”. No tenía que hacer lo que hicieron otros, su línea creadora estaba allí, y empezó a aparecer lo que había visto y vivido de Buenos Aires. Comenzó a desarrollar una línea musical maravillosa, que ganó en todo el mundo. Todo lo que hizo, tango, música de películas, sinfonías, conciertos, todo tenía el aire de Buenos Aires.

Afuera le resultó más sencillo que acá, y es uno de los motivos por el que viajó tanto, aunque siempre volviendo. Al final, el público de aquí terminó reconociéndolo. Las últimas funciones en el Gran Rex fueron con ovación y aplausos. Astor había consumido parte de su vida emocional afuera, y eso lo marcó también en su música,

Hubo muchas versiones de Piazzolla, alguna más popular, otra menos. Eso es inevitable. Lo que hace popular a alguien es la elección de la gente, que es la que consagra determinados temas. No porque sea lo mejor de él sino porque la gente lo hizo propio. En su obra hay piezas de un enorme talento que a mucha gente se le escapa. La difusión es muy acotada hace muchos años.