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Instituto: La gente lo mira, la prensa lo ignora

Se está produciendo un fenómeno particular con Instituto de Córdoba. El equipo que lidera desde hace tiempo la segunda categoría del fútbol argentino, tiene cada vez más seguidores televisivos en todo el país, prioritariamente en Buenos Aires y alrededores

Lo que impresiona de Instituto es su juego. Dirigido por Darío Franco, ex-jugador de Newell’s Old Boys con larga campaña en el fútbol mexicano, los muchachos de camiseta blanca y roja a rayas verticales plantean partidos abiertos, con mucha dinámica, ocupación permanente de los espacios vacíos, una asociación entre sus jugadores buscando el toque corto y profundo, sin importar cuál es el rival que está enfrente.

Formado con una mixtura de futbolistas de divisiones inferiores o con varios años en el club (Chiarini, Gagliardi, Canever, López Macri, Dybala, Rébola), varios jugadores de paso por clubes variados de ascenso y de Primera (Barsottini, Fileppi, Encina, Videla, Lagos) y un único refuerzo para la segunda parte del torneo, el joven defensor velezano Sills, Instituto ha logrado llamar la atención con un juego vistoso, efectivo y que prioriza siempre el arco rival, algo que no abunda por estas tierras.

Ignorado por los grandes medios que mantienen su esquema tradicional de darle todo el crédito a River y en menor medida a Rosario Central, los cordobeses han captado el interés de muchos futboleros hartos de un fútbol mediocre, conservador y poco afecto a brindarse por el espectáculo. Ya son varios los amigos que preguntan “¿a qué hora televisan a Instituto?” para prenderse al aparato y disfrutar con lo que ofrece el equipo de Franco.

Franco, justamente, acepta la influencia de Marcelo Bielsa en su táctica y su manera de ver el fútbol, a la que le ha agregado condimentos mexicanos. Como el hombre que dirige al Athletic de Bilbao, su Instituto ataca siempre, cuida y mima la pelota tratando de tenerla el mayor tiempo posible y destruye las teorías que indican que cuando se está en ventaja ganando un partido, hay que replegarse y defender lo conseguido.

Cuando Darío Franco gesticula y grita su famoso “dale opción, dale opción” se refiere a que “dar opción es que quien tenga la pelota siempre debe tener tres o cuatro opciones de pase. Darle apoyo es darle opción al compañero que recibe de espaldas presionado”, según cuenta el propio entrenador, que agrega: “Les pido continuamente movilidad en ataque y agresividad para recuperar la pelota. Desde la primera hasta las inferiores, la idea es que todos traten de jugar de la misma forma.” ¿Un Barcelona cordobés? La comparación no resiste análisis, pero las intenciones sobran y el buen fútbol también.

Asoma la joya del club: Paulo Dybala, 18 años, hábil, encarador, gran definidor, con toques que hacen acordar a Ramón Díaz, a Saviola y a Romario, salvando distancias reconocidas y 17 goles conquistados a fuerza de oportunismo, habilidad y contundencia. Asoma un equipo que se da el lujo de sorprender por su juego en el torneo de ascenso más duro que se recuerde, donde desde River –aupado por el periodismo nacional- Central, Gimnasia, Quilmes, Huracán y Ferro –entre otros históricos de la A- ven pasar al cuadro de Alta Córdoba hacia la Primera, sin escalas.

La gente ya lo tiene agendado a Instituto, para mirarlo cuando cuadra por TV. En época de técnicos mezquinos, miedosos, especuladores, Instituto es un enorme soplo de aire fresco.

Por Alejandro Fabbri – Perfil