El joven Adrián, de 18 años, a quien sus vecinos de Farallón conocen como Santi, tuvo la suerte de ser rescatado por un buque atunero cerca de las Galápagos, a más de mil kilómetros de la playa de donde partió junto con dos amigos, que no tuvieron la misma suerte.
Según el relato que el propio Santi hizo al capitán del pesquero ecuatoriano ‘Duarte 5’ cuando lo rescataron, sus acompañantes, Elvis Oropeza Betancourt, de 31 años, y Fernando Osorio, de tan sólo 14, no aguantaron lo que soportó él y fallecieron por inanición.
Santi no puede hablar aún de lo que le pasó, y reposa casi en total silencio, pero acompañado por su familia.
El padre, Arnaldo Vázquez, ni siquiera permitió que los policías que acudieron a su casa a indagar lo sucedido pudieran hablar con el joven, porque aún «no es conveniente».
«Este chico es duro, es fuerte», dijo Vázquez totalmente confiado en la recuperación física y anímica del joven, a quien por momentos aún se lo ve con los ojos vidriosos y la mirada perdida, por lo que recibe atención psicológica.
El joven, que regresó a Panamá desde Ecuador en la tarde del pasado martes, tras haber permanecido más de un mes sin ver a sus familiares, aún recibe suero debido a la fuerte deshidratación que sufrió en el naufragio, pero sigue sin querer hablar de lo sucedido.
«La noche de su llegada él hizo un intento de contarles a sus padres en confidencia (lo que le pasó), una parte, pero en el momento que está contando la historia se pone a llorar, (…) los ojos los tenía aguaditos», declaró Olga, una de sus tías.
El 22 de marzo los tres muchachos salieron de la cercana playa de San Carlos en un bote de siete metros de eslora y, tras la muerte de los otros dos tripulantes, Santi fue encontrado a unos 1.200 kilómetros de distancia, cerca de las Islas Galápagos.