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Stravaganza: un fenónemo platinado

Desde la quinta esencia del teatro de verano cordobés, Flavio Mendoza rompe récords (y algunos prejuicios)

«Si la comparación fuera válida, Carlos Paz es como Las Vegas», dice Marcelo, chofer de profesión y todo un caballero, mientras conduce por la villa. Es cierto -bajo esa lógica- la ciudad tiene teatros, tiene boliches, tiene bares, tiene restaurantes. O sea, aquello llamado como «vida nocturna». También tiene un lago maravilloso (y contaminado). También tiene un paisaje maravilloso (y contaminado visualmente por edificios varios). También tiene infinidad de ríos a su alrededor.

Su centro parece una gran instalación a la espera de que el fotógrafo Marcos López, el señor de la serie Pop Latino , venga a hacerse una panzada con semejante superposición cromática. Y hace un calor insoportable. Y llueve. Y cae granizo. Y hay un arco iris a metros de la mano. Y en el hotel hay una pileta inmensa. Y no hay luz. Eso sí: por las noches, Las Vegas cordobesa explota.

El teatro, aún tomando como punto de partida los simples carteles de los espectáculos, aporta mucho a esa desbocada imagen pop. Y en el medio de esta gran instalación visual, la fachada del teatro en donde se ofrece Stravaganza , el montaje de Flavio Mendoza, mezcla estética de casino de Miami con reloj Cu-Cú. Y como sucede con el reloj, la gente pasa por ahí y se saca fotos. En realidad, la gente pasa por todas las fachadas de los teatros y se saca fotos. Llevado al extremo es lo que le sucede, así dicen, con el espectáculo de Ricardo Fort, que tiene más gente esperando ver entrar al grandote que público en la sala.

A Flavio (al platinado de Flavio, al ceceoso de Flavio) no le pasa lo mismo. De hecho, su Stravaganza bate récords. Calculan que a lo largo de la temporada podría llegar a los 120.000 espectadores. Lo cual, de ser así, superaría el récord que estableció el Negro Olmedo, en la temporada de Mar del Plata de 1986/7, cuando convocó a 118.500 personas. El va en ese camino. Y no importa que sea el espectáculo más caro. Y no importa que la entrada más barata (180 pesos) sea más costosa que las de las obras que se ofrecen en Mar del Plata. El concentra tanto la atención que Villa Carlos Paz la transforma en Villa Stravaganza.

Llegar a este punto no fue fácil. Lo reconoce él, sentado en medio del inmenso escenario del teatro Luxor (una sala nueva que, adentro, se parece a un teatro de la década del sesenta). Primero pensó en hacer una obra basada en los cambios climatológicos y cómo eso modifica los estados anímicos de las personas. Eso quedó en el camino pero, como todas las hojas son del viento, algo de eso quedó en Stravaganza . «Con esta obra traté de romper los tabúes de contratar a una megafigura -afirma-. Aposté a que el producto sea conocido más allá de que acá haya figuras conocidas como Diego Reinhold, Cinthia Fernández, Gisela Bernal y Noelia Pompa. Pero Stravaganza no depende del mediático.»

-Pero están.

-Están porque son de los mediáticos con talento. Fueron los mismos productores los que insistieron en que tenía que presentar a personas conocidas, no confiaban en que la estrella era el espectáculo; hoy me dan la razón.

-Debés haber hecho un click interno para convencerlos.

-Iban a aparecer figuras muy conocidas, pero era muy difícil convencerlas para que hagan lo que yo quería. Y ya que me arriesgaba, ya que puse también mis dineros tenía que apostar a hacer lo que siento. La gente no está buscando lo mediático escandaloso, busca calidad.

-Perdón, ¿pero «Bailando por un sueño» no es un programa mediático escandaloso?

-Sí.

-Y rating no le faltó.

-Pero no pagás para verlo, ésa es la gran diferencia. Nunca compares la televisión con el hecho de pagar la entrada. Ahí te das cuenta de lo que realmente querés ver.

Mondo cirque

«El circo es la madre de todas las artes», dice reivindicando a su propia historia de pertenecer a la quinta generación de una familia de circo.

-Si indagás en Google, toda esa historia tuya como artista de circo casi no aparece. Todo está copado por tus peleas mediáticas. ¿Te ves en ese espejo?

-Sí, pero lamentablemente no es culpa mía sino del momento que estamos viviendo. Me apena que sea así, pero es la sociedad que tenemos. Yo no soy solamente un quilombero.

-Cuando te ves en un programa de la tarde puteando a alguien, ¿te da vergüenza?

-Siempre me da vergüenza, soy muy autocrítico. La pelea con Ricardo Fort, por ejemplo, fue feo porque pensé en mis sobrinos… Pero la televisión es una máquina de generar escándalos.

A su manera, él parece ser funcional a esa máquina. En su camarín tiene varias fotos de esas caras que expuso a lo largo del año pasado en el programa de Marcelo Tinelli («las fotos tomalo como un homenaje que le hago a Marcelo», dice quien coqueteó con su jefe a lo largo de varias emisiones). En otra pared hay fotos de su padre, de su madre, de su tía. Todas pertenecen al circo familiar, a un viejo circo que andaba de pueblo en pueblo. Son fotos en blanco y negro que generan una inevitable nostalgia y (casi) cierta poética de lo entrañable. El contraste entre unas fotos y las otras es fuerte. Cada serie está ubicada en distintas paredes como si fueran las distintas caras de este trabajador del strass, de las peleas mediáticas, de la purpurina, de la acrobacia en las alturas y del aquadance.

Sus tíos todavía tienen un circo y él también dirige el Circo Servian. Ese fue su mundo (lo sigue siendo) y ese mundo forma parte de Stavaganza . Su madre era acróbata. Tuvo que dejar las alturas por un accidente. Conoció al que luego sería el padre de Flavio en medio de una gira por Entre Ríos. En Nogoyá, para más datos. Allí había un carnicero, un carnicero de pueblo. El fue a ver el espectáculo y se enamoró de la acróbata. Y le enviaba cartas, flores. Y fue a ver todas las funciones. Pero, llegado el momento, el circo debía partir. Entonces, el señor carnicero fue a hablar con el padre de la acróbata. Legalizó, digamos, su amor hacia ella. El padre de la acróbata puso una condición: él debía sumarse a la vida nómade. Así fue que el señor dejó la carnicería. Primero hacía trabajos de armado de la carpa. Luego aprendió el oficio.

-¿Con este espectáculo estás cerrando un círculo en relación a tus inicios?

-No. Siempre hay puentes que uno debe cruzar sin saber qué hay del otro lado. Con esto me reafirmé como artista. Mirá: yo no me creo ni famoso ni estrella ni nada por el estilo. Sí creo que logré lo que quería después de tanto impedimento, después de hablar con gente que me decía que con algo así no iba a vender una entrada.

Flavio creció yendo de un pueblo al otro. En cierto nivel de relato, una vida dura. Pero en la intimidad familiar, algunos datos llevan a pensar lo contrario. De hecho, nunca tuvo que explicar a su madre su homosexualidad. Nunca. Una mañana ella lo encontró en medio del desayuno. El estaba mal. Se había distanciado del primer hombre del que se había enamorado. «¿Te pasa algo con fulano?», y nombró el hombre ese a quien se lo había presentando como amigo. «Estamos medio peleados», le respondió. Con suma naturalidad, su madre le dijo que, quizá, no era la persona indicada para él. Y siguió con su rutina del desayuno como si nada. No, como si nada, no. «En ese momento sentí como un alivio enorme -cuenta-. Se había dado cuenta sin que yo tuviera la necesidad de decirlo. Mirá: mi gran éxito no es Stravaganza , es mi familia. Ese desayuno me marcó. Yo estaba enamorado de esa persona y su comentario me alivió el dolor. Desde ese momento me dije: «No voy a sufrir tanto por amor». Y así fue aunque, en verdad, es algo que no pude encontrar del todo. Ahora que soy conocido es peor, y mirá que yo nunca luché por ser famoso?»

-No te creo.

-Te lo juro.

-No te juzgo, pero indudablemente hacés muchas cosas para ser conocido.

-No sé?. Te cuento: yo tengo dos hernias de disco, me fisuré el codo un mes antes de estrenar, hay números de acrobacia que los hago con una sola mano para no forzar la otra. Pero lo hago con tanto placer? Entonces, no sé si hice tanto para ser famoso. La televisión me llevó a tener que estar, pero podría irme de ella si pudiera hacer sólo lo que me gusta. Obvio que con el aplauso sentís algo que no podría explicarte?

-En una foto que está ahí aparecés como la «primera dama de Ideas del Sur». ¿A qué responde ese personaje?

ShowMach es un programa muy machista y yo soy totalmente feminista. No me gusta la no igualdad. Mi personaje fue algo así como hacerle a Tinelli todo lo que él hace con las mujeres. El les corta la pollerita a las chicas y ellas, en cierto punto, se sienten acosadas. Por eso yo decidí hacerle las mismas cosas que él hace con las mujeres.

A veces, cuenta, en la calle lo saludan en tono súper amanerado. «A esta altura de mi vida, con 37 años, que alguien me grite con ese tono cuando saben que soy un estandarte gay de la Argentina?. Yo no creo que lo hagan por maldad, pero ya ni es broma, es como muy demodé.»

-¿Y no es demodé tu personaje de gay tan amanerado?

-No. Rinde. Todos los cómicos hacen de putos y la gente se caga de risa.

-¿Pero ese personaje no tiene elementos discriminatorios que esquematizan un estereotipo?

-¡Nooo, se esquematiza quien se quiere esquematizar! El personaje que hago en televisión muestra un poco lo que soy: medio niño, juguetón; ésa es mi personalidad. Una vez un conocido me dijo que mostraba un tipo de gay con el cual él no se sentía representando, y me marcó que no todos eran así. Entonces, yo le pregunte cómo era, y el tipo no supo definirse. ¿Entonces? No jodan.

EXTRAVAGANCIA 1: EL SHOW LLEGARÍA AL OBELISCO
En la producción se ilusionan con hacer un Stravaganza en Mar del Plata (para el año próximo, claro está) y tener otro elenco para que haga giras por el exterior. El desembarco en Buenos Aires no está definido del todo. Lo único cierto es que no hará temporada, como se había dicho, en el Astral porque resulta imposible instalar semejante maquinaria escénica.

Habría una posibilidad, no confirmada aún, de que se presente en el Centro Municipal de Exposiciones que posee el gobierno porteño. Parece que a Mauricio Macri le contaron de las virtudes de la obra y se entusiasmó. Rodríguez Larreta fue a ver el show y cayó rendido a los pies del coreógrafo platinado. Por eso estarían negociando la posibilidad de armar semejante dispositivo en donde ya estuvo Fuerzabruta . Hasta habría trascendido la posibilidad de montar en diciembre una función de Stravaganza (sin pileta, claro está) en el mismo Obelisco.

Lo único cierto es que Flavio ya está pensando en volver a Carlos Paz el año próximo. Más allá de esas especulaciones, mantener el ritmo de 12 funciones semanales tiene su costo. Sin ir muy lejos, el miércoles, en el saludo final, Flavio se desmayó. De todos modos, la siguiente función no se suspendió.

EXTRAVAGANCIA 2: LA DE CONSTRUIR UNA SALA CON PILETA
Hace un año atrás, en donde está actualmente el Teatro Luxor había un terreno. Hoy hay una sala con capacidad para 1200 espectadores y un verdadero patio de comidas. En su interior, la sala parece un teatro construido en la década del sesenta y con algunas dudosas perspectivas para el espectador. La sala estaba en plena construcción cuando entró en escena Flavio Mendoza. A partir de ese momento hubo que cambiar algunos planes. Por lo pronto, su espectáculo venía con una pileta y eso tiene su peso, sus dificultades, sus complejidades. Pero lejos de apichonarse, los encargados de la producción apostaron a Flavio Mendoza. Y, él, claro, apostó. Mal no le fue. De hecho, con el dinero ganado aquí ya le compró la casa a su madre (una de las cuentas pendientes que tenía).

Su historia con Carlos Paz no siempre fue como la actual.

«Cuando Nito Artaza de un día para el otro decidió dejar la revista, me quedé en pampa y la vía. Ese año terminé aquí reemplazando a Hernán Piquín en Carnaval de estrellas», cuenta el bailarín y coreógrafo. En esa temporada fue cuando apareció el dueño del actual teatro Luxor y comenzó a armarse esta historia llamada Stravaganza . Al Luxor Mendoza piensa volver para la temporada del año próximo.

Marquesinas en technicolor

A Piñón Fijo no le toca otra que convivir con una comedia ligera. El «macho» de Coco Silly mira de reojo a Florencia de la V. La gente se saca fotos en la puerta del teatro en donde está Ricardo Fort. La misma gente camina unas cuadras y vuelve a sacar la cámara frente a donde se presenta Flavio Mendoza o Aníbal Pachano o… (hay para elegir). En pocos cuadras, Carlos Paz ofrece un panorama único de sierra, reloj Cu-Cú y cartelería teatral saturada de colores. Lo que se dice una fiesta pop.

Fuente: La Nación