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¿Por qué se celebra la Navidad?

El nacimiento de Jesús y la celebración de las fiestas religiosas. Los pesebres y el árbol de Navidad. Los personajes del Pesebre.

La Navidad se asocia con los pesebres, el arbolito, los aguinaldos para nuestros amigos y allegados y los regalos que los niños le piden al Niño Jesús, aunque muchos tengan la tendencia de reemplazarlo por San Nicolás o Santa Claus.

Pero todas las celebraciones, todos esos íconos que nos recuerdan la llegada de la Navidad, ¿de dónde vienen?, ¿cómo fue que se establecieron en el tiempo?

El nacimiento de Jesús

La palabra Navidad viene del latín Nativitate, palabra compuesta por Nati que significa nacimiento, Vita, vida y Te, para ti, es decir que Navidad es “el nacimiento de la vida para ti”.

Para algunos historiadores la celebración de la Navidad histórica debería situarse en primavera, entre abril y mayo, ya que siguiendo el relato del evangelista Lucas, quien indica que la noche del nacimiento de Jesús, los pastores cuidaban los rebaños al aire libre y que el cielo estaba lleno de estrellas, es poco probable que este acontecimiento hubiera ocurrido en el invierno (hemisferio norte).

Sin embargo, para otros expertos, el cálculo de la fecha del nacimiento de Jesús, viene dado por el mismo Lucas como fuente. Éste afirma que en el momento de la concepción de Juan el Bautista, Zacarías su padre, sacerdote del grupo de Abdías, oficiaba en el Templo de Jerusalén y que Jesús nació aproximadamente seis meses después de Juan. Lucas indica que había 24 grupos de sacerdotes que servían por turnos en el templo y al grupo de Abdías le correspondía el octavo turno.

Como los turnos eran semanales, tal y como lo confirman los rollos del Mar Muerto, descubiertos en Qumrán, cada grupo servía dos veces al año y nuevamente le correspondía al grupo de Abdías el turno a finales de septiembre (del 24 al 30 del octavo mes judío). Si se toma esta segunda fecha como punto de partida, Juan habría nacido a finales de junio y Jesús a finales de diciembre. Es por esto que las iglesias cristianas celebran el nacimiento de Jesús el 25 de diciembre.

La celebración de la Navidad

La evidencia más temprana de la preocupación por la fecha de la Navidad se encuentra en Alejandría, cerca del año 200 de nuestra era.

Como herencia del paganismo de Babilonia, en el imperio romano se celebraba en diciembre el festival de invierno, en conmemoración del alumbramiento de Saturno, el dios sol encarnado. Esta festividad iba acompañada de orgías, desenfrenos y una gran inclinación hacia el valor de la amistad, lo cual se demostraba con intercambio de regalos y presentes para aquella fecha.

También surgió la costumbre de adornar las puertas de cada casa, con coronas de flores y hojas verdes y por cierto la práctica de adornar un árbol con frutas y decorativos alusivos al dios sol.

Las celebraciones de Saturno durante la semana del solsticio, eran el acontecimiento social principal, y llegaban a su apogeo el 25 de diciembre.

Para hacer más fácil que los romanos pudiesen convertir al cristianismo sin abandonar sus festividades, el papa Julio I pidió en 350 que el nacimiento de Cristo fuera celebrado en esa misma fecha. Esto se oficializó cuando esto fue decretado por el papa Liberio en el 354.

Sin embargo, algunos mantienen que el 25 de diciembre fue adoptado solamente en el siglo cuarto como día de fiesta cristiano después de que el emperador romano Constantino I el Grande se convirtió al cristianismo para animar un festival religioso común y convertir a los paganos en cristianos.

Los primeros cristianos celebraban principalmente la Epifanía, cuando los Reyes Magos visitaron al Niño Jesús. (Esto todavía se celebra en Argentina, Armenia, España, Perú, Puerto Rico, República Dominicana, México, Colombia, Uruguay y Venezuela).

Los pesebres o nacimientos

El pesebre o nacimiento, es la representación del nacimiento de Jesús en Belén por medio de figuras. Aparece en el siglo IV en la catacumba de San Sebastián de Roma, y hasta la Edad Media, persistió la variante de origen bizantino de la virgen acostada, acompañada por dos comadronas.

Después, a partir del siglo XIV, la virgen está de rodillas y sin comadronas, pues se impone la idea del parto sin dolor.

La tradición popular del pesebre es mucho más reciente. Parece que fue San Francisco de Asís quien realizó la primera representación.

Después, Santa Clara la difundió por los conventos franciscanos de Italia y posteriormente la propia difusión de la orden contribuyó a la extensión del pesebre representado por seres vivos o figuras.

Durante la Edad Media y el Renacimiento era costumbre representar escenas de Navidad en las iglesias.

De ambas tradiciones arranca la de los pesebres actuales con sus figuras de madera, yeso, plomo, barro o cartón.

Alcanzó su apogeo en el reino de Nápoles en el siglo XVIII y de allí pasó a España, de donde fue llevado a América Latina. Persiste también en el sur de Italia, gran parte de Alemania, Provenza y el Tirol.

El árbol de Navidad

Muchos piensan que la costumbre del árbol de Navidad proviene del árbol que era adornado y venerado por los Druidas de Europa central, cuyas creencias giraban en torno a la sacralización de todos los elementos de la naturaleza.

Estos pueblos celebraban el cumpleaños de uno de sus dioses adornando un árbol, acto que coincidía de manera cercana con la fecha de la Navidad cristiana.

Al parecer, fue San Bonifacio (680-754), evangelizador de Alemania, quien tomó un hacha y cortó un árbol que representaba a uno de los dioses Druidas, y en su lugar plantó un pino, que simbolizaba el amor de Dios, y lo adornó con manzanas y velas.

Las manzanas simbolizaban el pecado original y las tentaciones, mientras que las velas representaban la luz de Jesucristo como luz del mundo.

Conforme pasó el tiempo, las manzanas y las luces, se transformaron en esferas y otros adornos.

Otros piensan que la costumbre viene de los paganos de la antigüedad. Éstos celebraban el 25 de diciembre como el día del nacimiento del hijo de la Madre de los Cielos, y creían que ese día, un árbol siempre verde había brotado durante la noche en Babilonia, y que su antiguo rey Nimrod, volvería secretamente todos los años a la misma hora para dejar presentes en el árbol.

San Nicolás

Cuenta la historia que Nicolás de Bari nació en el siglo IV en Patara, una ciudad del distrito de Licia, en lo que actualmente es Turquía, dentro de una familia rica y acomodada. Desde su niñez, Nicolás destacó por su bondad y generosidad con los más pobres, preocupándose siempre por el bien de los demás.

Siendo todavía muy joven, el muchacho perdió a sus padres, presas de una epidemia de peste, y se convirtió en el heredero de una gran fortuna.

A sus 19 años, Nicolás decidió dar toda su riqueza a los más necesitados y marcharse a Mira con su tío para dedicarse al sacerdocio. Allí fue nombrado obispo y se convirtió en santo patrón de Turquía, Grecia y Rusia.

San Nicolás falleció el 6 de diciembre del año 345. Puesto que esa fecha está muy próxima a la Navidad, se decidió que este santo era la figura perfecta para repartir regalos y golosinas a los niños el Día de Navidad.

Desde el siglo VI, se empezaron a construir templos en su honor y en 1087 sus restos fueron llevados a Bari, en Italia. Posteriormente, en el siglo XII, la tradición católica de San Nicolás creció por Europa, y hacia el siglo XVII emigrantes holandeses llevaron la costumbre a Estados Unidos, donde se suele dejar galletas o pasteles caseros y un vaso de leche a Santa Claus, nombre que se creó a raíz del nombre del santo en alemán, San Nikolaus.

Los Personajes del Pesebre (*)

El Pesebre es otro de los elementos pedagógico y espiritual, antropológico, cultural y artístico, que acompaña nuestra celebración navideña de la Venida de Jesús.

Hace referencia a la primera venida de Jesús, cuando nace pobre y humilde en Belén, entre el aliento cálido de los animales, y es adorado por sus papás José y María, por los Pastores de Israel, y por los Magos venidos de tierras lejanas (Mateo 1,18-25-2,1-11 según la fuente josefina; Lucas 2,1-20 según la fuente mariana)

Es una creación muy antigua, pero popularizada por san Francisco de Asís en el año 1223.

El poverello visitó al papa de su tiempo, Honorio III, y le manifestó sus planes de hacer una representación escénica de la Noche de Navidad.

Salió de Roma y en la Nochebuena de Greccio, Italia, construyó una establo con la cuna de Jesús, y agrupó en adoración silenciosa a su alrededor a María y a José, al asno y al buey, y a los pastores con sus ovejas que contemplaban admirados y gozosos al recién nacido.

A partir de entonces, a raíz de una experiencia mística que recibió Francisco de tener al Niño Jesús entre sus brazos con inefable resplandor, la devoción al pesebre se extendió por todo el mundo cristiano conocido.

El pesebre es el lugar hecho cuna donde comían los animales.

El establo era el recinto más amplio que  contenía animales y pesebre/s.

Se comienza a armar en la tarde anterior al primer domingo de Adviento, tiene su cumbre en la Nochebuena y los ocho días siguientes de la Octava de Navidad, y dura en nuestras casas y templos hasta el domingo posterior al 6 de enero, a la fiesta de Epifanía (Reyes) en que se celebra el Bautismo del Señor.

Entonces termina el tiempo litúrgico de Navidad y comienza el Tiempo común, ordinario (de “orden”), en el que vamos meditando “ordenadamente” la vida y los misterios de Jesús.

Por supuesto que el personaje principal de la representación (que aparte de estática puede ser también “viviente”) es el Niño Jesús, el Mesías esperado de Israel, que conviene entronizarlo en su cuna-pesebre en la Nochebuena, si es posible en familia y proclamando alguna oración o lectura bíblica del nacimiento.

Esto “centra” la atención de la celebración familiar navideña en quien es el “Centro” de la misma, cosa que tan desdibujada parece a veces y que conviene recobrar en su sentido trascendente.

Aclarado que Jesús que nace es el Centro de la celebración, nos metemos en los demás personajes: José, su papá virginal, por quien le llega la ascendencia real davídica propia del Mesías esperado.

María, la Madre Virgen, que da la naturaleza humana a Aquel a quien el Espíritu Santo da la naturaleza divina en su seno.

Los ángeles (Lucas 2,9), que comunican familiarmente la noticia a los pastores de ovejas de Israel, el pueblo elegido, y que por lo tanto entendían de apariciones y mensajes angélicos, pues el antiguo Testamento está lleno de ellos.

Y que humildemente y con el corazón abierto acuden a adorar al Salvador esperado.

El burrito y el buey no es simplemente una cuestión folklórica. Es una cuestión bíblica sabiamente releída:

Están mencionados en el profeta Isaías, 1,3, donde se dice que el buey conoce a su amo y el asno al que le da de comer, pero Israel (y aquí colocamos el nombre de cada uno de nosotros) no conoce a su Señor.

Queda como mensaje que, así como el burrito y el buey, infaltables bíblicamente en la representación navideña, seres sin inteligencia, conocen a sus dueños y a quienes los alimentan, así también nosotros, seres inteligentes, debemos conocer a Aquel que es nuestro Dueño y Señor, aquel que dice en el Sermón de la Montaña de Mateo 6, 25-34, que es capaz de vestirnos como lo hace con los lirios hermosos del campo, y de alimentarnos como lo hace con los gorriones que revolotean por los aires.

(*) Por: Gustavo Daniel D´Apice – Profesor de Teología, Pontificia Universidad Católica (Fuente: marana-Thá.net)

Tema musical: «La Peregrinación» de la obra La misa criolla – Ariel Ramirez con Los Fronterizos.