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Chile: el paro general de 48 horas convocado para esta semana suma respaldo, pero también polémica

El paro general del miércoles y jueves al que convocó la Central Unitaria de Trabajadores (CUT) de Chile tendrá el respaldo de más de 80 organizaciones sociales y sindicales y gran parte de los partidos políticos de oposición, lo que generó una áspera polémica con el oficialismo, que cuestiona el apoyo de partidos que fueron gobierno hasta hace apenas un año.

El presidente de la CUT, Arturo Martínez, ratificó el respaldo a la movilización por más de 80 organizaciones sociales, entre gremios y asociaciones de los sectores de educación, derechos humanos y medioambiente.

El líder sindical explicó que en las movilizaciones «se expresarán demandas de todos los sectores sociales para que se respeten los derechos sociales y ciudadanos y se reitere la necesidad de tener en el país un nuevo modelo económico, una nueva Constitución y un nuevo Código del Trabajo», según reprodujo la agencia Prensa Latina.

El paro fue convocado el 1 de mayo en reclamo de la derogación de la Constitución vigente, impuesta por el régimen militar de Augusto Pinochet, pero los manifestantes sumarán también reclamos como una reforma nacional tributaria que encare la desigualdad y el establecimiento del plebiscito como método para resolver los grandes problemas del país.

La exigencia de una educación pública y gratuita con el Estado como garante y el fin del lucro de la enseñanza serán también consignas durante la medida de fuerza, a la que se sumaron desde los primeros momentos las federaciones estudiantiles y el gremio de docentes, cuya movilización mantiene en jaque desde hace tres meses al gobierno de Sebastián Piñera.

El presidente del Colegio de Profesores, Jaime Gajardo, sostuvo hoy que la protesta en Chile «es de toda la ciudadanía, de amplios sectores, que abogan por cambios de fondo y por una nueva institucionalidad».

El paro comenzará mañana por la noche con un «cacerolazo por la igualdad social», mientras que el miércoles se paralizarán todas las actividades laborales, incluidos el transporte colectivo y el comercio, y se realizarán asambleas y talleres de debate en las comunas y centros de trabajo.

El jueves el paro continuará con concentraciones en las principales avenidas, parques y plazas públicas de todas las ciudades del país, según informaron los dirigentes de la CUT.

La adhesión de varios partidos opositores, especialmente los que integran la llamada Concertación -que fue gobierno durante 20 años- disparó hoy cruces con el oficialismo.

«Este es un Gobierno empresarial, absolutamente refractario a los intereses de los trabajadores. No ha habido ninguna iniciativa en beneficio de los trabajadores en este último tiempo», subrayó el presidente del Partido Socialista, Osvaldo Andrade.

El dirigente defendió el respaldo a la medida del PS y sus aliados, los partidos por la Democracia y Radical Social Demócrata, algo que, seguró, «no constituye ninguna novedad».

También la Democracia Cristiana parece encaminada a apoyar el paro, según el senador Jorge Pizarro, quien vaticinó un respaldo «categórico» a las movilizaciones.

Las declaraciones de Andrade y Pizarro parecen réplicas directas a las críticas de La Moneda a la Concertación, coalición que gobernó desde la caída del régimen militar de Augusto Pinochet (1973-1990) hasta marzo de 2010.

El fin de semana el ministro del Interior, Rodrigo Hinzpeter, cuestionó a la Concertación por «hacerse pasar por indignados, cuando muchos de ellos han sido causa del malestar ciudadano».

En la misma línea, el presidente de la oficialista Unión Demócrata Independiente (UDI), Juan Antonio Coloma, impugnó la convocatoria de la multisindical chilena y la adhesión de los líderes de la oposición, cuestionamiento que repitió la también oficialista Renovación Nacional.

El secretario general de la UDI, Víctor Pérez, sostuvo que al respaldar «un paro ilegal, la Concertación se pone al borde de la institucionalidad y le hace un daño al país» y consideró que el apoyo de la coalición de centroziquierda a la medida «no es más que oportunismo político que busca desestabilizar el Gobierno».

Para Pérez, «la deuda que existe con la educación chilena se acrecentó en los 20 años de gobiernos de centroizquierda, y ellos ahora rasgan vestiduras, y eso la sociedad chilena no lo va a aceptar».

Por su parte, el ministro de Hacienda, Felipe Larraín, confirmó que habrá descuentos para los trabajadores que se sumen a la huelga y tildó de «intransigentes» a algunos líderes de organizaciones sociales.