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Una vida en viñetas

Héctor Reinna, dibujante de historietas argentinas clásicas como «El conventillo de Don Nicola» (1970) -que presentaba las aventuras de un italiano en el barrio de La Boca-, entre muchas otras, destacó el «importante» aporte de nuevas tecnologías en materia gráfica y lamentó la falta de una historieta nacional.

«Tal vez, los dibujantes de ahora sepan más que los de antes, expresó Héctor Reinna. Se manejan conceptos más avanzados en varias cuestiones técnicas como la perspectiva».

«En el año 50 se vendían 400 mil ejemplares semanales; la gente tenía las revistas reservadas en los kioscos, si Patoruzú salía el martes, el miércoles se agotaba -explicó el dibujante-. Se aprendía mucho porque era un trabajo multifacético, no teníamos un estilo fijo, podíamos dibujar parecido a un artista o a otro; la gente, en los trenes, los leía igual».

«Empecé dibujando a Don Nicola, hice 40 capítulos, en blanco y negro, después lo pasé a tinta y lo imprimí. Estuve un tiempo haciendo esa tira. Me crié en Pichincha, Rosario, un barrio que la municipalidad le había dado una autorización para que fuera el barrio de la prostitución: esa fue una de las cosas que pude trabajar en Don Nicola», explicó.

En 1975, en «La Voz del Pueblo», diario de Tres Arroyos, aparecía una sola historieta que se llamaba «Lindor Covas», dibujada por Walter Ciocca; «la gente compraba más el diario por la historieta que por el diario. Los dibujos los mandaban de Buenos Aires cada tres o cuatro días, pero un día, en la historieta lo atrapan a Lindor Covas y lo llevan al paredón de fusilamiento, el pelotón se forma y exclama «apunten». Justo en ese momento, hay una huelga de colectivos y las tiras se paran».

«Entonces recibimos un telegrama donde decía: «Urgente.

Intercedan fusilamiento», porque no había aparecido más la historieta. Ese telegrama lo habían mandado de un pueblito muy chiquitito que se llama Hueso Clavado. Al cabo de unos años, (Héctor) Oesterheld hizo una historieta de `cowboys` que transcurría en un pueblo llamado Hueso Clavado».

Héctor Reinna nació en la ciudad de Rosario. En los años 50 formó parte de «Patoruzito», la primera revista de historietas que se dedicó a publicar casi íntegramente material producido en el país. Además, trabajó para la editorial Torino, donde dibujó el mítico personaje «Don Nicola».

«El dibujante de historieta, primero, tiene que sacrificar el arte en aras de hacer unos dibujos que se entiendan muy rápido. La mayoría de los que leen historietas las leen porque tienen que pasar un tiempo, porque les gusta, no son gente que se sienta en un bar a leer».

«No comparto la idea de los historietistas de ahora, que hacen argumentos que son todos norteamericanos: eso no nos pertenece. Veo pocos argumentos nuestros. Creo, estoy convencido, que la historieta avanzaría muchísimo más si tuviera otro tipo de idea, si se cambiara la forma de pensar».

«Muchos dibujantes con los que trabajé emigraron hacia el norte y se adaptaron a ese otro modelo de producción; sin embargo, el 80 por ciento de las historietas internacionales: Batman, Superman, Spiderman, las hacen dibujantes argentinos: lo que pasa es que el monto a pagar a un dibujante en la Argentina no es lo mismo que en Estados Unidos».

«Lo que veo desde hace varios años, es que no hay una historieta nacional; los chicos tienen otra forma de pensar, el cine es muy bombardeado con héroes, pero en un país de 40 millones de habitantes es imposible que no exista una revista de historietas para todos -reflexionó Reinna-. Creo que lo ideal es la combinación de las dos técnicas: la clásica, acompañada con una tecnología de color moderna».

Con más de 40 años de trayectoria, el dibujante aclaró que «Siempre dibujé para todos: un intelectual o un tipo que vive en un pueblito; me parece que hoy en día falta la historieta argentina, pero no creo que exista el arte de vanguardia, como tampoco existe el arte de retaguardia; en cambio, creo en la evolución de la historieta», aseveró.