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Elecciones Primarias: El domingo se derrumban cinco mitos

Un ensayo general. Una gran encuesta obligatoria y financiada por el Estado. Una vara. Un ordenador inmejorable del complejo mapa político nacional. Todo eso serán las elecciones primarias que la Argentina vivirá por primera vez pasado mañana.

Pero serán también el verdugo de una serie de mitos que la coyuntura (y sus protagonistas) construyeron en los últimos meses: una serie de afirmaciones que tendrán respuesta (o empezarán a tenerla) cuando el contenido de las urnas se convierta en porcentajes.

El primero tiene a la Presidenta como protagonista excluyente y origen en la figura de «Cristina eterna» que, además de enfurecer a su protagonista, puso sobre la mesa el debate (aún latente) sobre una eventual reforma de la Constitución para habilitar otro mandato de la jefa del Estado en 2015.

La premisa fue desactivada por la propia Cristina Kirchner, pero la instalación de ideas como que ella «ya ganó», que la elección interna del domingo es «sólo un trámite» y la general de octubre «un paseo» estaban ya en ciernes y no hicieron más que extender sus dominios en el universo simbólico oficialista.

La cantidad de votos que coseche la Presidenta dirá en qué medida es o no invencible en octubre. Para leer ese dato, el mentado «40 por ciento» será la clave. Cualquier número por debajo caerá como un baldazo. Cualquier número por encima servirá para festejar. Claro que «el» porcentaje marcará el matiz: la apoteosis podrá ser contundente, eufórica o contenida. Cualquiera sea el tenor de la fiesta, una cosa es segura: la premisa de «Cristina invencible» tendrá más (o menos) contenido real. Subsistirá sin embargo la paradoja: aun entonces podría ser rebatida en octubre.

El segundo mito hace foco en lo que ocurra con el segundo y el tercer lugar del podio. Tanto Ricardo Alfonsín como Eduardo Duhalde se cansaron de repetir que los resultados del domingo desembocarán sin opción en un alineamiento de buena parte de los candidatos detrás de los dos que queden detrás de Cristina Kirchner. No sólo habrá que ver quiénes ocupan esos lugares y en qué orden, sino (y sobre todo) cómo encaran el período de negociación que se abrirá el lunes mismo.

Sólo entonces se pondrá en juego el mito, fogoneado en este caso por la oposición, de que quienes queden segundo y tercero se convertirán en los armadores del polo antikirchnerista y de que, desde ese lugar, serán capaces de articular esfuerzos, estructuras y actores para enfrentar a la Presidenta en octubre y, dependiendo de su efectividad, en una eventual segunda vuelta.

Si los dueños de los dos escalones del podio, detrás de la cima, fueran Alfonsín y Duhalde, además de ver en qué orden, habrá que estar atentos al comportamiento del núcleo duro de cada uno de sus electorados. ¿Es cierto que Alfonsín arrastraría en octubre más votos peronistas que Duhalde votos radicales? ¿O podría darse a la inversa? ¿Cómo se coordinaría la convivencia entre los aparatos del peronismo y de la UCR en la práctica? La experiencia de Alfonsín y Francisco de Narváez en la provincia de Buenos Aires podría dar algún indicio.

La del domingo será también una radiografía del estado de salud del bipartidismo como pilar del sistema político nacional. Las performances de Hermes Binner, Alcira Argumedo y Jorge Altamira serán indicador casi inapelable del poder de fuego de la izquierda en las urnas, sino también de su capacidad de calar (o no) en el esquema de dos fuerzas hegemónicas que se alternan en el poder que desde hace más de un siglo. ¿Marcarán las internas el principio del fin de ese esquema de dos?

Hay además una serie de construcciones, hasta ahora sólo discursivas, que comenzarán a tomar forma una vez que se conozcan los resultados del domingo.

La primera es la del «nuevo peronismo» o «kirchnerismo transversal» ese espacio en el que la Casa Rosada sueña con hacer comulgar al PJ tradicional (gobernadores, intendentes y sindicalistas) con el «cristinismo», que integran La Cámpora y los funcionarios «sub 50».

 La del domingo será también una radiografía del estado de salud del bipartidismo.

 En el terreno de la oposición podría empezar a delinearse (o no) el mentado postkirchnerismo, aun cuando la supremacía de Cristina Kirchner siga en pie y no sufra mayores daños después de las primarias. Incluso si en su carrera para retener el poder después del 10 de diciembre no apareciera ningún obstáculo.

En el desmoronamiento de todas estas construcciones el nivel de participación del electorado será una variable crucial. Porque no es lo mismo sacar más del 40 por ciento, en el caso de Cristina o en el de varios opositores «sumados», si vota cerca del 70 por ciento del padrón que si lo hace la mitad.

Cinco mitos que dejarán de ser. Para encontrar respuesta o para transformarse. Para volver a poblar el escenario con interrogantes. Nuevos..